ENCONTRANDO EL SUR II

Metraje: 480 días aprox. Nac: Mundana, Genero: Realiti de aventuras, Catalogada: No recomendada a familiares cercanos.

Si hay algo que une a todos los seres humanos es el deseo de ser felices. Esta voluntad es el motor que activa y determina muchos de los pasos que van a dar Abisinia y Van Birloq en este largo viaje.

La falta de esperanza comienza a recortar sus sueños. Aburridos de esperar y de seguir esperando, de que nada cambie y de que nada venga, deciden perder el miedo a la vida y comenzar a trazar el boceto de su destino. Juntos parten en un viaje que les lleva a recorrer el continente americano restándole importancia al que y dándosela al como.

Este documental reúne la sabiduría y experiencias personales de esta ecléctica pareja en torno a un tema tan universal como es la búsqueda de la felicidad.

El sol de Rio Negro, edición de la mañana.

martes, 19 de junio de 2012

Triple Cero. En el medio del Mundo



 Ecuador (Ipiales, Otavalo, Tumbaco, PN Cotopaxi, PN Chimborazo, Cuenca)  811 km, 11970 m+

Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.

                                                                                      
                                                                                      Miguel Hernández. Sentado sobre los muertos

Es su día de descanso y a pesar de la mala vibra que le transmite la ciudad el gringo la pasea  desganado, sin rumbo. Un mercado, un callejón, no se siente seguro. Toma la foto y cuando se da la vuelta se abalanzan sobre él. Hoja de cuchillo al aire, forcejeo, gritos, tropiezo, confusión y ..… rueda de reconocimiento. Se ha quedado sin cámara y con las rodillas magulladas.  Siesta y a seguir viviendo.
Al día siguiente dejo atrás Colombia con la sensación de haber pasado poco tiempo en este lindo país. Con el nuevo cruce de frontera llega ese cielo plomizo ya asociado al sello de pasaporte. Estoy en Ecuador.
Ciclo una bajada interminable donde la tierra me engulle literalmente para acabar en el fondo del valle. Es el valle del Chota, su población negra  junto con las construcciones me trasladan de continente. Sus habitantes descienden de los esclavos africanos que llegaron a Suramérica hace siglos. Parece ser que fueron traídos por los Jesuitas que andaban en esos negocios. 


Mis piernas a pesar del día de descanso están duras. La tensión no las dejo recuperarse. Pero como siempre en los momentos mas bajos aparece algo que te alegra el día. En el lateral derecho del camino aparece la hostería “El Oasis”. Sera una de esas que alquilan habitaciones por horas? me pregunto. No lo sé pero hay algo de ese lugar que me atrae, pregunto y nada mas lejos de la realidad. Por seis euros me regalo un día en sus piscinas, en sus frenéticos toboganes acuáticos y una cabaña para mi solito con un buen plato de espaguetis con salchichón. Por fin la paz y el descanso donde menos esperaba encontrarla.
Llevaba como seis semanas distanciado de la fotografía, casi sin disparar. Ahora que no tengo cámara veo la luz en todo lo que me rodea, los instantes aparecen en cada rincón. Mitigo este deseo tomando fotos con el celular. Quién me lo iba a decir a mi?. Maldita condición de desear lo que uno no tiene.

Quinua, alimento básico.

Me dejan una cámara y me voy solo al famoso mercado indígena de Otavalo. No quiero que la experiencia vivida se enquiste y pasar por este viaje atemorizado. Un trekking alrededor del cráter de la laguna Cuicocha con Juan y su familia completan el fin de semana.


El avance en el mapa continua y bien pronto, al amanecer, parto hacia Quito. El camino es largo pero intenso. En unas  horas llego al ecuador, esa línea imaginaria que divide el planeta en dos. Mis coordenadas son; latitud 0º, 0', 0"  No soy del norte ni del sur, soy un cuerpo inerte.


