ENCONTRANDO EL SUR II

Metraje: 480 días aprox. Nac: Mundana, Genero: Realiti de aventuras, Catalogada: No recomendada a familiares cercanos.

Si hay algo que une a todos los seres humanos es el deseo de ser felices. Esta voluntad es el motor que activa y determina muchos de los pasos que van a dar Abisinia y Van Birloq en este largo viaje.

La falta de esperanza comienza a recortar sus sueños. Aburridos de esperar y de seguir esperando, de que nada cambie y de que nada venga, deciden perder el miedo a la vida y comenzar a trazar el boceto de su destino. Juntos parten en un viaje que les lleva a recorrer el continente americano restándole importancia al que y dándosela al como.

Este documental reúne la sabiduría y experiencias personales de esta ecléctica pareja en torno a un tema tan universal como es la búsqueda de la felicidad.

El sol de Rio Negro, edición de la mañana.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Diarios de Bicicleta




Chile y Argentina IV, (El Bolsón, Futalefú, Coyahique, Cerro Castillo) 772km, 7040 m+


“Solo en movimiento la vida muestra su verdadero valor, muestra la cara oculta del asombro.”
                                                                                                  
                                                                                                                       Cesar González Páez



Las piedras, pulidas por el agua del rio, dibujaban un círculo cuasi perfecto. Construían una muralla entre los vestigios de una hoguera y el resto del pasto. Tapados por las cenizas pude observar papeles manuscritos a medio consumir por el fuego. En un  acto de curiosidad me acerqué a ellos.

Rápidamente descubrí que esas innumerables hojas sueltas contenían vida. Llenas de tachaduras y de anotaciones desordenadas, parecían formar parte de un borrador de lo que podría ser el diario de un viajero.

Pregunté al gaucho que merodeaba el lugar, de quien eran los restos del banquete. Félix intuía que podrían ser de unos rodamundos que hacía dos días le habían comprado un cordero y asado allí mismo.

Creo que merece la pena compartir con vosotros este paseo al interior del viajero. Voy a intentar transcribir fielmente cada palabra de estos legajos. Si omito alguna frase es por inconclusa, al ser parte de ella consumida por el fuego, o por ilegible al estar corrida la tinta.

Incluyo, en cursiva y entrecomillada, anotaciones que existen en los márgenes y entre líneas, aunque puedan parecer sin sentido al estar fuera del contexto de la narración.

Os dejo con el diario de Van Birloq. Quien sabe si algún día me lo encontraré en el camino, parece que está cerca.




DIA 459  

Escribo desde el interior de la carpa. Hoy me ha resultado difícil entrar en ella. El cielo, ahí fuera, está saturado de estrellas y no quería encerrarme. A pesar de la humedad que desprende el lago, creo que no voy a volver a montarla en noches como esta.

Hace unos minutos, mientras observaba la noche llenándome de energía, un latigazo golpeo mi espalda. Una angustia hueca, pasajera, cruzo mi estomago llenándolo de vacío. Se quien fue, ha sido el fin del viaje, quien a traición, me ha golpeado dejándome grabada una respuesta; No quiero perder esta libertad.




“Cena al fuego, baño en el lago. Tiempo de disfrute, tiempo de veraneo.”

“Lo difícil no es saberse libre, lo difícil es saber disfrutarla”

Hace veinte meses, antes de partir, sabía lo que no quería, esto siempre es lo mas sencillo.  Ahora tengo claro lo que quiero. Este modo de vida donde lo poco se hace mucho, donde la austeridad viaja agarrada de la suficiencia, me hace feliz, no quiero abandonarlo.

“He pagado mis deudas, he cortado mis ataderas, las puertas de mi casa están
abiertas, he olvidado mis amores: ¡soy libre, y me voy por el ancho mundo!
En cuclillas, agrupados en su rincón, los otros tejen la tela gris de sus vidas,
o cuentan su oro entre el polvo, o beben su triste vino, o cantan lánguidas
canciones: y me llaman para que regrese a su lado.
Pero yo he forjado mi espada y he vestido mi armadura, y mi caballo piafa de
impaciencia.”
¡Soy libre, es la mañana y parto a conquistar mi reino!.
                                                                                                  
                                                                                                                      Tagore. El aventurero


DIA 460 

Ayer salimos del Bolsón cinco ciclistas. Nadia, Jose, Liesbeth, Arthur y yo. Tras vivir el descanso del guerrero, veinte días para quinientos kilómetros, vuelvo a la ruta. Me levanto con dolor en todos los músculos y articulaciones del cuerpo. El virus que despidió el año conmigo, me ha dejado valdao.



