ENCONTRANDO EL SUR II

Metraje: 480 días aprox. Nac: Mundana, Genero: Realiti de aventuras, Catalogada: No recomendada a familiares cercanos.

Si hay algo que une a todos los seres humanos es el deseo de ser felices. Esta voluntad es el motor que activa y determina muchos de los pasos que van a dar Abisinia y Van Birloq en este largo viaje.

La falta de esperanza comienza a recortar sus sueños. Aburridos de esperar y de seguir esperando, de que nada cambie y de que nada venga, deciden perder el miedo a la vida y comenzar a trazar el boceto de su destino. Juntos parten en un viaje que les lleva a recorrer el continente americano restándole importancia al que y dándosela al como.

Este documental reúne la sabiduría y experiencias personales de esta ecléctica pareja en torno a un tema tan universal como es la búsqueda de la felicidad.

El sol de Rio Negro, edición de la mañana.

jueves, 21 de marzo de 2013

Lucha de gigantes




Chile, Argentina V (Villa O´Higgins, El Chaltén, Fitz Roy, El Calafate, Perito Moreno, Puerto Natales, Torres del Paine) 650 km, 4615 m+



Lucha de gigantes,
convierte,
el aire en gas natural.
Un duelo salvaje
advierte,
lo cerca que ando de entrar.

En un mundo descomunal
Siento mi fragilidad.
                                                                                     
Antonio Vega. Lucha de gigantes


Paseo en bici hacia el puerto. La noche llegó hace tiempo y en solitario ruedo su oscuro vacio. La luna se engancha con las nubes en un ir y venir, en un interminable juego de sombras chinescas proyectadas sobre interminables laderas nevadas. Las olas sacuden cachetazos salados a la proa de ese barco abandonado que nos protegerá del viento. Una playa, unos amigos y un fuego me están esperando para cenar.

Habíamos abandonado a regañadientes la familia de Tsonek. Queríamos quedarnos, al mismo tiempo sabíamos que debíamos partir. Esta es una de las mejores lecciones del viaje dentro de la asignatura del desapego; aprender a dejar atrás lo querido, abrir las puertas a lo que está por venir.


En el ecocamping hemos vivido unos días de desarrollo sostenible de la amistad. Hemos elevado a la máxima potencia el significado de compañero, amor al prójimo, compartir. Lecciones impartidas y compartidas por Mauro, Julia, Ricardo, Rodrigo, y ……. a todos ellos, un abrazo de corazón y un millón de gracias. Partimos.


Son las 7 a.m. y subidos en la cubierta, embadurnados en la dulzura de días pasados, nos despedimos de Julia y de Mauro, que han madrugado para venir al puerto a despedirse, con un “Hasta siempre”. Tres horas de navegación entre la cordillera nos muestra su corazón de agua, roca y hielo.




Con un cierto desanimo o bastante pereza, quizás causada por una inesperada resaca, retomo el camino. Llegó la hora de empujar la bici. Un ripio totalmente destrozado nos obliga poner pie a tierra, es imposible dar pedales. Avanzo despacio y veo la foto, me falta un personaje en ella, así que me quedo esperando que Ana y Fer aparezcan.





Tras la loma oigo los gritos de mis compañeros, subo buscando la razón de tanta algarabía, y a vuelta de curva el horizonte toma distancia. Allá a lo lejos veo una figura de roca que me es conocida. Muchas veces lo vi en libros de montaña y  fue el destino de un viaje nunca realizado. Quería verle, rodearle, andarle.




Diecinueve meses de camino y unos 27ooo km me han traído aquí. No me lo creo, estoy acá, esto es demasiado. Tomo dimensión de lo realizado, de un sueño resoñado y que ahora mismo, en este preciso instante, es realidad. Llegar hasta este lugar viniendo desde tan lejos y hacerlo con una bici desplazándome por un planeta tan lindo hasta estar frente a él…………….. Mi interior se inunda la alegría.




Estoy frente al señor Fitz Roy. Se eleva entre el resto de los montes que le rodean exhibiendo su esbelta silueta, se insinúa levemente tocado de nubes.