Casi un año en la ruta y he pasado sobre dos ruedas de la proximidades del Círculo Polar Ártico al Ecuador del mundo cruzando el Trópico de Cáncer. Increíble!!! Cuando en la escuela veía estos nombres en los mapas de tela colgados al lado de la pizarra lo flipaba. Mira ahora. 
Qué queda de aquel chaval que salió de casa sin un menisco que acababan de extirparle, con molestias, sin entrenamiento, gordito y sin medicar un hipotiroidismo que iría a mas con el paso de los meses hasta arrancarle las fuerzas en México?. De esa persona llena de ilusiones que jamás había montado sobre una bici cargada con cinco alforjas?, De aquella primera cuesta abajo para salir de la casa de Anchorage donde le vibraba el manillar por el peso y él se agarraba fuerte asustado?. De ese aventurero que partió con la idea de que quizás en quince días debería volver a casa porque el sueño de su vida en estas condiciones le superaría?. Ahora o nunca.

                                                                                                                             Foto Arthur

Llegando al kilometro cien del día un regalo (si se puede llamar regalo a 40 kilómetros mas). Abandono de la carretera para tomar una antigua vía de tren ya en desuso. Una hendidura abierta en la roca da paso a la senda, oxidados puentes de piso enrejado muestran el vacio bajo tus ruedas, lo profundo del estrecho cañón. Túneles en penumbra semiluminados por entradas laterales de luz excavadas en la roca se suceden y un derrumbe que corta el sendero me hace sudar la gota gorda para, empujando y resbalando la bici, poder atravesarlo. A la llegada a Tumbaco, pueblo cercano a Quito, me espera Santiago & familia. 

Ana Alicia y Santiago, gracias.

Santiago, amante del ciclismo, creó hace 22 años una casa de ciclistas viajeros. Vive en una antigua hacienda con su gran jardín y luminoso patio donde se encuentra mi habitación. Somos cientos de viajeros los que por aquí hemos pasado y compartido al  caer la noche, en su cocina, panecitos y conversaciones con sabor a leche con cacao. 

Francés, chileno, ecuatoriano, colombiano, español. Cocina, dormitorio, salón.

Santi trabaja en casa, tiene un  excelente taller  donde pude encontrar los repuestos que ya necesitaba. Así que Abisinia sonríe, sabedora que la van a cambiar el eje del pedalier, los rodamientos de los bujes, las roldanas del cambio trasero y además la van a  hacer un mantenimiento total. El primero en 15000 kilómetros, no esta mal. Hospitalidad extrema y mucho tiempo para compartir experiencias con todos ellos, también con Arthur y Héctor, ciclistas que llegan al mismo tiempo y con los que partiré camino del Volcán Cotopaxi.
Antes visita de rigor a la ciudad. Quito tiene buena energía y magia, además consigo de segunda mano una cámara parecida a la que tenía. 

 














Un durísimo sendero de calzada hace que tengamos que poner pie a tierra y empujar las bicicletas en el camino que nos dirige a la entrada del parque del Cotopaxi. Con la altitud ganada, los vientos y el frio aparecen. La noche nos sorprende en el camino, Teresa y Amable nos sirven café y conversación al lado de una hoguera. Un aterido madrugón con maravillosas vistas del nevado pintado por la luz del amanecer para darnos los buenos dias. A la llegada a la casa de los guardas del parque nos hospedan, mas tarde nos suben en auto al refugio de montaña a 4300m  con las bicicletas. Descenso con los cóndores observándonos y a la llegada la comida caliente sobre la mesa. Esto nos salva porque acá  no hay donde comprar y ayer en el saltarín camino se abrió una alforja para hacer desparecer la mitad de la comida que traíamos para dos días. La tarde discurre alrededor de la hoguera entre bromas y lecturas pero al anochecer aparecen unas piezas de ternera. Andrés no lo duda y salimos a la fría noche. Unos campistas nos brindan su chasca para cocinar esta carne y unos licores que han traído. Gracias Andrés y hasta luego Héctor.

Volcán Cotopaxi.

Los nevados me traen la sonrisa a la cara y la felicidad al alma. Cuando cae la tarde y me encuentro frente a ellos hallo la respuesta del porque durante tantos años caminé remotos lugares del planeta a su encuentro. Con la altitud viene el frio, mucho tiempo rodando por encima de los 3000 metros hace que la ropa de abrigo gane posiciones en las alforjas hundiendo el bañador al fondo. Estoy en los Andes de los páramos ventosos, de las montañas nevadas, de la falta de oxigeno al menor esfuerzo realizado.