Pero como siempre la “Quitapenas” responde, por algo la llaman así. Veinte minutos después, cuando empiezo a sudar, mi cuerpo comienza lentamente a volver a la normalidad.

El paso del tiempo y estas carreteras están deteriorando el material a marchas forzadas. Ayer rompí otro radio, le sume un pinchazo, uno de los palos de la carpa se partió rasgando la tela, de las cremalleras no hablamos, de los agujeros en la ropa que contarte y hoy a Nadia se le cayó una alforja, Liesbeth reventó dos cubiertas obligándola a subir la bici a un carro, etc……..



Nada que no pueda hacer olvidar un buen baño entre los cañaverales del lago y un fuego donde reunirte a charlar.

Hoy para despertar un cielo azul, y un manso viento endulzaron el desayuno. Pero la alegría dura poco en la carpa del rodamundos. El lago hace honor a su nombre y unos minimosquitos me han machacado las piernas y  la moral. Termino el desayuno apresurado y salgo al camino.


El sol quema la piel, acá pega con mucha fuerza y ya es el segundo día de mas de 35ºc. Después de veinte días de lluvia agradezco estas quemazones en sandalias.

La carretera se enreda entre un mar de alerces. Encuentra el avance serpenteando entre el costado del rio y los montes nevados siempre pintados por la espectacular luz de estas latitudes  que hacen las maravillas del fotógrafo aficionado.

El baño en el lago al finalizar se está convirtiendo en algo tradicional. En esta ocasión esa agua que cae del monte esta helada. La belga parece no tener frio, ni conocer el miedo, aparece en medio del lago ante el asombro de  los restantes. 



Cena comunitaria alrededor del fuego. Han aparecido unos ciclistas de Córdoba y allí mismo liamos dos buenas perolas de arroz con lentejas. El secreto esta en la salsa. Desde hace meses viajamos con un laboratorio. Arthur porta una bolsa con al menos doce tipos de especias diferentes. Cada noche elige uno de nosotros la combinación de ellas que acompañara la salsa de la cena.



Siento como se acerca la fatiga, mis ideas se espesan y los golpes de dedo sobre el teclado se ralentizan. Por esta noche ya basta de escribir. Apago la luz de mi frontal, doblo la cazadora, que una vez mas servirá de almohada, y al abrigo de estas paredes plásticas, que son mi casa, me doy las buenas noches. Desde los auriculares La Bersuit acuna mis sueños con canciones como esta,

“No hay fracaso mas rotundo que haberse venido al mundo pa´morirse y nada mas”

DIA 461 

Pasan los días de que partí y mis gastos disminuyen. Ahora mismo me resulta mas rentable vivir en la bici que en Madrid. Continuo con un presupuesto de unos 300€ por mes, viviendo una austeridad llena de caprichitos, no deseo mas de lo mucho que tengo.

Para continuar la tarde me dedico a las labores de mantenimiento. Agarro aguja e hilo y me coso la badana del pantalón y los agujeros de los calcetines, solo tengo un par.



Este anochecer el humo de la leña llegaba envuelto con aroma de choripan. Alrededor de unas brasas, de una mesa y de una guitarra nos reunimos los ciclistas.



Los franceses se muestran, acaban de poner su curriulun mundi sobre la mesa y proyectan su figura, la belga disfruta de su cuerda locura saltando el fuego agarrada al charango, los argentinos se susurran un amor a base de te quiero y yo conjugo mis sentimientos en presente. Me quedo aquí solo esperándote, te echo de menos.



DIA 462

Viento del noroeste, la temperatura máxima fue de 33ºc, la mínima de 9ºc, 82 kilómetros de ripio, 1050 metros de desnivel, 4 horas 30 minutos sobre la bici. Tomé una ducha.

