ENCONTRANDO EL SUR II

Metraje: 480 días aprox. Nac: Mundana, Genero: Realiti de aventuras, Catalogada: No recomendada a familiares cercanos.

Si hay algo que une a todos los seres humanos es el deseo de ser felices. Esta voluntad es el motor que activa y determina muchos de los pasos que van a dar Abisinia y Van Birloq en este largo viaje.

La falta de esperanza comienza a recortar sus sueños. Aburridos de esperar y de seguir esperando, de que nada cambie y de que nada venga, deciden perder el miedo a la vida y comenzar a trazar el boceto de su destino. Juntos parten en un viaje que les lleva a recorrer el continente americano restándole importancia al que y dándosela al como.

Este documental reúne la sabiduría y experiencias personales de esta ecléctica pareja en torno a un tema tan universal como es la búsqueda de la felicidad.

El sol de Rio Negro, edición de la mañana.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Días de asado, vino y siesta



Argentina II (Cachi, Cafayate, Chilecito, Rodeo, Uspallata, Mendoza) 1423km, 11190 m+


Sucede que soy y que sigo.
                                                        
                                                                                      Pablo Neruda . Pido silencio


“Aquí estoy, lector, otra vez sobre las blancas cuartillas buscando asunto. Es una verdadera esclavitud esto de tenerse que comunicar de tiempo en tiempo con el público; ¿Qué remedio?. Lo mejor, claro está es escribir uno cuando se le antoje y sobre lo que se le antoje y entérese bien. Es mejor hacer con los escritos un amigo, un verdadero amigo, que no cien meros lectores.”

                                                                                             Miguel de  Unamuno. Soliloquios

Normalmente una entrada engloba un periodo de tiempo de unas dos semanas de andanzas. Esta que vais a leer, o simplemente echar un vistazo rápido a las fotos, transcurre durante un mes. No encontré tiempo, ganas, momento o inspiración, para hacerlo de otra manera. Advierto que seguirá un orden cronológico solo en su principio y fin, el resto serán historias mezcladas en el tiempo, porque verdaderamente no están sometidas a él. Surgieron del azar, son hijas de un mes en el cual la vida pasa sin orden ni quien tenga ganas de ponérselo. Y es que una buena siesta tiene la virtud de cambiar cualquier tipo de planes.

Ahh olvidaba, otra advertencia también quiero hacerles. Si están esperando encontrar las hazañas de un ciclista aventurero, en esta ocasión se han equivocado de blog, han errado en su elección. En esta entrada encontrarán las venturas y desventuras de un Ciclista Bodeguero, que cambia el sufrimiento entre montañas andinas por la juerga en sus valles.



Ahora si, ahora estoy aquí y digo…………..

…….unos días de descanso en Cachi con la familia del Hostel Viracocha fueron suficientes para un cuerpo que nunca llegó cansado. La euforia seguía atiborrando mis venas, y mi corazón quería explotar. Ni los hermosísimos atardeceres que día tras día m regalaba el monte Cachi, ni mi pertinaz dolor de espalda podían retenerme.



Echarme de nuevo a la senda era el mejor remedio para dejar atrás días de relax. La Ruta 40 con su poco transito debido a la ausencia de asfalto es la mejor de las opciones para seguir en solitario, algo que ahora disfruto y necesito.

Miguel “el Gaucho” me da cobijo bajo un algarrobo. Allí vivió él durante dos años. Un grifo y una conexión eléctrica atornillada a una rama son sus servicios básicos. Finalmente un viento Sonda incansable me echa a la caseta donde él ensilla a los caballos, a esta le falta el techo, la luz y el agua, pero sus cuatro paredes son un acogedor hogar para mi.
Después de haber compartido una sabrosa cena y una excelente conversación sobre filosofía viajera con la familia gaucha, al despertar, me encamino hacia la Quebrada de las Flechas.



La piedras en finas rodajas han brotado de la tierra, oblicuas se apoyan unas sobre otra, como fichas de dominó a medio caer, consiguiendo así llegar a un equilibrio de frágil apariencia. La forma puntiaguda que las corona da nombre a este espectacular paraje. Tengo agua y el lugar lo merece, porque no aprovecharlo para  vivir acá un atardecer?. Decidido a dormir entre tanta belleza geológica planto la tienda –hoy si- bajo un algarrobo, al remanso de las cabras. Pegado al rio espero que la noche llegue.




Humeante la cacerola, la cebolla comienza a freír, el olor a comino baña el ambiente y ya queda menos para cenar. Este momento ceremonial del día después de tanto rodar y rodeado de naturaleza es un placer indescriptible.

Me duele la caricia del viento. Él ha barrido mis energías y llego apurado al final del día. Esta noche el cansancio se queda a dormir conmigo. Legañoso y con el pelo alborotado despertamos abrazados. Demasiado trote para una tienda tan pequeña.



Un espíritu vacacional adereza el desayuno, no tener que enfrentarme a la tarea de ascender grandes desniveles y el clima primaveral que me acompaña están dando otro sabor a esta etapa del viaje.