 “Llego galopando sobre una Abisinia desprovista de crines y cola. Rocinea hacia  gigantes que agitan sus nubados brazos dejando entrever un pecho granítico. Doy de biela a mi caballo y sin atender las voces de mi escudero me lanzo hacia ellos en fiera y desigual batalla.”
                                                                                                           
                                                                                                               Del diario de Van Birloq



Si la pista había sido pésima hasta aquí ahora ya no es pista. Comienza el momento de cargar la bici a cuestas durante muchos metros, de empujarla de a tres, de sacar las alforjas para poder pasar. Tenemos por delante unos 15 kilómetros de senda de montaña. Arboles cruzados en el piso, rampas cortas y empinadas, troncos tumbados en el rio a modo de puente, peligrosas ramas que aparecen a la altura del tobillo, pasos estrechos entre matorral tupido, angostos pasillos escavados en la tierra ……esto parece el ciclocrós de Lekeitio.



La mañana embriagada de frio aparece tras el velo rojo, llueve y unos besos furtivos se cuelan en mi carpa. Despertamos listos para continuar, unas lentejas con arroz que sobraron en la cena y la cubierta de otro pequeño barco es cubierta por once bicis, avalancha ciclista.




El filo de la laguna del desierto es recibido por un ripio inquieto. Rodamos amenazados por la lluvia y nos acercamos de a pocos a la gran montaña empujados por la espalda por un fuerte viento patagónico.



El Chalten es un pueblo donde hay mucho turismo de montaña y lindos paseos. El encontrar civilización después de tanto tiempo, y lo espectacular de su paisaje va a traer días muy, muy agitados.




Lo que sucedió esta mañana fue que me dio por echar un vistazo al cuadro de la bici. Porque?, pues no lo sé, el caso es que esta partido, las uniones del acero se han roto y acá no hay quien lo repare. Tengo que esperar doscientos kilómetros mas, esperemos que Abisinia saque esa raza que la caracteriza y aguante un poquito mas.


                                                                                                                                     Foto Liesbeth


El gordo motoneta no puede parar. Vive entre un estado de agitación y de hiperactividad. La medicación no le hace efecto y le aplico una dosis de cervezas y rock and roll en el pub del pueblo. Mejora notablemente.

El espacio se acorta manteniendo la distancia. El miedo cae despacio. Se alejan  palabra y silencio. Encuentros de contrabando.


“……….la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.”
                                                                                               
                                                                                                               Julio Cortázar. Rayuela




Las carpas hoy están cercanas. En el silencio de la noche comienza una guerra de pedos acompañados de carcajadas que será recordada, pasará a la historia. Siempre hablando de mis compañeros y siempre se me olvidó mencionar al omnipresente pedo; el silencioso, el pintor, el ronco, el pastel, el lapa……..




Y lo que pasó a la mañana siguiente fue que salimos a la búsqueda del Fitz Roy avisados por nubes de lluvia y viento. Dormimos a sus pies y a las 4 a.m. arriba. Recibir al sol del amanecer frente a sus paredes es nuestro objetivo. Para ello tenemos que subir en la noche y encontrarlo desprevenido.




Comienza la ascensión intuyendo el camino reflejo de luna. Hace frio y sudo, vamos deprisa. Llegando a la morrena comienza a nevar. Continuamos hasta la laguna, aun no ha llegado el sol y nos vamos a quedar helados. Ni pensar en meternos en los sacos de dormir que hemos subido, se empaparían. La montaña manda y nos manda de vuelta. Lucha perdida contra el gigante.



Amanece entre nubes y cansados nos volvemos acostar. Mientras desayunamos se le intuye tras el ramaje de los arboles. Se nos muestra hermoso cubierto con una capa de gasa blanca, las nubes se agarran a sus paredes y lo hacen aun mas grandioso. Una media luna que aun no se fue a dormir cuelga como una perla. Que lindo lugar, magia de piedra y luz.


“Caminaba senderos desconocidos donde la aventura era vida, donde la vida era aventura. Perdí el miedo a vivir.”
                                                                                                        
                                                                                                                     Diario de Van Birloq




El día es largo y nos pasamos a ver al Cerro Torre, caminamos y caminamos, disfrutamos de sangüis de palta entre panoramas extraordinarios, y las piernas en tanto gritan.



Bajamos de la montaña y Fer ha conseguido lugar para todos en los bomberos. Paella valenciana gigante, nueve ciclistas hambrientos se juntan y derraman sus cuerpos por los suelos. El agotamiento está presente.




El despertar es difícil, de un lado despedidas, de otro fatiga. Hay planes de visitar la tercera extensión mas grande de hielo del planeta. El campo de hielo sur. Son tres días de marcha exigente, debemos de cruzar un glaciar y todo esta preparado. Pero la realidad finalmente es otra.