No contento con esta vuelta por caminos destrozados y en altura, Arthur y el presente nos dirigimos hacia otro gran desvío. Estamos en la conocida avenida de los volcanes pero nosotros decidimos desviarnos y recorrerla por sus callejones. Vamos a agarrar una antigua carretera que discurre por un paisaje que bien  podría decirse asturiano. Un escarpado desfiladero porta la ruta siempre pegada al rio, posteriormente los verdes pastos ganan terreno y  nos deslizamos por una amable pendiente.  Eucaliptos,  vacas, humedad y un monte salpicado de caseríos en los que discurre el tiempo de forma lenta, suspendida, complementan el sendero. Llegado a un punto el camino decide liberarse del rio y abandonarlo. Se eleva cruelmente buscando el sol.


A vuelta de curva, repentino, ofreciéndose a mi vista vestido de domingo, el Chimborazo. Volcán inactivo de 6310 metros, cubierto de glaciares y adornado con un velo de nubes. Si el camino ya era lindísimo estas vistas nos hacen sentir una vez mas  privilegiados. Llegar a este punto con tu esfuerzo y que te obsequien con esta vista no tiene nombre. Un kilometro mas, último empujón, y  baño a la caída del frio atardecer en unas piscinas termales en medio del monte, queso de vaca recién elaborado casi sin tiempo para cuajar y platazo de arroz. Hoy con atún y ají. Es hora de descansar, comienza mi lucha por intentar dormir con esta falta de aire, nuestra tienda campa a 3800 metros.


Si frio era el atardecer helada es la mañana. Gentes de rasgos andinos cubiertos con sus ponchos, ataviadas con  polleras de color rodean la tienda. Han venido bien pronto a bañarse. Solo el intento de cada pedalada es duro, los pies del Chimbo nos esperan y la llegada al páramo trae vicuñas y un viento que te frena en seco. Luchamos para poder continuar, a 4400 metros cuando casi pensábamos que no podíamos seguir comienza un descenso que nos muestra las diferentes caras del gigante.


Los días venideros serán ya por una Panamericana casi solitaria. De los lugares, los caminos, las gentes poco mas puedo decir porque ya no encuentro palabras que no suenen a repetido. No me quedan mas frases de garrafón. Cruzamos la nariz del diablo, las lomas de Alausí, las nieblas de Chunchi, los vientos de Tambo,  y las lluvias de Cañar. Los bomberos son nuestro techo durante casi toda la semana. Siempre nos sentimos bien tratados y en ocasiones muy  bien cuidados.


Dentro de la gastronomía ecuatoriana de carretera hay dos famosos platos; el asado y el cuy. Uno es un chancho entero que asan y despiezan dejando para el final la cabeza. De este modo puedes verles poco a poco como avanza la mutilación. El otro el cuy, es una especie de cobaya. Plato muy preciado en la zona andina. Para mi hay un tercero, que son los quesos frescos de vaca que venden en las granjas cercanas a la ruta.


Los radios de Abisinia se enredan en el viento. Un aire acerado choca contra mi garganta quebrando como trozos de cristal el sudor acumulado en las continuas subidas. Al día siguiente me espera la lluvia remontando un paso  y posteriormente el descenso gélido que ya mata y remata todas mis defensas. Poco mas puedo hacer, necesito descanso de estos maravillosos siete días rodeado de montañas, engullido por valles que parecían infinitos, sin fin en su descenso.


Evitando las  ciudades, evitando como diría Lorca a las “mariposas ahogadas en el tintero”, a la llegada a la linda Cuenca nos alojamos en una aldea alejada 30 kilómetros. Acá vivimos integrados en los quehaceres diarios de esta comunidad indígena. Yo, lucho desde mi cabaña con muros de adobe, techo de paja y piso de barro con este resfriado que me vino a visitar hace tres días y me agota lentamente.