También he descubierto que existe una gran diferencia entre ser lento y hacer las cosas relajadamente. Desayuno y recojo, todo a mi ritmo, esto me lleva mas tiempo de lo habitual pero me permite saborear aun mas cada trago de aire. A escasos metros, recién comienzo a rodar, observo al cóndor. Una tropa de pajarracos me sobrevuela. Si el paisaje era lindo esta es la guinda, los tengo al lado.



"No pintaré más la flecha
que se mira en la gota de agua
que tiembla en la mañana
cuando silba en el viento.
Ya no pintaré más la flecha
ni la hora escrita
que el columpio se lleva
con su risa,
prefiero escribir las palabras solas,
solas palabras
que han de cantar tu nombre"

                                                                                      Pablo Picasso / Enrique Morente











Son muchos los kilómetros acumulados sobre ripio y combinados con este viento argentino que no conoce de rumbos, ni de horarios, parecen aun mas. Sumido en este combate mental llego a Cafayate, tierra de bodegas y de viñedos que dan color a un paisaje que ya lo necesitaba.


Y en Cafayate me encuentro con “la Gabi”. Habíamos compartido dormitorio en Cachi y nos encontrábamos de nuevo. La entrada al hostel simplemente triunfal, recién rodados unos 80 calurosos kilómetros estaban con la mesa servida a punto de comenzar a comer. Hay un plato mas para el ciclista y no hay duda, acá me quedo. Una vez en el patio conozco cinco cicloviajeros mas, y planificado para la noche asado y concierto de Nadia y Jose, pareja que acaba de comenzar su aventura en bici acompañados por su guitarra.



El resto os lo podéis imaginar. Después de tanto tiempo sin comer carne de verdad, carne de la buena, aparece mi instinto carnívoro. Con la barriga llena disfrutamos del vino y la música alrededor del fuego.




Resaca y un día mas en Cafayate lo que me llevara a conocer a mas gente, a compartir mas conversaciones alrededor de un plato o de un vaso y a despertar con otra resaca. Con el cerebro un poco acorchado, monto el equipaje y salgo temprano con la intención de huir. En la calle esperan ya preparados para la partida varios rodamundos y entre ellos el Arthur. Aparece un mes mas tarde después de su periplo boliviano y se une al grupeto. Al final del día solo seremos cuatro.

             Cae la tarde y nos volvemos a encontrar.           Foto Jose


En una de estas el Artur y yo nos rezagamos y el viento de cara nos agarra en una recta de mas de treinta kilómetros. Esto nos aparta definitivamente de los chicos que pasaron sin viento por allí y ya están lejos. Seguimos trabajando hasta rendirnos. Al lateral de la carretera encontramos una casa abandonada. Estas cuatro paredes nos cuidarán de pasar una tarde noche difícil. Una vez que conseguimos abrir la puerta, la sorpresa. Un penetrante olor a grasa de cordero, tanto que casi se puede masticar, nos golpea. La estancia recién ha sufrido un incendio y colgando de una de sus achicharradas puertas vemos tiras de grasa. A sus pies pieles que debemos de sortear para buscar un mejor lugar. No tenemos mas opciones, nos quedamos en la casa del silencio de los corderos.





Si alguien se pregunta, Que hacen ahora en Londres??? Pues yo te lo digo. En el camping de este pequeño pueblo nos curramos nuestro primer asado argentino en solitario. Una vez aprendida la técnica, compramos unas tiras de costillas, unas papas y berenjenas para estrenarnos en este arte. Todo un éxito. Ni nos sentamos. Comemos y charlamos en pie junto a la carne que tal y como va saliendo de la parrilla va cayendo en nuestros estómagos. De aquí salimos con una lección bien aprendida; Para dos comensales (ciclistas), una botella de vino es poco y dos kilos de carne son mucho.





Dormidos sobre una plaza de pueblo alguien nos despierta súbitamente. Joder que susto!!!!, Nadia y Jose, nos han alcanzado. Los habíamos adelantado sin saberlo y ahora nos agarran en el camino. De nuevo se junta el pelotín. Los cuatro ocupamos toda la senda colocados en paralelo, gastamos bromas, contamos aventuras y hacemos apuestas para saber cuántos kilómetros tendrá la recta sobre la que rodamos. El espíritu de Verano Azul vuelve a la carretera.





Rodamos y descansamos, comemos y dormimos, bebemos y festejamos. Los días transcurren lentamente, sin pausa. Cualquier motivo es bueno para no salir a la ruta el día siguiente, y si no se rueda, cualquier motivo es bueno para al anochecer preparar otro asado.



Los días que se rueda tienen muchos condicionantes, demasiados diría yo. El hambre y el calor te obligan a parar a comer a eso de las 13h. Algunos días es como rodar por Andalucía en pleno verano, llegamos a los 40ºc. Después de un buen bocata y con esas temperaturas no tienes mas ganas que de extender tu cuerpo en la plaza y echarte una buena siesta –casi de pijama y orinal- y después………… difícil decisión. Continuar es duro y normalmente el viento o una pequeña brisa te convencen para pernoctar en el lugar.