La sensatez aparece en diferentes formas, rabia, llanto……. aceptación sin mas. Se suspende la excursión. Estamos al límite. Nuestras piernas no están acostumbradas a las caminatas, no tenemos equipo, y el no descanso nocturno se acumula. Los planes son para cambiarlos, tarde de escalada y la vida es larga. Otra vez será, no se hagan drama.

                                   Mis primeros pinitos                                                         Foto Liesbeth


Prendado, prendido del paisaje mi bicicleta avanza sobre este continente americano. Se me agota el camino hacia el sur.




Abandono El Chalten en avioneta, así lo siento. Un viento muy intenso golpea nuestras espaldas, no hace falta dar pedales para superar los 30k/h. Desplegamos nuestras velas de camisetas y como cometas volamos sobre la ruta. Han sido noventa kilómetros en menos de tres horas que hemos rodado acompañando el Lago Carrera. En él se vierten los hielos del campo sur, los glaciares de lengua ancha vomitan bloques de azulado hielo que flotan a la deriva sobre agua esmeralda.



Sabemos del trazado de hoy, sabemos cómo se dibujaba nuestra carretera en el mapa y asumimos que este aire que ahora nos empuja una vez llegados al final del lago será de cara. Un cruce, un giro de 120 grados y paso de ser el hijo del viento al hijo bastardo del diablo.

Girar es imposible. Ponerme cara al viento es imposible. Me saca de la ruta, me tira de la bici. Estoy en un llano con plato pequeño y piñón grande. No puedo avanzar y decido esperar a mis compañeros.




Casi no se escuchan nuestras voces, elevamos el tono bajando el rostro, evitando así el golpeo de la arena en la cara. Decidimos rápido, tenemos hambre y vamos a  avanzar, al menos intentarlo. Bien pegaditos nos protegemos, progresamos, los relevos se suceden en perfecta sincronía, con mucho esfuerzo continuamos y una hora y media mas tarde la carretera gira, se parapeta entre colinas, podemos merendar en una estancia escondidos de lo que, al día siguiente nos enteramos por los periódicos, fueron rachas de viento de 120 km/h.



Es tarde, se va apagando la luz pero decidimos pedalear mas y mas. Buscamos un lugar a cubierto y el destino nos entrega Luz Divina.




Un antiguo restaurante abandonado en medio de la ruta será nuestro alcázar para esta noche. Tenemos aposentos, los deslizamundos que por allí pasan, que no somos pocos, se encargan de dejarlo limpito, mantenido. Polenta, suelo de parquet, un poco de vino, cristales inventados para ventanas de madera,  el viento silba fuera y Cortázar cuelga de un muro.



Rebozados en viento nos dirigimos hacia El Calafate, los últimos kilómetros se hacen aun mas duros por el excesivo tráfico y una ruta sin arcén.

Javier ya sabe que el cuadro de Abisinia está roto. Viene a buscarme con la furgoneta para subirla hasta el taller, unos mates, unos bizcochitos e iniciamos la reparación. La operación todo un éxito, hora y media de quirófano, estéticamente se le va a notar mucho la cicatriz, pero la fractura ha soldado perfectamente.



Al día siguiente revisando el resto de componentes noto que el eje delantero gira con dificultad. En la única bicicletería del pueblo topo con la prepotencia del dueño, que tengas buen día y me voy con una rueda inservible y sin posibilidad de repararla. No se si mi respuesta ha sido fruto de orgullo, principios, o chulería mía. Sea lo que sea ahora estoy sin bici, y no creo que pueda hacer 300 km de ripio en estas condiciones.

Alguien me habla de Luciano y de su taller. Esta empezando, no tiene repuestos y abre cuando quiere. Llego a la puerta y acaba de querer. Recién llegado de Buenos  Aires después de una semana allá, ha traído consigo toda la humildad del mundo. Además tiene un cono viejo y unos cuantos rodamientos nuevos. Perfecto, gracias al Taller de la Bici y a Javier por su amabilidad y por haberme dejado una bici semi nueva.