DIA 463

Esta mañana he cruzado una vez mas los Andes en esta relación de amor sin odio que nos une desde hace meses. Ha sido el cruce mas bajo desde que comencé el viaje. Un valle abierto y sombreado por multitud de cerezos  es el hogar donde habita un viento que se nos enfrenta con cara de delincuente.



El rio baja con prisa, laboriosamente se abre camino entre unos cerros que de a poco son roídos por su cauce. Los troncos de lo que antes fueran espigados arboles yacen en la orillas o se retuercen en medio del curso amontonándose en pequeños islotes. Su voz se repite en el paso del tiempo tarareando siempre la misma canción.

Hoy he descubierto un almuerzo gourmet. Pan, queso cremoso y manzana. Ya era hora de dejar atrás el picadillo de carne que a saber que mierda lleva dentro.

“Cruzamos la frontera para entrar en Chile como malhechores, escondiendo a los registros la miel, el queso….siempre fuera de la ley?”



Al llegar a Chile descubrimos, de nuevo, que la tarjeta visa no funciona por estos lares. Liesbeth nos salva al Arthur y a mí con un préstamo. Importante, la master card si funciona.

Y hablando de dinero, el costo de la cena de hoy han sido 5 € para 6 personas. Cenamos reducción de pasta con lentejas, acompañado con hortalizas del huerto, es decir con cebolla, tomate y pimiento verde, todo esto regado con burbujeante agua del grifo.

A última hora  de la tarde se unió Nacho al grupo. Uno de los cordobeses con los que habíamos cenado días atrás se quedo colgado y acá se enganchó. Desde el primer momento ha hecho buenas migas con la pareja argentina, esto ya parece una comuna. Somos seis.



El cielo no soporto mas el peso de las nubes. Súbitamente se desplomaron hasta acostarse sobre el lago tapando el horizonte, vistiendo la tarde de gris.

DIA 464 

Olor a domingo, perpetuo el rumor de la lluvia.

Una alianza de agua y viento hace retrasar nuestra partida al sur.

Observo montes, lagos, y veredas y no sé volver a mi tierra, no sé cual es, no sé donde se encuentra, no hallo camino de vuelta. Aprendí a caminar sin miedo, saltando  cercas, vadeando ríos, soportando tormentas. Todo lo dejé atrás, siento que nada me espera. Pasado el tiempo aparece el olvido, se abandona la esperanza del todo llega.




DIA 465

Anoche antes de irnos a acostar recibimos la visita de los gendarmes. Desde hace dos días estamos atrapados por las fuertes lluvias en Futalefú y habitamos un salón de actos en desuso. Vieron las luces, se acercaron y nos invitaron a abandonarlo. La lluvia y poco de palabrería les reblandeció.

-  Mañana, este como este el día partís a la mañana. - La verdad, me quedó claro.




Comenzamos a rodar por la famosa Carretera Austral. Muchos meses oyendo hablar de ella y aquí estoy. No defrauda, los lagos se suman a las montañas copadas de  arboles. Lo enigmático de la niebla y la lluvia le dan un mayor talante, en tanto los glaciares empujan a las nubes para dejarse ver.

No paro ni para comer, las horas continúan entre la tarea de dar pedales e intentar levantar la mirada del suelo, el ripio y la lluvia no lo ponen fácil. Juego de equilibrismo bajo la atenta mirada del zorro.



Empapados llegamos a Sta Julia, dos horas nos lleva encontrar donde dormir, y la humedad ya se ha colocado muy dentro de mi. Horacio nos deja un techo que hace las veces de garaje. Gracias a que su carro se rompió y está en el taller lo podemos ocupar e intentar entrar en calor a base de sopas. Gran tipo Horacio, quien a la mañana viene a visitarnos y expulsar tanta palabra retenida por el tiempo, por la falta de nuevas orejas que escuchen con atención su cadencia argentina, sus añoranzas, sus frases repetidas. 

“Poco y na´somos para perdernos en odios, para olvidarnos de los abrazos.”

DIA 466

Anoche cenamos los europeos solos, los argentinos con peor equipamiento acabaron empapados, sus alforjas también,  y tuvieron que ir a un hospedaje.