Avanzamos por caminos por los que en unos meses pasará el Paris Dakar. En el paisaje no faltan largas rectas por las que avanzas sin llegar a su fin. Una repentina ráfaga de viento nos saca a los cuatro de la carretera como quien sacude las migas de un mantel. Comienza la lucha, avanzamos hacia el collado esperando una buena bajada tras la cumbre. Sorpresa, del alto hasta la bajada hay un falso llano de 7 kilómetros. No mas viento!!!!!.



El Arthur encuentra un parapeto bajo el peralte de una cuneta y allí nos instalamos. Una vez dentro de mi carpa, ya cambiado y seco me decido a leer, pero al asomarme a la puerta veo a los tres compañeros helados de frio. No quieren montar la carpa porque no resistiría los golpes de viento. Ya han tenido malas experiencias. Caliento agua para un té y los invito a pasar a la mía. En la puerta construimos un parapeto con las alforjas y comienzan a entran en calor.

La tarde pasa y el viento no remite, esta noche dormiremos tres en mi carpa. Tiene capacidad para dos pero si no te sorprendes al ver salir tantas sardinas de una lata, nosotros podemos entrar en la tienda.



La noche transcurre entre oleadas de viento, la carpa se agita como si estuviera poseída y nosotros ni nos movemos, tampoco podemos. Fuera, entre el parapeto, apostado contra la puerta duerme el Arthur. Bien entrada la madrugada oigo el ruido de un motor que se detiene encima de nosotros. Los pasos se acercan,

_ quién anda ahí fuera?? Grito.
_ Buenas noches, somos policías, hemos recibido un aviso de que había un carro volcado en la cuneta. Han oído algo?.

En la noche, alguien había confundido la carpa con un coche siniestrado. Buenas noches y a seguir durmiendo.



Los domingos un penetrante olor a asado esta presente por las calles argentinas. La llegada a Chilecito nos separa de los chicos, ha venido la familia a verlos y van a compartir juntos unos días. Pero…….. mira tu por donde nos hacen participes de un fin de semana familiar.

Disfrutamos de la compañía de todos, y especialmente de las abuelas. Cada una con su carácter son personas de las que aprender. El Fernett con coca aparece como un fantasma después de las doce. Antes desaparecieron de la mesa las tiras de asado, las empanadas caseras, la lasaña artesanal, las milanesas de ternera. Redios!!!! que hinchazón. Os imagináis once personas haciendo siestas de 2 horas al unísono?. Un piscinazo para desperezarnos y otra vez a la mesa. Bueno…. que os puedo decir. Vivir en esta opulencia cuando se lleva tanto tiempo viviendo en la austeridad, le hace sentirse a uno como el rey de copas asociado con Carpanta.

A toda la familia mil gracias, mil veces. Me hicisteis sentir muy bien. A la Nona, que tan bueno hizo con la llamada telefónica a mi casa, mil gracias mas.

Ushuaia, cada vez  esta mas cerca.

Allá a lo lejos en el fondo de mi subconsciente vislumbro el fin de esta aventura. Aun es lejano, pero su penetrante esencia me llega a ráfagas.

Llegando a Pachaco, un punto en el mapa, un pueblo al lado del rio, no encontramos nada. Un oasis alejado de la ruta atrae nuestra atención y la de nuestros fatigados cuerpos. Finalmente esta noche la  pasaré en el calabozo de la comisaría. Hace ya tiempo que está abandonada y no encuentro lugar mejor donde tirar mi colchoneta.

Un solo mapa, diferentes caminos.


Antes de partir me paso por una capilla cercana, el Artur levanta la tapa del ataúd que la habita y allí descubrimos una momia. Está cubierta por ofrendas  de los lugareños. Yo me voy de aquí.

Con la cordillera tan cercana, sintiéndola diariamente, no puedo resistir la tentación, abandono el valle, la buena vida  y me dirijo a subir de  nuevo a los Andes. Un paso a 4700 metros, el de Aguas Negras es mi objetivo. Vuelta a las andadas, de nuevo ropa de invierno, a cargar comida para varios días. Al llegar a la aduana nos echan atrás. Están reparando la carretera y hay continuas voladuras para quitar el hielo que aún arriba se acumula. El paso permanecerá cerrado quince días mas.

                                                                                                                                             Foto Jose.

Este es mi adiós a los altos Andes, era mi última oportunidad de volver a las alturas. Es mi adiós definitivo a cruzar esas grandiosas montañas sobre los que he galopado durante mas de cinco meses –los Andes que me quedan por delante son mas bajos-. Ellos me han mostrado en varias ocasiones mis capacidades y mis limitaciones, para no dejar de sorprenderme a mi mismo. 