Este tramo por tierras ecuatorianas ha sido muy duro. Estoy cruzando el Ecuador de norte  sur sobre la cordillera andina. Eso implica continuas subidas y bajadas de grandes dimensiones, no existe el plano. Al desnivel has de añadirle la altitud, casi el 50% del tiempo estoy por encima de 3000 metros llegando hasta los 4400metros y por allí arriba cuesta respirar. Hay otros dos factores mas que hacen dura la rodada; los fuertes vientos que soplan ahora que es la época seca  y el frio que te deja la musculatura pasmada cuando recién levantas. Escribiendo estas líneas tomo consciencia de que todo esto solo se puede remontar gracias a la locomotora de la ilusión que todo lo mueve.

Ahora si, donde esta Wally??

El mapa de Suramérica en un tablero de parchís. Mis ex compañeros campean por él contando de seis en seis (de siete en siete, tienen todas las fichas fuera de casa) haciéndome imposible alcanzarles. Dejemos lugar al azar. Ahora comparto camino con Arthur, francés con el cual me complemento bastante bien. Tenemos ideas similares a la hora de vivir el viaje, llevamos un ritmo parejo  sobre la bici y nos damos espacio y libertad para hacer cada uno lo que queremos siempre desde el respeto mutuo. Además hemos caído al mismo tiempo en la adicción matutina de desayunar un par de platos por cabeza de avena con arroz y chocolate.


Tanto es lo que me da la vida que no me puedo quejar cuando algo me quita y menos si es una perdida material. Con esto no quiero justificar un robo. Solo quiero comprender el porqué y entender de quien es la verdadera responsabilidad para que  este mundo que recorro sea  tan injusto.
Cuando día a día me cruzo con gente pobre, gente que nunca tendrá ni una sola  oportunidad de salir de ahí, NUNCA en su vida. Cuando a diario veo esa gente que no tiene ni para quejarse, esa gente que a nadie preocupa. Comprendo que este sistema funciona gracias a su exclusión y  me hace entender que para que  yo pueda vivir como vivo cientos de ellos han de vivir en esas condiciones de abandono. El gringo se metió en la boca del lobo, apareció (sin saberlo) en un barrio marginal con su flamante cámara y el lobo le mordió. Quizás  esto no haya sido más que un acto de repartición de la riqueza. En resumen, no paseéis por el barrio del Chorro en Ipiales, detrás del mercado, es donde viven los rateros.

Para la gente un bastardo, para la poli un ladrón, para el patrón un plebeyo.
Que culpa tuvo él? que culpa tuvo nadie de nacer donde nació?
Para que luego le condenen y le exploten como a un cabrón.

Entonces, a quien matarías al padre o a la madre?
O a la puta sociedad que permite estos fraudes?
Siempre paga el mismo, siempre paga un Don Nadie.
Nacido del polvo de un borracho y de la satisfacción de su madre.

                                                                         La Banda Trapera del Rio.                                                                                                                         Nacido del polvo de un borracho y del coño de una puta.


Desde la cumbre de mi volcánico cielo, donde el hielo quema y el suspiro ahoga.  Un tenaz abrazo  mis guambras.





viernes, 8 de junio de 2012

Verde que te quiero verde



Colombia II, (Mocoa, San Francisco, Ipiales) 235 km, 6840 m+


Cerca del nuevo fin
tabú, fuego y dolor.
La selva se abrió a mis pies
y por ti, tuve el valor de seguir.

Al ánimo de brillar
la luz se adelantó
trepando montañas fuí ...

                                                                                                            Gustavo Cerati. Tabú


Hace dos horas que cayó la noche y con ella el frio. Estoy en la selva que abre la puerta a la Amazonía, en un chamizo de madera donde sirven algo de comida. En sus proximidades he podido acampar, apartado de todo y creí que de todos. Cristóbal es magistrado y dos meses atrás recibió dos tiros en el pecho, le intentaron asesinar. Sosteniendo un café me cuenta como han evolucionado en los últimos años la guerrilla, los militares, los paramilitares, la droga, etc,. Auténticas historias de terror. En esto llega el mecánico que debe reparar su auto y que le tiene allí retenido.
Trescientos metros mas allá del chamizo me abro paso en la oscuridad. Me acerco a la tienda de campaña para coger la linternay cuando me incorporo...............me encuentro rodeado de tres tipos con el rostro pintado de negro. El reflejo de la luna sobre sus fusiles bien pegados al pecho.