Cuando viajas con tanta gente se forman subgrupos. Afinidades afectivas y culturales te ubican. Los ritmos pueden ser parecidos pero nunca iguales. Mostrar transparencia y determinación en lo que quieres es de gran ayuda para avanzar en compañía. De otro modo algo tan lindo como compartir puede terminar en un infierno. Yo por mi parte lo saboreo y lo vivo como una gran experiencia.


                                                                                                                                         Foto Liesbeth

Comenzamos a rodar Liesbeth y yo solos, ayer el Arthur llego en furgoneta al pueblo. Ha roto de nuevo el cambio trasero, y hoy parte a dedo en dirección contraria en busca de repuestos.



Envueltos en humedad transcurre el día. Lucha entre la borrasca y el anticiclón que termina en tablas. Un poco de llovizna y otro poco de entresol.

Esta tarde ha sido buena, en menos de una hora encontramos el contacto que nos va a llevar a pasar la noche bajo techo. Chela es el encargado del polideportivo, y es él mismo quien nos lo niega para ofrecernos su quincho donde se reúne con los amigos para celebrar asados. Su casa es nuestra. Cuanta humildad y bondad juntas en una persona.



Aprovechamos las cuatro paredes y el fogón para secarnos bien y hacernos una cena espectacular. Carne de ternera con arroz y verduras, cocinada al disco. Agárrate y no te menees, cena para nueve que se cenan cinco.



“Comiendo menos al mediodía y quitando de mi dieta el picadillo me siento mejor”

DIA 467

Hoy es un día como todos los demás, diferente al de ayer.

Me levante con urgencias estomacales, pero aquí no hay donde. El jardín de Chela no es buen lugar donde dejar este cadáver. Furtivo, me escondo tras unos matorrales, una bolsa plástica ya contiene mis desechos. Silencioso paseo hasta la papelera mas cercana. Pensé que no salía vivo de esta.




Una mirada cómplice al son de las tres primeras pedaladas desvela una sobredosis de felicidad. Estamos una mañana mas en la ruta, acompañados de un cielo blanco que nos acerca el horizonte, sobre un terreno de ripio húmedo una exuberante vegetación nos hace el paseíllo.

Hoy creí que vendrían a visitarnos las hadas, los elfos o cualquier otro tipo de habitantes del bosque. La arboleda recorre la plenitud de las laderas hasta tocar el lago, las cascadas se precipitan cientos de metros, y espesa, la nube, se enreda entre las copas de los arboles.



Con la compu me acerco a la oficina de turismo y enganchando internet me comunico con casa. Seguimos de hospitales y de quirófanos. Dura la distancia.

Puyuhuapi está a nivel del mar, y su puerto esta bañado por el océano Pacífico. Un fiordo se encarga de acercar parte del sustento a esta villa de pescadores y ganaderos. Allí vive Maurelia quien nos hospeda en su camping al borde del mar, y con gran generosidad nos ayuda a vivir una vida mas confortable.


Paseo sobre calles sin asfalto, saboreo el olor a tierra húmeda, apoyo la mano en el viejo pomo de hierro y empujo la puerta del ultramarinos. El turismo no le ha acercado la modernidad aun a este establecimiento que conserva el aroma de tienda antigua. No hay carteles de colores colgados por las paredes, ni precios que terminan en noventa y nueve, lo que necesitas te lo da Gloria agarrándolo de las estanterías que hay tras el desgastado mostrador de madera. Se levanta de la mesa camilla, se acerca al fogón y prueba un sorbo de su guiso antes de atenderme, por su gesto se diría que le falta sal.

Dos kilos de harina, dos cabezas de ajo y un poco de levadura en polvo. Mecido por las olas, envuelto en el aroma a sal, transcurre el tiempo en proporciones suaves, dulces.



La cocina económica esta esperándonos, la leña arde en su interior calentando el horno que nos dará como fruto pan de ajo y pizza.  

“Como hornea la Nadia, como le da al disco el Jose !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!, como comemos”


Mis piernas cuelgan del embarcadero, la marea lo balancea suavemente. Al frente, trochas de monte paseadas por lobos. Van corriendo con las nubes enredadas en sus lomos, van abriendo un cielo de luna y estrellas.