Con la intención de abrirla me acerco a la puerta. Mi mano sobre el picaporte que nunca  alcanzará. Alguien se me adelantó por medio segundo. La cercanía de ambos a la puerta hace que nuestros rostros se topen, se encuentren a muy pocos centímetros. Lanzamos sonidos de algarabía, nos abrazamos como en ataques espasmódicos, nos reímos y pronunciamos nuestros nombres en voz alta. El resto de los presentes mira preguntándose; de qué coño se conocen estos?.




Es Marie, una parte de los suizos, de los legos, con los que viajé una semana en Guatemala. Ellos también vienen de Alaska, son de la misma quinta. Sin saberlo, cuando ya pensábamos no encontrarnos mas, acá estamos. Johane, llegara mas tarde, se quedo luchando durante 70 kms mas contra un violento viento de cara. “Mejor morir de pie que vivir arrodillado”. Él es así.




Aprovechamos el rencuentro para enviar unas fotos y unos ánimos a un amigo común, a un Nando febril. Nos llegan sus mails y coincidimos en diagnosticar que la temperatura le está haciendo expulsar palabras cargadas de profundos sentimientos, saturadas de amor. “Hasta la victoria siempre”. Él es así.


“ Me hice el tonto, me hice el delgado, me hice el sencillo, el transparente: solo quería ser ciclista y correr donde no estuviera.
Luego la ira me invadió y dije, Muerte, hija de puta, hasta cuando nos interrumpes? Con estas vociferaciones mentales me sostenía mientras el doctor intranquilo se paseaba por mis pulmones: iba de bronquio en bronquio como pajarillo de rama en rama: yo no sentía mi garganta, mi boca se abría como  el hocico de una armadura y entraba y salía el doctor por mi laringe en bicicleta hasta que adusto, incorregible, me miro con su telescopio y me separo de la muerte.

No era lo que se creía. Esta vez si no me tocaba.”

                                                                                                              Neruda. Laringe


Este poema va por ti Nando y por todo lo que estas sembrando en tu camino.

Hay os dejo 10 minutos de Gambada para tomarlos de a sorbos cortos.


El embudo del cono sur cada vez es mas estrecho. Esta noche somos trece los ciclistas que nos encontramos alrededor de una mesa. Las fechas y la cercanía del sur reúnen la manada trashumante.




Le he dado vacaciones a la bici y a mi cuerpo que también las necesita. Por segundo día salgo a la carretera a hacer dedo, quiero visitar el glaciar Perito Moreno y el transporte es mas caro que la entrada al parque. Me siento invisible al paso de los autos, ayer me di la vuelta sin fruto alguno y hoy después de mas de dos horas, suerte.




Una vez allí me enfrento a la inmensidad glaciar. Una gigantesca masa de hielo, de un tamaño extraordinario, 60 metros de alto y 5 km de ancho, es retenida por las montañas que lo rodean se escurre hasta derrumbarse en el lago. Fortaleza natural.




Despedimos a Ana y Fer envueltos en miedo al regreso, el pánico al rencuentro con un país devastado, el terror de la certeza de sentirte joven y no tener futuro.
Se os llena la boca de democracia mientras nos llenáis la boca de miseria.


¿ahora qué, que nos queda?
elección o reelección
para mi es la misma mierda
¡Hijos de puta!

                                                                        Las manos de Filipi. Señor Cobranza


Entre huanucos, pampa, y suris volvemos a la ruta que es lo que mejor sabemos hacer, lo que sabemos disfrutar. Dos pedaladas y nuestras caras lo reflejan, nos miramos y entre las comisuras de nuestro rostro se escapa felicidad, la felicidad plena del que vive el momento, del que se siente soberano, libre.



Hoy comparto rodada con Liesbeth, juntos en la ruta nos sentimos ciclistas de televisor, nos complementamos perfectamente. Sabemos adaptar nuestros ritmos y coordinando abanicos nos cubrirnos de un viento de costado que nos balancea durante todo el día.




Stop!!! Llegamos a la frontera, última estancia antes de cruzar, me voy a indagar. Consigo casa de campo para todos, tenemos ducha caliente!!!! Hay tarde por delante para compartir. No se pronuncia lo sabido, pero  todos somos conscientes que esta será la última tarde juntos en la ruta. El quinteto a partir de mañana no volverá a rodar junto, tomará rumbos diferentes y ya no volveremos a compartir atardeceres sobre la cicla, acabará parte de una larga historia. Última.