Sin resignación, algo bueno vendrá en su lugar, continuo mi camino en este semidesértico paisaje, donde el agua forma pequeños oasis repletos de vida. Correteo por senderos de tierra entre un arenal sediento. Me siento golpeado por la fusta del sol, un sol que quema la fina capa de polvo que moldea todo mi cuerpo.

La Quitapenas en su terreno.


Resulta que el plato mediano de Abisinia sigue perdiendo dientes y esto me preocupa, vamos a pasar del ratoncito Pérez a la dentadura postiza en dos días. Ahora solo puedo rodar con dos  platos, el grande y el pequeño.

Mi  presentimiento –al cual no hacía mucho caso- de que me iba a enamorar de Argentina se está convirtiendo en una realidad. La manera de entender la vida del argentino conecta bastante con  la mía. Personas comunicativas a las cuales les gusta compartir alrededor de una mesa, de un vaso de vino. Me siento bien acá.


Un ser del extramundo, o del intramundo??


Estoy madurando como viajero???, simplemente evolucionando??. Quizás me este haciendo viejo?? (seguro que si). Estoy viviendo otra etapa del viaje donde el clima y mi experiencia marcan diferencias. Ahora cualquier excusa es buena para descansar un día, incluso no me hacen falta autojustificaciones, me paro porque  tengo ganas de ello.


Salva tu alma, dicen.


Mi espíritu aventurero se ausenta, le doy el mes libre, y le cambio por mi espíritu de vividor. Me decido a rodar valle abajo, allí donde suben las temperaturas. El rio cerquita, y la camiseta, el bañador y las sandalias como indumentaria. Las consecuencias de todo esto es que ya no estoy tan delgado, aparecen los primeros michelines, eso si, la barriga se mantiene firme.



Nadia y Jose nos enseñan los secretos de la buena pizza artesanal, como hornean estos locos!!!! Con el buche lleno y preparándome para dormir al raso, el reflejo de la luna sobre las nieves del Aconcagua ilumina mi almohada como una tenue luz de mesita de noche. Muchos son los recuerdos que me llegan de las ilusiones puestas por mis amigos en el intento de hollar esa cumbre. La expedición “Empanadillas”,   y antes que ellos fueron parte de los componentes de la expedición “Katiuskas” quienes lo intentaron. Un abrazo a todos y que sepáis que tengo muchas ganas de agarrarme un “mal de altura fernettico” con vosotros. Agárrate Villuendas!!!!!

Recibo mi primer no de una de las navieras que viajan a la Antártida para viajar “gratuitamente”. Insisto. Tantas veces me dijo mi padre “eres mas pesado que una burra en brazos”, que lo intentaré hasta el final.

En plena faena.           Foto Jose

En todo este periplo paso días de preocupación. En casa andan de hospitales y vivir esto desde la lejanía se hace difícil. Estar lejos de la familia en momentos delicados en los que sientes su sufrimiento, se hace duro. Su edad y mi madurez me crea una imagen de fragilidad, en ocasiones les siento  indefensos como niños. Es duro, pero esta es una parte mas del viaje. Cuando sales de casa sabes que estas cosas pueden ocurrir.



Y ya que estamos de esta mano aprovecho para compartir cosas que considero son importantes, que debemos saber, porque no todo en un viaje es lindo, también aparecen momentos difíciles de digerir.

Voy bajando una cuesta acompañado de un francés y de un venezolano y al lateral de una curva nos encontramos con cuatro ciclistas mas. Son rara avis, dos de ellos viajan en bicicletas reclinadas y una pareja viaja en tándem. Saludos, bromas, fotos y despedidas. A los “tumbaos” los volveré a ver en el camino, no así a la pareja de recién casados que van hacia el norte. Se han  lanzado a vivir un sueño, disfrutar su luna de miel viajando en bici alrededor del mundo. El otro día en Trujillo (Perú), un tráiler acabo con una vida y un sueño de un solo golpe.

Algo a tener muy en cuenta cuando andamos por la ruta, cada uno sabremos como. Desde aquí un profundo abrazo a esas familias que lo están sufriendo.



Llegamos a Lujan de Cuyo con la intención de no cruzar Mendoza en bici. Dos parejas conocidas han sido asaltadas en las a fueras quedándose sin nada. Una vez entramos, nos comienzan a fallar los contactos donde íbamos a pasar unos días. Un pueblo grande hace mas difícil encontrar donde descansar, y por primera vez en el viaje voy a recibir un “NO” de los bomberos. Como no hay mal que por bien no venga, esto me empuja a buscar lugar entre unas cabañas de lujo que rodean el barrio y en una de estas conozco a Oscar. Retirado y amante de la aventura a lomos de su moto nos acoge y compartimos buenas veladas juntos. Millón de gracias Oscar, sería estupendo reencontrarnos en el sur.



Desde el faro de mi cielo, donde observo con rabia y desprecio como los “manejantes”, que se proclaman demócratas, salpican de mierda el mundo. Esos mismos que nos crearon una necesidades innecesarias para ahora quitarnos todo excepto las deudas y de este modo someternos y convertirnos (aun mas) en sus esclavos. Un groso abrazo flacos.