DIA 468

Hoy ha salido el sol, bravo!!!!!.




La senda, secando, expulsa una leve cortina de vaho, la rana croa. El camino bordea el océano y desde las orillas observo el zambullir de las focas buscando siempre la pirueta perfecta, en tanto, los delfines, en melodiosa danza, se divierten en un mar pausado. Mis ruedas giran.

La soledad, la meditación sobre los pedales, me baja en ocasiones hasta las profundidades de una mina de recuerdos. No sé como pero me llegan a la mente con gran claridad momentos concretos, algunos de ellos sin aparente importancia, ya vividos en mi vida. Siento vivirlos de nuevo de modo intenso. Me parece increíble.




Día tranquilo de poco rodar. Aparece el Arthur con su bici medio reparada. Saludos, abrazos, le haceos corrillo y nos cuenta las sorprendentes historias que ha vivido en estos días de ausencia para conseguir un cambio nuevo. Que grande es encontrar la bondad de la gente. Sabré devolver tanto a esta vida? Siempre me hago la misma pregunta.

                                                                                                 Foto Liesbeth


Al borde del rio, entre las llamas de un fuego conciliador, se consume otra noche que me acerca a un principio y me despide de un  fin.  

DIA 469

Alerta, alerta !!!!!!!!!!!!!!! Dormimos en el cauce del rio y el amanecer llega con lluvia. Rápida recogida de los sacos, las plumas se han mojado y esta noche no calentarán. Desayuno bajo la lluvia, un café caliente y un poco de pan con mermelada de mora. Suficiente para dar pedales y pasar hambre durante todo el día.

Rechina el ripio entre las ruedas, las gotas caen rítmicamente, su reincidencia acaba convirtiéndose en  silencio y este se apodera del paisaje.



Las hojas de los días 470 y 471 nunca aparecieron.

DIA 472

Un sol frio llega recién alumbra la mañana.




El camino transcurre sobre una carretera de asfalto. Rodeado de imágenes que parecen sacadas de postales avanza este acalorado día.

Me quedo solo en la ruta,  es día de fotos y de múltiples paradas. El camino no tiene prisa por llegar a su destino. Poco a poco voy aprendiendo a saborear en tragos cortos la esencia de cada jornada. Saborear lo que vivo en el momento, sin la ansiedad por llegar a algún punto del mapa. Estos detalles me hacen sentir la plenitud del viaje, siento algo que debe ser parecido a la libertad.

La tarde la pase de mantenimiento, cambio la cadena y ajusto los frenos. Intento mimarla, los kilómetros se notan cada vez mas.




He tenido acceso a internet y al abrir el correo me encuentro tres mails juntitos. Son de tres personas que jamás he visto, de tres viajeros de bicicleta de largo e intenso recorrido, de excelente filosofía viajera. Siento en cada una de sus palabras amistad y  cercanía.

Me encantaría cruzarme algún día en la ruta y compartir un amplio silencio con Lorenzo, cruzar una mirada cómplice con Salva al paso de una chica y mezclar mis estruendosas carcajadas con las de Nando. A todos ellos gracias por su camaradería y por su cercanía.




Cenamos panchos. Jorge ha  montado una casa de ciclistas y nos deja su lavadora para tomar un poco de aire fresco. A la noche los argentinos proyectan Torrente en una de las paredes, me tomo un roncito mientras escribo estas líneas, ellos ríen, se piensan que esto es Bamby.




Esta mañana me despertó el aleteo del colibrí. Hacia donde se dirige él ahora?

DIA 473

A las cinco y media comenzó a amanecer.

Recuerdo el primer golpe de luz y mi siguiente recuerdo es una mezcla de olores. El olor a humo de la chasca y el del café. Ahora tomo café todas las mañanas. Lo primero que hace el primero que se levanta es hacer un fuego y poner a calentar agua para hacernos un café colado.




