De vuelta a casa

Canadá III  (Smithers, Prince George, Dunster) 623 km, 4213m+

Durante unos doce días estuve rodeado de gente. Fue llegar a Whitehorse y empezar a vivir sensaciones en continua compañía. En cada momento me sentía como en casa, no extrañaba nada y después de un mes de estar solo conmigo todo esto era recibido con alegría, pero.., al igual que vino decidí que se fuera.

 De nuevo solo, en la ruta sin saber donde vas a dormir, que te vas a encontrar. Estas sensaciones que habían sido de  lo mas común en mi viaje ahora se me hacían extrañas. Tenias “miedo” a la incertidumbre, al estar solo frente a tu desconocido destino. Así que si tienes miedo, lo mejor es enfrentarlo antes de que se haga mas grande, antes de que tú mismo crees un cíclope que te atenace, porque “nunca lo encontraras si no lo llevas dentro de tu alma”.

Esa misma mañana llegue a casa de John, me dio las llaves de su cabaña de madera al lado de un rio, la contraseña de internet y me dijo que se tenía que ir, toda para mí. En quince minutos deje ese lugar acogedor y me lance a la aventura. Rodé y rodé, y el camino me dio lo demás. El valle se abrió, las montañas se suavizaron, apareció el verde de los pastos, el aroma a hierba recién segada, el perfume de la madera recién talada. Dunas de serrín acumuladas al borde de la cuneta y la continua presencia de la vía del tren paralela a la carretera, me llevaron cogidito de la mano de vuelta a casa. Estaba en mi pueblo, en mi infancia. Recordaba aquellos primeros viajes en bici, acababas de comer y te ibas con la bicicrós y el Arturo a La Cañada, a casa del Paco que tenía un radiocasete doble pletina a grabar cintas heavys. Me pase toda la tarde de Navelperal a La Cañada, ida y vuelta.  Cien kilómetros que pasaron volando y de los que disfrute como hacía mucho. A ello ayudo que mi sillín y yo ya somos uno y recupero unas sensaciones sobre Abisinia ya casi olvidadas. Como regalo, acampada al borde de un pequeño lago repleto de patos silvestres.

A mi llegada a Vanderhoof el camino empezó a cambiar, la industralizacion y el acercamiento a las grandes urbes hizo de la carretera un continuo transitar de camiones. Por contra allí conocí a Rodrigo. Si, entre en una “pastelería” vi bollos de los nuestros y a la que pedía embargado por la emoción, uno va y me dice, “tu eres español ¡!”, coño y tu? ¡!. Me pase el día como los de españoles por el mundo, me dio una vuelta al pueblo y me comento costumbres, precio de las casas, lo típico del programa. Ánimo Rodrigo con un par, a volar. Carl, el del camping, otro figura, nace en Sevilla y es como Curro Romero. El precio del camping era 15$ dólares por día, él empezo a regatear a la baja y acabe pagando 10$ por dos días, buena gente, buenos ratos.

Dos días en Price George confirmaron que mi ciclo computador no tiene arreglo y que la pieza que me enviaron hace un mes desde casa (gracias Pitru) no ha llegado a ningunas de las Post offices que debería llegar, así que sigo contando los kms por los mojones de la carretera.


"Si li noche es clara a la luna se le ve el ombligo"      Fito

Continúe por la 16, también llamada “yellowhead” camino de mis montañas, el alejamiento de la urbe hizo aparecer de nuevo a los osos en la cuneta, abrirse el horizonte y nuevos aires. Acampada en un lago y si la tarde fue muy buena con una familia que había dejado los llaves dentro del coche, la llegada de la noche trajo además de coyotes a las “sheriffs” del  parque, la amabilidad de la tarde la habían dejado olvidada y me reclamaban que pagara por dormir allí, "como voy a pagar por dormir debajo de un tejaillo sin tienda de campaña? ". Mañana a primera hora dejas el lugar, limpio y que sea la última vez. Me quedé con mi luna llena reflejándose en el lago y con el profundo respirar de algún que otro animal. Preferí no abrir los ojos y seguir durmiendo.