Alrededor de la mesa se toca la guitarra y se lee en voz alta, se comparten poemas de Neruda que no se pierde una, Galeano nos presta una tarde mas sus abrazos y nos abre los ojos a una historia olvidada (ese olvido que nos condena a repetirla). Voy preparando un cafelito, mientras me cantas una canción?. Por la noche en la hacienda se apagan las velas, se disfruta el amor.




Otra frontera, burocracia. Una vez mas debo de rellenar la casilla “profesión”, y verdaderamente este es un concepto que me desubica, que soy? título o sentimiento?

Encaminados rumbo al parque de las Torres del Paine la pampa se extiende dando alcance a  un horizonte remoto. Las montañas se elevan rompiendo la bella monotonía del paisaje. Una vez mas roca y hielo.


“Las montañas son maestros mudos”
                                                                                                                  
                                                                                                                                           Goethe



Pero es época de gigantes amigo Sancho y en la ruta los encuentro. Cabalgan sobre pesados caballos de acero, portan su casa sobre ellos, vienen de lejos, son germanos y  sabios. Con 69 años se lo pueden permitir.

Tengo el placer de rodar con esta pareja durante kilómetros. Llevan mas de cuatro meses en la ruta, están bajando por la carretera Austral y son encantadores. Nos habíamos conocido en el camping del Calafate y no os podéis imaginar la motivación que es ver una pareja como ellos. Como son capaces de codearse con toda la chavalería del pelotón siendo uno mas, como se transmiten amor y respeto de pareja. Armonía y paz interior la de estos gigantes.




La llegada al parque estaba cargada de sorpresas. La primera y desencadenante de las demás fue conocer a llamémosle Zacarías. Él es guarda del parque y después de buena plática nos deja pasar gratis, un lugar donde acampar y otro para dejar las bicis guardadas durante los días que estemos paseando la montaña. A la fémina del grupo incluso la invita a cenar.

Aterradora tarde de mosquitos al lado del rio y  visita de una mofeta a la noche. Tenía hambre y poca vergüenza el animal. Por si era poco por hoy no podía faltar otra rotura. Esta vez es mi colchón quien dice basta y le aparece un bulto de tamaño de mi cabeza. Ya ni descansar tranquilo puedo.




Nos despertamos frente al lánguido rostro del Arthur que nos anuncia que no va a caminar, sus zapatillas destrozadas no se lo permiten. Así que me quedo solo con la belga. Agarramos las mochilas y subimos al monte. El gordo motoneta pierde el monedero con todas las tarjetas y la guita dentro, a la noche montando la carpa aparece de nuevo, y no puede parar.




Los días de paseo transcurren entre viento, sol y nieve. Los bosques apabullados de  niebla se tornan laberintos misteriosos. Disfrutamos de larguísimas caminatas recompensadas por hermosos paisajes de alta montaña y buenas acampadas. Galopan los caballos al anochecer, estallan las nubes.




Después de tres días bajamos de las montañas. Ya sin comida nos rencontramos con nuestras bicis. Liesbeth tiene prisa disfrazada de pereza y toma un bus. Esta es mi oportunidad, decidido, me quedo con mi soledad que se asoma ofreciéndome oleadas de placer. Ruedo seis kilómetros y meto la carpa en laguna Amarga frente a las nubes que esconden las torres. Polenta y a dormir, estoy consumido.




Madrugar para ver el reflejo de la luz sobre la roca, solo niebla. Con el saco de dormir cubriendo mis piernas cocino mi última dosis de avena en el avance de la carpa. Observo un amanecer fallido, recojo y me subo a la bici, soy feliz. Solo yo, me acompaña el silencio, me acaricia el viento y ruedo azotado por ráfagas de agua. Un arco iris enmarca el camino a seguir y sobrevolándome, dibujando círculos exactos, seis cóndores despliegan sus alas de abanico negro.


A veces
la niebla se impregnaba
de luz
como un topacio,
otras veces caía
un rayo de sol húmedo
dejando caer gotas amarillas.

                                                                                                        Neruda.  Oda a la pereza




Viene un cielo negro, bien apretado de nubes, se intuyen cortinas de agua. Agacho la cabeza, apoyo los codos en el manillar, vuelo. Durante kilométricas rectas me entrego sobre la espada de Induráin. No consigo escapar. Antes de llegar a Cerro Castillo me agarra la tempestad.