Partimos tarde, (tarde para qué?). A las 15:30 salimos a pedalear con un sol de justicia. Comienza de nuevo el ripio y en un kilómetro crashhhhhhhhhhhhhhh, el eje trasero se ha partido dejando dos radios suspendidos en el aire. Respiro hondo, destenso un par de radios y me evado tomando algunas fotos. Un diente del plato grande me agarra el pie arrancando una porción de carne, sangro y la sandalia se tiñe de rojo. Las flores que rodean el camino dan mucho color y también alergia, no paro de estornudar casi no puedo abrir los ojos, no paro de estornudar. Me encuentro al Arthur inclinado sobre su bici tirada en un puente, ha vuelto a romper el cambio. 



En este vivir espasmódico hay días donde todo se rompe, las cosas no salen muy bien y solo tu saber estar por encima de las circunstancias te puede salvar el día.

Una población aparece donde no esperábamos nada, Villa Ortega se llama. La jornada ha sido difícil pero aun así hemos sabido sobreponernos a las dificultades, ayudados otro día mas, todo hay que decirlo, por un paisaje de ensueño. Un placer montar en bici por estos lares y con estos compañeros.


Aprovechamos para comprar un vino, después de superar tanto sufrimiento la cena se merece un brindis. Detrás de una verja aparece el resto de la pandilla. Nos avisan de que están en una casa de lujo, tenemos duchas y podemos acampar libremente.

“Se nota la tensión en Nadia y Jose, quieren estar solos y la cercana compañía de Nacho les supera.”

A las diez y media, abandonando la tarde sus colores llega una noche desbordada por el olor de estrellas. No quiero juerga, el saco y La nausea de Sartre me esperan.

 “Y aquí sigo juntando letras, burlándome de la realidad, contando la que vivo, contando la que siento.”






DIA 474

En un despiste de la noche, emerge insurrecta la aurora esparciendo débiles sombras sobre los pastos. Las nubes, grises, empujadas por el viento se aproximan amenazantes.


Un ronroneo gaseoso anuncia la falta de gasolina en la botella del hornillo. Mi perola de aluminio hace tiempo que dejó de brillar. Su ubicación en la alforja delantera le ha concedido una amplia colección de abollones de diferente aspecto, y el tiempo pasado entre las fogatas la ha tiznado de un negro prieto. No obstante, espera como cada mañana bañar en agua sus tres puñados de avena acompañados por una espolvoreada lluvia de leche en polvo y una no generosa dosis de azúcar. Va para año y medio desayunando gustosamente casi todas las mañanas lo mismo.

En Coyahique reparo mi bicicleta, encuentro un eje trasero nuevo, Liesbeth encuentra un plato mediano usado y Arturo encuentra otra camioneta que le trae hasta  la puerta de la tienda. Esta vez ha destrozado totalmente el cambio trasero a 30 kilómetros de aquí.




Somos demasiados en el pelotón, quizás no demasiados pero alguien no conoce la medida de la distancia y eso hace que el engranaje de todo esto comience a chirriar. Tumbados en un parque de la plaza decidimos partir de un lado los europeos y de otro se disuelven los argentinos. Todo bajo un dialogo claro y sincero que nos separa y al mismo tiempo fortalece nuestra amistad, nos acerca aun mas.

Partimos de una pequeña ciudad que se nos hace grande, demasiado ruido. Una cascada, un rio, saltamos una valla, acampada, cena exótica.

“Se consume el arroz, se agota el agua, desaparecen los panes y los años.
Se nos caen los días.”




DIA 475

Con los sacos de dormir húmedos debido a la proximidad del rio, con el ron golpeándome las sienes, y el sol tostándome como un chancho me levanto con la urgencia de encontrar el papel del baño. 

Somos tres, comparto mi camino con Arthur y con Liesbeth.

Son muchos ya los meses que convivo con Arthur, y cada día me sorprende mas la complicidad que hemos llegado a tener. Si he de ser sincero nunca aposté que pudiéramos llegar a este punto. Pero ambos hemos hecho evolucionar esta relación a través del respeto y la confianza desde el primer momento. Son muchas las horas de conversación, donde nadie juzga, nada trata de modificar a nadie. Una vez llegue a su mundo solo espero que los que bien le quieren piensen que he sido una mala compañía para él. Todo mi respeto amigo.