Bueno Don Miguel, se que la inspiración es tímida y se aleja de mi cuando me ve en compañía. La gusta encontrarme solo para intimar. Pero después de todo no ha sido tan duro enfrentarse de nuevo a estas líneas, a estos lectores. Creo que verdaderamente son buenos amigos. 

Conociendo de sus gustos aquí le dejo un video que me envió nuestro querido amigo Lorenzo. Usted bien sabe que estamos faltos de eso que es la base de la educación. La conciencia.



miércoles, 14 de noviembre de 2012

Llévame contigo a la luna



Chile, Argentina I (San Pedro Atacama, Paso Sico, S. Antonio de los Cobres, Abra Acay, Cachi) 496 km, 7202 m+


                                                Un día mas me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño.
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación.

                                                                            Radio Futura. La estatua del jardín botánico

Los días pasan rápidamente en San Pedro de Atacama. Este pueblito, un oasis en medio del desierto donde Janis Joplin y Jim Morrison pasarían desapercibidos, es un remanso de paz con un clima excepcional. Paso largas horas en la plaza del pueblo con el wifi, mucho tiempo sin conexión ahora me convierte en adicto, son cientos de correos a responder y de cosas a hacer. Acá adoptamos el eslogan, “menos internet y mas siesta”. A ver qué te parece esta Salva?     


Aprovecho la cercanía de la Cordillera de la Sal para hacer una visita al Valle de la Muerte (donde casi la encuentro) y aprendo el oficio de saltimbanqui sobre Abisinia. Un frenazo en la bajada mientras grabo un video, me clava el portabultos en la rodilla y la potencia del manillar en los … .Me quedo con la toma de fotos que es menos arriesgada.



Joseba, paciente, pasa días dándome pildoritas de “veneno” mientras Corinne, silenciosa, esboza sobre una cuartilla el  mapa de un recorrido. Finalmente él, con una sonrisa enredadora, deja caer sobre mi un pregunta al igual que el águila deja caer las garras sobre su presa. Paso Sico Jorge??? No respondo, acepto dejando caer la mirada.



En los últimos meses tengo la costumbre de cruzar los Andes de un lado a otro como si saltara la comba, como si no costara esfuerzo. Ahora voy a tomar la ruta del Paso Sico que los cruza de oeste a este a través de paisajes inolvidables, vuelvo a las alturas, a lugares recónditos, a los 400 kilómetros de carretera sin asfaltar. He vuelto a las andadas he vuelto a enloquecer, lo vi escrito en la luna, luna creciente. “extremoduro”


Una oportuna avería en el freno de Corinne retrasa nuestra partida un día lo cual celebro (mi cuerpo tiene mucho que recuperar). Encuentro bacon y queso y me hago un bocata recordando aromas que me transportan al lejano (en el espacio y en el tiempo) hogar. Rematamos la cena con un pollo al horno de los buenos.



Una alfombra de asfalto sobre el Desierto de Atacama, uno de los lugares mas secos del planeta, nos conduce de nuevo a las alturas. Antes debemos de cruzar el Trópico de Capricornio, esa línea que veía en los mapas del colegio que dividía el mundo. Si, mi camino hacia el sur avanza y con estos detalles tomo consciencia. Y que deciros…………..si en ocasiones ni yo me creo lo que estoy viviendo y como lo estoy viviendo. Que en dos ruedas poco a poco se llega lejos, que no se donde perdí diez kilos de peso ni me importa, que los kilómetros por duros que sean siempre tienen fin, que esto es la hostia y que estoy muy feliz.


Con un hematocrito altísimo subimos hasta Socaire de una. Muevo fuertes desarrollos sin que me falte el aliento, descubro que las pendientes a 2ooo metros de altitud se pueden subir con plato grande. Han sido mas de cinco meses rodando entre las nubes y aquí abajo me noto mas fuerte. No necesito alas para volar.

Gracias a la profe Pamela dormimos refugiados del frio, y ya de nuevo en la ruta dejamos atrás el asfalto y nos adentramos en la montaña a través de una pista impecable. Cruzamos entre paisajes que comienzan a anunciar lo que se avecina. Finalmente es el viento quien nos obliga a dar por terminada la jornada de hoy. La acampada es en un lugar lindísimo, frente al Salar de Aguas Calientes. Desde la puerta de la carpa puedo observar un privilegiado atardecer al mismo tiempo que me preparo los espaguetis y me tomo un par de cafelitos calientes.



Sobre el lecho de la tarde se acuestan las sombras, se extienden agonizando en una despedida lenta e irreversible. Se abre paso el fuego de Sagitario que combinado con el aire de Libra incendian el horizonte. Los tonos purpura, cada vez mas tenues, rasgan el cielo dando paso a la noche. Un chisporroteo infinito de estrellas queda grabado sobre el firmamento ya oscurecido.