Mi vecino, el coyote.

Si el final de la noche me había traído la sorpresa de la rotura de mi alforja delantera, cayo súbitamente desde un tejado donde la había puesto para alejarla de los osos, la mañana no fue menos. Desayuno debajo el tejaillo con unos canadienses que me invitaron a bajar con ellos  un rio en canoa  cuando llegue a Jasper. Esto es empezar el día con buen pie. Rodada de cien kilómetros, oso en la cuneta esta vez atropellado, encuentro con Helena, chica escocesa que está recorriendo sola Norteamérica  y regalo a la llegada. Acampada con paisaje de nuevo espectacular; lago de montaña, embarcadero, leña cortada,  fuego recién encendido para poder hacerme la cena, los patitos, ……….me voy a dormir, a seguir soñando.

Si, soñando, soñando con el diluvio. Todo es efímero. No para de llover, charco de agua debajo de la tienda para despertar, cuesta de cinco km nada mas empezar con las piernas frías, no problem. Paz y tranquilidad ya llegara mejor momento. Y  llego, al final de la rodada pero llegó. Estoy escribiendo desde la cama, mi cama hoy está en uno de esos carros que utilizaban en el oeste para desplazarse, esos que siempre aparecían en los films tirados por cuatro caballos y los indios detrás al galope. Si en una autentica diligencia.

Llegué a casa de Bonnie y Curtis. Una granja apartada de la carretera, en medio de un valle que solo falta que baje Heidi a saludarnos. Aquí todo emana paz y amor. Ver a Bonnie en la cocina es como ver a mi madre. Es capaz de atender cuatro fogones, a la vez que maneja el micro y pela patatas. Personas alegres que una vez jubilados han decidido seguir compartiendo su alegría dando hospitalidad  a los ciclistas que por aquí pasamos. Personas con las que he confirmado la teoría de que la edad no está directamente ligada a la fecha de nacimiento. Has visto alguna vez un jubilado (son muchos años casados) que al terminar de comer retire el plato y le dé las gracias con amor verdadero y respeto a su mujer por haberle hecho la comida? Yo si.

Me he tomado un día libre y estoy disfrutando de los animales y de las labores de una granja, compartiendo con Bonnie recetas de cocina…quien sabe si los próximos invitados en llegar comerán tortilla de patatas o empanadillas. Hoy comimos sushi y otros platos, con una familia japonesa que llego ayer. Nada que ver con lo de los restaurantes, exquisito el pescao crudo. Despues de comer Curtis y yo conseguimos arreglar mi alforja rota, no me lo podía creer, perfecta. Mas emocionante aún fue cuando cayo en la red un colibrí. Curtis tomó todo tipo de medidas, despues lo anillo y me lo dio para que lo solotara, fue algo simbólico. Bonnnie, Curtis, gracias por el dia que me habeis regalado, sois ejemplares.

En breve dejo la Columbia Británica  para pasar a Alberta, digamos otro estado de Canadá. Nunca pude imaginar encontrar tan lindos paisajes ni gente tan hospitalaria. Dejo esta región con la sensación de haber encontrado otro rincón del mundo donde la vida me resultaría fácil de vivir. Ahora se acercan las ROCOSAS, otra dimensión del mundo me espera,debo preparar mi cuerpo y alma para la que se avecina. Tiene una pinta estupenda. Pero esa será otra historia.

“Y por eso vivo el día
día simple día claro
vivo al menos sin temores
sin el miedo de gozar.
Cada pueblo, cada puente,
cada cruce me ha enseñado
que con hoy es suficiente
y mañana es demasiado.”

Antonio Vega  "Estaciones"

Desde mi cielo indignado y orgulloso, reflejo del vuestro. Un abrazo amigos.




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Felicitaciones para la Paqui en su cumple (por si llego tarde) y un abrazo para la gente de Olba en sus fiestas, "culpables" en parte de mi viaje.