En un mapa vi Mocoa, estaba alejado de todo y para llegar de allí al Ecuador no aparecía carretera dibujada. Preguntando me dijeron que había una destapada (carretera sin asfaltar). Mas tarde contacte con compañeros de la cicla y me dieron detalles del camino. Parecía interesante.


Esta senda cruza la Cordillera Andina de este a oeste, son 140 kilómetros, con un desnivel superior a los 4600 metros, 4 pasos de montaña, dos de ellos por encima de los 3000 metros, el 50% de la ruta esta sin asfaltar. Este es el resumen numérico,  siempre frio. Lo que no me deja frio, a pesar de las bajas temperaturas y la lluvia soportada, es el paisaje que he recorrido. Os explico porque denominan a esta carretera “el trampolín de la muerte”.
La senda serpentea, repta, en busca de un camino que parece imposible trazar por lo escabroso de su orografía y por lo abrupto de su vegetación. Se abre paso entre  montes enmascarados unos tras otros hasta el infinito. Los frenos de los camiones sollozan la bajada, suplican que esta  termine, dándote la pista de por donde has de escalar.  Desde el sillín es difícil descifrar cual será su recorrido.



El agua recorre las quebradas  desmenuzando tierra con la misma facilidad que  lo haría con terrones de azúcar. Los puentes y caminos no soportan tanta inestabilidad y deciden resignarse a su continua desaparición y recreación. A mi paso el agua de las cascadas cubre las bielas.

La tierra herida por el tajo infringido al paso de la carretera se desploma. Descarnada, arrancada de toda vegetación, cubre la carretera dejando un lodazal en el camino. Las rodadas van quedando atrás grabadas en el barro, persiguen inagotablemente mi esfuerzo.

Alegria en movimiento

Los continuos caballitos que hace Abisinia al rodar sobre la piedra equivocada me hacen estar atento al 100% de donde piso. Has de mantenerte concentrado en todo momento, ver por donde ruedas, y manejar con un continuo balanceo del cuerpo las incesantes tarascadas de la cicla. Es agotador.

De mi cabeza caen gotas dulces y saladas, lluvia y sudor. La niebla llega con su aplomo, con su liviana y firme potencia, para caer sobre mi y echar el telón sobre el paisaje. Se acabaron por hoy las vistas de la selva del Amazonas.



Al acabar la jornada me siento mas un guerrero que un ciclista. Empapado, cubierto de barro, repleto de cansancio. Combinación que extrañamente me hace sentir feliz.

La presencia de un convoy con autos de la ONU y de la Cruz Roja Internacional me recuerda que estoy en zona guerrillera y que son estos los que están negociando con las FARC la liberación del periodista francés secuestrado. Estoy cerca de la zona donde desapareció.


Restaurante Loreni, partido en dos por el derrumbe.


Después de dos días de ciclada al llegar al valle de Sibundoy se acaban los 70 kilómetros de pista cubierta de piedras y desniveles. Ahora me esperan otros 70 de carretera cubierta solo de desniveles.

Son dos días mas para llegar a la panamericana, atrás dejo dos colles de mas de 3200 metros con un frio invernal acompañado de esa lluvia que me ha cogido cariño. Pero aquí las piernas ya encienden la señal de empty, se enciende la reserva, están vacías. Son seis días sin descanso y se amontona la fatiga en los músculos. Necesito encontrar una habitación donde descansar y un lugar donde comer como un tragón.


Como en casa.

A diario paro en los puestos de la carretera buscando a Juan Valdés, me he hecho adicto al café y aquí en Colombia no hay excusas. Un tinto (café negro) y unas arepas (masa de harina frita) me ayudan a luchar contra el frio y el hambre.

Tras un mes apartado de la Panamericana vuelvo a la carretera principal. Desaparece la tranquilidad, has de estar pendiente del tráfico y masticar chicles de monóxido de carbono que te escupen a la cara los tubos de escape de los autos.


Una rampa de quince kilómetros me regala treinta de bajada espectacular, luego serán cuarenta de subida. Todo lo que sube baja. El paisaje es grandioso, descensos de casi 2000 metros abren profundos y verticales valles que ahora disfrutas en la bajada mañana será en la subida.