El viento me zarandea como un pelele, me empuja de lateral alcanzando una velocidad increíble. La situación se me hace incontrolable y decido tirarme al suelo, ruedo por la arena, el manillar de la bici da tres vueltas destrozando el freno delantero (el único que me quedaba operativo),  no tengo capacidad para ponerme en pie.

El agua que se cuela entre mis ropajes empujado por la ventisca, la temperatura baja rápidamente y por acá, a estas horas, no pasa nadie. La bici esta bloqueada, el frio atiere mis manos que no tienen fuerza ni la agilidad suficiente para aflojar una tuerca y liberar la rueda. De una patada consigo desbloquear el freno, pero con la bici no puedo  ponerme en pie.

El plato se me clava en una pierna de nuevo, ahora no importa la sangre, consigo levantarme, camino al lado de la bici pero no la controlo, empujado por la tempestad voy al trote, no puedo parar, esto es un infiernoooooooo.

Han pasado diez minutos y entre las nubes aparece el sol, y de nuevo el arco iris. Agotado, me siento sobre la tierra húmeda. Joder!!! estaba perdido, soy insignificante, que fuerza tiene la naturaleza, es bestial. Luego me llega la voz; Lázaro, heyyy loco, que hacés?? levántate y anda. Lucha con un gigante




Ya en Puerto Natales rencuentro a mis compañeros después de un día difícil, largo, madrugador, y veloz. Llega el momento del reposo y de una ducha bien caliente. Noche de festejo en este pueblo donde la gente y los locales son lo mas parecido de todo el viaje a los de mi barrio, a los de Carabanchel. Disfrutamos de melón relleno con vino blanco y música regional. Me sentía como en la Tasca Negra.




El Urs (pinche) reaparece en mi vida haciendo mucho ruido. Se me come el dulce de leche, me hace desaparecer las papas del horno y quiere continuar con la hamburguesa, no es pa´matarlo?. Nos conocimos en Oaxaca una pletórica noche de cumpleaños, luego lo encontré en San Cristóbal rezumando excitación uruguaya, mas tarde lo agarre por los pelos en La paz donde comimos salteñas como cabrones, y ahora como por arte de birlibirloque salgo de la ducha y lo tengo frente a mi de nuevo. Él es otro de la promoción de Alaska 2011.



Las nubes, las montañas, la luz, crean un decorado de desolación, de lejanía, de fuerza natural. Sobre el mar se respira una inhóspita y agradable atmósfera de fin del mundo.




Y desde allí nos preparamos para la última etapa del viaje. En unos tres días dejaremos la Patagonia y cruzaremos a la gigantesca isla de Tierra de Fuego. A los tres nos queda el último empujón para llegar a un fin. Es el cierre de un gran paso, un cierre que siento lejano estando tan cerca.




Me desperezo sobre mi cielo patagón sobresaltado por un ir y venir de viajeros bulliciosos. Me asomo a la ventana  desafiando al infinito, y me veo en el último rincón del mundo gritando al mundo; Che boludos, un abrazo zarpado!!!!!!!.




Voy a colar dos “bonus track”, un poco de texto extra para los que han llegado hasta este punto de una, sin quedarse dormidos y aun quieren  mas.

Primero os dejo con unas palabras de Mauro, el de Villa O´Higgins, el del camping, ese melenudo amante de Cortázar.

Si podéis no dejéis de pasar por allí. GRAN HOGAR.     www.tsonek.cl


“Las personas nacen cuando se conocen”…leí una vez por ahí. Y doy fe que desde que este grupo de maravillosos locos en bicicleta pasaron por el eco camp, nada ha vuelto a ser igual. Como que ese día nacimos de nuevo, dejando atrás (al menos por un rato) nuestras historias anteriores y sólo fuimos risa, canto (nadie como Nadia) vino y poesía. Traían en sus alforjas la locura propia de los que deciden viajar sin tiempo, la independencia del sin tiempo. Entonces al sur en cleta, y arte de bicibirloque y miles de sueños propios, pero comunes al final del dia. Hay un eco que se extraña, la risa, la guitarra…..putamadre que se les extraña…..Nadia, José, Jorge Arthur, Liesbeth, Ana, Fernando….un abrazo del porte de los sueños.

Un abrazo hermano.




Y ahora con un regalo a modo de texto que me envió desde el ateneo de Usera su presidente.

“Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de “tuyo” y “mío””.


                                                                          Miguel de Cervantes. Don Quijote de la Mancha


Marco, gracias por seguir alimentando mi mente y mi corta inspiración.