Los primeros rayos de sol golpean la puerta de la carpa y entran sin permiso. Se podría decir que es una mañana como otra cualquiera, pero la realidad es que nunca existen dos días iguales.

Sentado en el interior de la carpa, con el saco cubriéndome hasta la cintura y la puerta abierta observo el paisaje mientras tomo el desayuno. Esta es mi televisión panorámica que anuncia buen tiempo y que no habrá embotellamientos en la ruta que hoy voy a transitar.



Nos movemos entre un paisaje por mi nunca visto, las montañas se tiñen de un azul grisáceo que a juego con las celestes aguas que cubren parcialmente el salar crean un decorado de ciencia ficción. Contento de sentirme un extraterrestre continuo mi senda  en la que se va a cruzar una extensa laguna de color esmeralda y posteriormente un territorio donde el viento ha tallado el terreno creando un museo de rojizas piedras amorfas.



Hoy el viento esta imparable y  nos golpea en la espalda subiéndonos en volandas hasta los collados, ahora, cuando la pista gira y has de enfrentarte a él es TERRIBLE. 


Pensé que un mes atravesando Bolivia me iba a vacunar ante tanta belleza, pero no, sigo disfrutando de estos paisajes con la deliciosa inocencia que me acompañaba el primer día. Esta aptitud respecto al viaje me hace sentir bien. Estoy en la continuación de la cordillera, del eje volcánico que me corteja desde hace mas de un mes y que lo hará hasta que llegue al volcán Ojos del Salado. Esto hace que el paisaje sea similar pero a la vez diferente. Aquí los horizontes son mas cercanos, todo es mas recogidito, lo que te hace sentir la fuerza de las montañas mas intensamente.



Una mina en medio de la nada. Varios barracones se protegen del viento tras una loma. Adam aparece entre el caótico paisaje de hierros y sacos de cemento. Están acondicionando el lugar, la temporada comienza en breve y vendrán 800 mineros para acabar con el cerro en unos 50 años. El 95% de contenido en hierro de estas piedras les van a condenar a su desaparición. La hospitalidad de los trabajadores con nosotros es extrema. Con la ayuda de Johaire acondicionamos un cuarto. Cortamos y colocamos una puerta, sus cortinas, traemos colchones y mantas. Vamos… que montamos una suite en 15 minutos, nos ve el de bricomanía y ya tiene programa.


El pasillo es  angosto, dos personas casi no tienen espacio para cruzarse, al fondo veo acercarse a Adam cubriéndose la cara con unas manos dañadas por los sabañones. La proximidad delata que esos ojos han llorado y él me abraza derrumbado.

 _ Acabo de hablar con mi hija mayor y me ha pedido que vuelva a casa. Durante años trabajé lejos del hogar y me perdí las primeras papillas de mis hijas, sus primeros dientes….. y no quiero cometer de nuevo el mismo error. Hoy mismo me bajo a Antofagasta, vuelvo a casa._ Resopla aun emocionado.

Buena comida, merienda, cena y varios cafés para pasar una noche en vela. Demasiada cafeína en sangre.


Amaneciendo y con solo dos horas de sueño en el cuerpo compartimos charla y desayuno alrededor de una superpoblada mesa. Cuesta tomar la decisión de partir, aun así salimos al camino.

Las montañas cubiertas por negruzcas escamas de ripio que las alicatan hasta la cumbre dejan pasar los días en un eterno letargo. Se diría que rodamos entre dinosaurios adormecidos.


Acompañado por el traqueteo de la bici convertido en silencio, ruedo en la llanada. Algo interrumpe la monotonía de la continua pedalada. Desde lejos se oye venir un rumor que va cubriendo los arbustos, parece el griterío de un pueblo Bárbaro en plena batalla. Rápidamente llega a mi el bramido del viento, he pasado del silencio absoluto al alboroto en menos de dos segundos.

Con la llegada del gélido viento la garganta se seca. Los labios se tornan gruesos, arden. Noto como se quiebran abriendo pequeñas llagas. La punta de la lengua parece engordar perdiendo sensibilidad, y una gota de agua salina cuelga de la nariz estirándose y balanceándose hasta golpear con las rodillas. El agüilla cristalizada reposa sobre el bigote y las aletas de la nariz, una vez resecas crujirán, rompe la piel. 


La entrada a Argentina, decimoquinto y posiblemente último país de este viaje, es a través de oxidadas tierras donde los tonos rojizos llegan hasta el rosáceo delatando su alto contenido en hierro. Las primeras poblaciones indígenas comienzan a aparecer demostrando que las fronteras no son mas que líneas imaginarias que no pueden separar las costumbres de los pueblos. Empujando sobre arena llegamos a Olacapato. El consultorio de la doctora Elsa nos abre las puertas y nos deja encendidos los radiadores, hay dormiré destapado. La comento que tengo un dolor persistente en mi espalda desde hace días y carga una jeringuilla que nunca llegara a traspasarme. Me conformo con unos ibuprofenos y palante.