La nueva, la Liesbeth, es belga, viajera solitaria, de carácter impetuoso y profunda locura. Su cabello trigo espigado, apenas cae sobre su frente reprimido por una alborotada coleta, sin llegar a tapar el azul de unos ojos que brillan como cielo anticiclónico. El arco de sus rizadas sonrisas se embrolla con las curvas de la carretera ………… lo dejo que esto ya me parece demasiado cursi.




Parten la chica y los dos chicos, que nunca se pelearan por ella, disfrutando de la soledad compartida.

Me tiro la cuesta abajo, las manos abandonan el manillar transformándose en puños que golpean un pecho en el que no entra mas vida, mas ilusión por disfrutar ese mismo momento que me regala un paisaje al que soy altamente permeable.




“Subido en un loma, en cuclillas, contemplo el horizonte y escucho el viento. Desconozco si este viento que me empuja, será capaz de salta montañas y cruzar océanos para llegar hasta donde tu estas, para acariciar tu rostro.”



El gaucho Félix


Un cartel anuncia “Se venden corderos”, alguien puso letras a nuestro sueño. Frenazo en la bajada y sentados a la sombra de un libro esperamos la llegada del gaucho. Con él aparecen Nadia y Jose, de nuevo cinco para el festín.




Se inicia el ritual, lazo al aire, cuchillo en la yugular, sangre  y muerte.





Cordero asado a dos fuegos, banquete de vino y carne, afloran notas arrancadas de una guitarra, los poemas del Estravagario de Neruda pasan de mano en mano,  acariciados de boca en boca vuelan, erizados escuchamos silenciosamente mientras los vemos nacer, el vientre arde.




El amanecer  nos empuja a dormir…………….

“El viaje es tan grande como sea tu capacidad de vivirlo, de interpretarlo, de darle sentido.”

Apagando la luz del frontal acaba la melodía de este día. Antes de encajar el último respingo de frio me arropo con las nubes de mi cielo, y acostado sobre unos versos  que me sirven de almohada sueño el poema que nadie escribió.  Un abrazo recopado changos.






A continuación otro texto que aparecía en una hoja diferente al resto, el color de la tinta es diferente al utilizado en el resto de páginas. Aun estando fuera del diario y no tener un orden cronológico, no esta datado, he querido rescatarlo. El texto es el siguiente;

El viaje sigue dándome respuestas.

Me encuentro comodo, me gusta cuando estoy rodeado de locos, de esos locos de corazón animoso y de sonrisa perpetua. Esos que nunca dejaron matar  al niño que llevan dentro y que con un solo golpe de corazón son capaces de dar la vuelta al mundo que les rodea.

Aquellos que se columpian de forma elegante entre lo formal y lo frívolo, aquellos para los que las horas no tienen siempre los mismos minutos,  capaces de bailar un tango solos y un chacarera agarrados, de ponerse la ropa de los domingos los lunes, y celebrar el día de la madre cuando se les pone en las narices. Capacitados para hacerte un verso con un pedo y de la vida un poema.

El miedo a fallar no amordaza sus sueños, no tienen que demostrar nada a nadie y saben que pueden acariciar su utopía solo a través de la locura.

“Esa misma noche me abriste la puerta de aquel país.
 Tenía el tamaño de un corazón.
 Fue en la última hoja de mi pasaporte
 donde estampaste el sello de tus labios rojo rabia.

Una vez dentro,
me instalaste cerca de la llaga de aquel muro
que estabas derrumbando.
Recuerdas?, te alejaba de ti, decías.

Disfrutamos días con dos noches
y noches de tres primaveras.
No había medida de tiempo,
latíamos en lenta rapidez.
Vivimos dormidos y despiertos.

Desfilábamos ante la primavera de tus sueños,
veraneamos en tus deseos,
paseábamos desarropados por el puente que unía
el otoño de mis miedos con el invierno de tus celos.
Nada estaba escrito, todo era posible.

Excomulgado por decisión propia de tu religión,
llegó el nuevo día de mi destierro.
Huí ?.

Y ahora qué voy  hacer sin ti?
Y mañana qué puedo hacer contigo?”

                                                                                                         Van Birloq, Teland

Que me perdonen los escritores, los poetas, las gentes de letras, por permitirme jugar de este modo y manera con las palabras.