De este modo llego a la frontera con Ecuador y por fin me tomo un día libre con agua caliente después de mas de un mes y medio de ducharme con agua fría!!!!. Han sido pocos kilómetros pero muchísimo desnivel. Lo que se avecina parece ser mas de lo mismo. Estoy en el medio de la Cordillera de los Andes y voy hacia el sur sobre esta inmensa montaña rusa.





Cuando decidí comenzar este viaje tenía claro que quería enfrentarme a algo desconocido; a conocerme desde la soledad. El itinerario debido a diversas “revoluciones sociales” se alteró en varias ocasiones, pero no así la decisión de partir solo. Después de más de once meses de viaje, de haber cruzado Norteamérica y Centroamérica y bajar raudo al encuentro del Ecuador de la tierra en bicicleta, disfruto mucho de mi compañía, de la libertad de viajar solo y de estar siempre de acuerdo con mis decisiones, aún cuando me pudieran parecer erróneas. Cierto que en ocasiones echo de menos tener alguien con quien compartir esta experiencia. A día de hoy, reconozco no ser uno de esos viajeros de larguísimo recorrido en solitario. Estoy fuera de mi hábitat. Soy como el pulpo; “animal de compañía”.

¿Qué podemos ganar viajando
hasta la luna si no somos capaces de cruzar el abismo que nos
separa de nosotros mismos?
Este es el más importante de todos
los viajes de descubrimiento, y sin él, todos los demás no sólo
son inútiles, sino desastrosos.
                                                                                            T. Merton



 Esto no deja de ser un aprendizaje diario en el cual te das cuenta que todo tiene la importancia y la fuerza que tu le quieras otorgar. Sigo disfrutando todo lo que me dejo, que no es poco, y vivo el momento con tranquilidad. Y es que en el viaje nunca estas verdaderamente solo. Cuando en mitad de la noche crees que lo estas, te rodean tres tipos armados, vestidos de camuflaje, identificándose como miembros del Ejército Nacional en lucha contra la guerrilla.  Una vez pasada la impresión no te queda mas que compartir un rato de charla y  bromas.
Última hora; la mitad de las fotos de esta etapa se han “perdido”, mas detalles en la próxima entrada; “Sucedió en Colombia”.



Desde la alta altura de mi cielo, donde observo y tomo conciencia de lo extenso y profundo de este continente. Un abrazo vacano vecinos.





Desde aquí quiero compartir con vosotros algo que leí en el blog de Lontxo. Quince años sobre su bici recorriendo mundo lo abalan.  Fue leerlo y transportarme en el espacio y el tiempo.                        http://munduanbarrena.blogspot.com/




"... hace ya unas semanas que crucè la Gran Frontera y estoy atravesando ahora las tierras àridas y ocres del norte de Arizona y sur de Utah. Acampo hoy en un promontorio, cerca de la carretera pero oculto de ella, entre arbustos y àrboles bajos. Mirando solo a los troncos leñosos y secos casi se diria que estan muertos, pero no, no lo estan. Agujas verdes cubren la ramas, hay frutos, unas pequeñas bolas grises, y plantas aromàticas cubren la tierra roja que los rodea. El aire huele a limpio y nuevo, a humus y a bosque. Veo una luna que pronto serà llena desde la entrada de mi tienda. Esta es mi vida ahora. Durante el dia atravesar tierras semi vacias, que parecen no tener fin. Por la noche acampar en bosques o desiertos, cocinar, y leer o escribir un poco si es que antes no me vence el sueño. Los dias son secos y soleados, las noches frias. El lobo solitario que llevo dentro se alegra de esta vuelta al monte y a los ritmos silvestres y huraños. Casi le escucho aullar, haciendo eco a los coyotes que por aqui rondan. Otras veces en cambio calla y mira en silencio, impresionado por la fuerza mìtica de estos paisajes inmensos, por su belleza casi irreal. Este lejano oeste es asi: lejano y salvaje todavìa y mucho màs hermoso en la realidad que en ninguna  pelìcula.
Mi otro lobo sin embargo, el màs gregario y sociable, echa de menos el roce, el bullicio y el idioma, y se acuerda mucho de la Amèrica de ustedes, de la Amèrica Latina..."


Salt Lake City, 2012ko apirilak 26