Perdido en un laberinto de puntos cardinales buscamos sobre nuestras anotaciones el rumbo a seguir. Parece fácil pero un solo descuido te puede colocar en una situación incomoda. Los caminos son poco transitados y seria difícil encontrar ayuda para salir de aquí.


Hay una loma, un cambio de rasante, un cambio absoluto de paisaje. Desde el alto que da forma a la ruta se levanta ante nosotros el telón y podemos observar un extenso paisaje lunar. Busco el Apolo XIII pero solo encuentro a la acerada Abisinia, ella me trajo aquí. Los colores, las formaciones rocosas, hacen que saquemos las cámaras a la velocidad que John Wayne hubiera sacado la pistola. Disparamos a diestro y siniestro pero la mejor imagen se me queda dentro. Quizás fue aquí donde vino Amstrong hace años???


San Antonio de los Cobres, léase Anthony Cooper, tiene carnicería y acá en Argentina no dudo en comprarme un filetazo de lomo de res y un frasco de chimichurri. Mi espíritu carnívoro se despierta al llegar a la tierra del gaucho.

El clima esta revuelto, el viento sopla desmesuradamente y batallones de tupidas nubes avanzan dejando sombras de negra tinta sobre los montes. La luz lucha por colarse entre la maraña encendiendo y apagando los sembrados.


Anuncian temporal en la radio y la luna negra asoma entre un cielo entrevetado de nubes. Mañana voy a subir a 5000 metros, ni me replanteo la ascensión, ni quiero mas dificultades. Salgo a la calle y grito; se ha muerto la luna que se calle el viento. “estopa”


Hoy es un día tan especial como el resto, amanece con la misma alegría de siempre. En  la mini cocina/dormitorio del puesto de bomberos las bromas surgen como a diario a pesar de que los tres sabemos que será la última mañana del  club de la comedia. Las bicis parecen conocer el camino y sin nada que decir partimos, los kilómetros pasan, y el cruce se acerca. Este cruce tiene dos direcciones, dos caminos que nos van a separar.



La pareja hispano-helvética decide partir hacia Salta en busca de un descanso que tenemos merecido. Para mí hay una montaña que me está llamando desde hace mucho. Más leña al fuego, el monte Acay y su valle son mi dirección, una remontada hasta los 4965 metros me llevara cerquita de la luna. Durante la trepada la veo colgada del cielo, anoche salió de parranda. Sobre un volcán nevado se la ve temblorosa buscando el camino de regreso a casa, tanta luz la confunde.


Es curioso como una pareja, de diferentes nacionalidades, que se conocen fuera de su país de origen adoptan caminos intermedios para comunicarse. Tomaron el ingles como idioma, el dólar como moneda, y un lenguaje en común … el de los viajeros en bicicleta. Chicos, gracias por todo lo compartido durante este mes. Un “goyazo” para los dos y vivan “Los Tenazas”.  Abrazo grande.


Ruedo sobre la mítica Ruta 40 que comienza en Ushuaia. Asciendo lentamente y decido parar en mitad de la subida. Quiero disfrutar de este lugar, disfrutar de mi soledad.



“Suelen decir que el hombre que apetece soledad tiene mucho de dios o de bestia”

                                                                                                                                   Mateo Alemán

Personalmente y pudiendo elegir me  quedo con lo segundo.



Duermo con el nerviosismo del escolar que al día siguiente sale de excursión. Despierto a las 6.30 lo que implica al menos una hora de espera dentro del saco, a 4600 metros el frio a estas horas no aconseja levantarse, tendría mucho de dios si lo hiciera. Una hora mas tarde reúno valor y desde el interior de la carpa enciendo el infernillo, la sombra aun me tapa y me cubro con el saco mientras cocino la avena con quinua, hoy café doble.


Aparece el sol para mostrarme el camino por el que he de ascender. Una culebra gigante tallada en la montaña será mi ruta. Bien tapadico comienzo la ascensión y allá arriba a mano derecha según se va al cielo encuentro el paso que me abre la visión a otro valle, a otro mundo.  El eco de mis pedaladas llega a la cumbre empujado por el viento, un poco mas tarde aparece mi cuerpo. Ahora se a que huelen las nubes.


Disfruto de una bajada tan espectacular como eterna. No quiero avanzar mas, encuentro la sombra de un árbol y la arena de la playa que ha formado el rio que me sirve de colchón. Tumbado bajo las ramas, las flores amarillas llaman mi atención y la de las abejas, invitadas casuales de cada una de ellas. Estoy en pantalón corto y echándome la siesta al lado del rio, hay árboles, pasto, vegetación, hace calor, no me lo puedo creer, he pasado demasiado tiempo en las alturas.



Acaba de llegar el verano y se inaugura en mi carpa jornada de puertas abiertas. Me pongo música en la compu y ceno fuera, fuera de la tienda, que sensación mas chida!!!



Después de dormir ocho horas de un tirón sin faltarme el resuello, comienzo a desayunar, sin prisas y sin horario, al ritmo del que es esperado por nadie. Descalzo sobre la arena recojo la carpa y enseres. Exploto, grito, me siento preñado de libertad.



La ruta baja pegadita al rio, este invade la rivera de vida demostrando lo grande, bella y sencilla que es la naturaleza. El fondo del valle cubierto de piedras esmeralda, el arcilloso y coarrugado cañón donde los cactus crecen retando la ley de la gravedad, los sembrados de verde intenso, las acequias como venas abiertas llevando vida tan lejos como pueden y el nevado Cachi a mas de tres mil metros por encima reinando el paisaje. Vuelo sobre la pista y el halcón decide acompañarme unos minutos en la bajada.



Los últimos kilómetros se consumen con la abatimiento del que toma las dos últimas cucharadas del helado, no quiero que esto se acabe, no quiero llegar a ningún lado quiero seguir disfrutando del camino.


Volando voy…..entro en Cachi y el ritmo de mis pedaladas suena por rumbas del Camarón. No he recorrido 100 metros del pueblo y ya conozco a Beto, a Rober y a Claudio. Recién duchado soy el invitado en un restaurante de lujo, una comida de lujo, con una compañía de lujo. Me alojo en el Hostel Viracocha donde me hacen un precio especialísimo y me acogen como uno mas de la familia. Aviso a los ciclistas, en este Hostel Claudio os hará un precio especial al viajar en bici.



Yo continuo hacia el sur, quizás me suba al norte unos 300 kilómetros. He oído hablar del que puede ser el último de los grandes pasos de los Andes, el paso San Francisco, también he oído rumores de que por allí vive la madre de Marco y creo que ya es hora de encontrarla, ese niño (que ya debe estar hecho todo un hombre) tiene derecho, como todo el mundo, a tener una madre. El cruce es una aventura de mas de una semana donde la carretera gira rumbo norte para enfrentarte a un viento de cara al mismo tiempo que asciendes y asciendes por mas de tres días. Los Ojos del Salado te observan desde los 6900 metros.



Desde mi cielo donde uso las astas de la luna como el perchero de mis sueños. Un abrazo argenta locos.




Me acerqué tanto a ella que sentí como mi pulso se aceleraba. Estaba a esa distancia en la cual sientes haber violado la frontera de la intimidad. En este momento la sangre se me aceleró, intenté aparentar seguridad, pero mi voz se quebró al pronunciar la primera sílaba destapando así mi nerviosismo. Ella cerca de mis labios escuchó como la susurraba “ LLÉVAME CONTIGO A LA LUNA”. Con su acostumbrada acerada frialdad me contesto “Que si, que si, si si si”.


Vivo en un vertedero
me acuesto con la luna
qué importa ser poeta o basura
Qué importa que me engañes
y luego me sonrías
si sólo eras la yegua que yo mas quería
no necesito verte pa´saber que estás conmigo
y relincho de alegría siempre que te miro.

                                                                           Extremoduro. La canción de los oficios




El otro día recibí un cuento de Salva. Llegué a emocionarme leyéndolo y quería compartir una parte con vosotros. Os dejo un poco mas de lectura. Gracias por el regalo Salva.


Lupe es el tipo de mujer que podría parir un planeta, una mujer que los griegos hubieran esculpido en el Partenón, o la reina que hubiera hecho de las amazonas un imperio en lugar de una leyenda. Una mujer capaz de regar un jardín, de amar y cuidar a un hombre, y de jugarse la vida por la libertad, por la justicia, por el honor, esas palabras que a día de hoy despiertan rubor más que despertar conciencias. 

Veintidós años atrás, Lupe se echó a las armas para liberar su país de la dictadura militar, sin dudarlo, mientras en otros lugares del mundo miles de mujeres soñaban con desfilar en una pasarela. Hoy, sin embargo, quién levanta la voz por la justicia en un mundo donde tantas mujeres pasan su tiempo haciendo fila en Zara, o detenidas en la hora del cotilleo y el té con limón. ¿Quién levanta la voz al hombre alienado por los héroes del balón? Tal vez, Lupe podría. Y seguramente, nadie escucharía.

En Europa, Goethe tuvo que matar al joven Werther para convencernos de que la pasión justifica el suicidio, que los ideales son algo por lo que arriesgar la vida, que la infidelidad se paga con sangre porque sangre brota cuando se araña una espalda en el amor. Y dos siglos después, tanta riqueza material ha encerrado al romanticismo en libros antiguos, en revoluciones fracasadas, en la desazón de comprobar que los hombres no estamos a la altura de nuestros ideales. Ahora, los centros comerciales nos han traído el aire acondicionado para adormecer las ganas de vivir, para olvidarnos de que la vida es una fiesta y civilizar la pasión lavándose los dientes antes de pasar al dormitorio. Ahora que las únicas armas para alzarse en rebeldía son dar la espalda a los mercaderes y poner el corazón en la mano, ¿quién va a combatir en esta guerra?