ENCONTRANDO EL SUR II

Metraje: 480 días aprox. Nac: Mundana, Genero: Realiti de aventuras, Catalogada: No recomendada a familiares cercanos.

Si hay algo que une a todos los seres humanos es el deseo de ser felices. Esta voluntad es el motor que activa y determina muchos de los pasos que van a dar Abisinia y Van Birloq en este largo viaje.

La falta de esperanza comienza a recortar sus sueños. Aburridos de esperar y de seguir esperando, de que nada cambie y de que nada venga, deciden perder el miedo a la vida y comenzar a trazar el boceto de su destino. Juntos parten en un viaje que les lleva a recorrer el continente americano restándole importancia al que y dándosela al como.

Este documental reúne la sabiduría y experiencias personales de esta ecléctica pareja en torno a un tema tan universal como es la búsqueda de la felicidad.

El sol de Rio Negro, edición de la mañana.

domingo, 7 de octubre de 2012

Con el pulso de la tierra




Bolivia, Chile I (La Paz, Sajama, PN Lauca,  PN Vicuñas, Salar Coipasa, Llica) 510 km,  4940 m+

Ya está la tierra en torno
de mi dándome vueltas.
Como el metal al son de la campana.

                                                                                        Pablo Neruda. Pacaypallá


Definitivo, todos, incluso los nómadas, necesitamos un techo, y cuando lo encontramos hacemos de él nuestro hogar. Al despertar renuncio a mi decisión de partir, me quedo un día mas. La Paz impone su ley, la buena comida, la buena bebida, y la fraternidad ciclista me retienen.

Finalmente, siete somos los ciclistas que partimos después de haber anunciado nuestra salida en varias ocasiones retrasándola día tras día. Abandono La Paz con 19.000 kilómetros, 200.000 metros de desnivel positivos y con la inesperada compañía de la pareja vasco suiza compuesta por Corinne y Joseba, mis nuevos compañeros de viaje. Atrás queda Arturo, “el Arthur”, que ha decidido abandonar momentáneamente la bici y hacer una visita a la selva. Han sido tres meses de compartir ruta y todo lo que eso conlleva. Mucha suerte compañero.



Después de padecer el tráfico de la primera jornada nos encontramos en un escenario que por su variedad y belleza no deja de sorprendernos. En momentos pasamos de las chimeneas de tierra estilo Capadocia, a las formaciones pétreas estilo Monument Valley. La cabeza gira de cuneta a cuneta observando una gran variedad de paisajes.



La carretera se calma, desaparece el continuo subibaja y tomando un respiro llegamos de nuevo a un altiplano que nos muestra lejanos e intocables horizontes. Bien cerca, emergiendo de la llanura, se muestra la montaña mas alta de Bolivia tocada por su glaciar, el volcán Sajama. Tras él, descolocados al azar, los volcanes chilenos humean fijando nuestro rumbo, orientando nuestras pedaladas.



Las noches se suceden y encontramos refugio pasando de la casa del arzobispo, a los barracones del cuartel militar con el corneta Montoya, y de allí al centro de vacunación. Con la obscuridad llega un frio penetrante y debemos aprovechar de un techo mientras lo haya. Hemos tomado la decisión de cruzar unos días a Chile y allí no encontraremos mas techo que el granado cielo del atardecer.



Con un tobillo embotado por un esguince recién hecho, y sin saber donde, cruzamos la frontera. Una vez mas la línea divisoria hace perder la alegría en el rostro de los lugareños vistiendo su rostro con la caricatura de un billete de mil pesos. Después de la obligada inspección chilena, nos requisan un ajo (quizás tenían miedo de que nos repitiera en la cena), y comienza la arenosa pista por la que va a trascurrir una  travesía de cinco días por parajes remotos.



Rodaremos entre diferentes parques, atrás dejamos el de Sajama y ahora vendrán el de Lauca, el de las Vicuñas y el de Isluga. Estaremos continuamente por encima de los 4000 metros de altitud y las temperaturas al anochecer alcanzaran los -15ºC. No habrá donde abastecerse de comida, deberemos de estar atentos para orientarnos entre polvorientas pistas que se entrelazan formando jeroglíficos descifrables. A nuestro paso encontraremos varios pueblos abandonados y los que no lo estén serán pueblos fantasma. La población partió hace tiempo de estos lares y los que quedan es como si no estuvieran.



Una vez mas me adentro en el meollo de la Cordillera Andina y esto tiene su precio. Las bañeras de arena sobre la pista convierten a Abisinia en una bestia indomable. Las pedaladas pierden sincronía con la rueda trasera que patina espasmódicamente desviando la trayectoria hacia los matorrales, el manillar golpea de lado a lado con giros nerviosos buscando mantener la dirección correcta obteniendo como resulta un trazado que semeja al de un bailaor borracho.



Con los neumáticos tapados por la arena y el pulso acelerado pongo pie a tierra. Encorvado, extiendo los brazos apoyando todo el peso de mi cuerpo sobre el manillar, fijo una mirada resignada al suelo, y empujo la bici. Me siento como las bestias que trabajan la tierra arrastrando el arado.



La tarde se acerca y aun así no perdemos la moral, continuamos nuestro laborioso trabajo antes de poner fin a la jornada. Y lo hacemos como marqueses. A un ladito del camino encontramos una poza de aguas termales, esta poza esta acompañada de una mini cabaña, y en su interior…….. una terma. Ahora si, pasamos de marqueses a emperadores romanos.



El frio del atardecer pasa a un segundo plano, y aprovechamos las últimas luces sumergidos en aguas sulfatadas. Ya en el interior de la cabaña y tras una merecida cena, bañito en nuestra alberca particular para entrar en el saco de dormir caliente, limpio y  relajado. Hasta mañana.


Esta zona al ser fronteriza también lo es de estraperlo. Todos los autos y mercancías robadas en Chile son trasportadas campo a través para introducirlas en Bolivia. Tres tipos en bicicleta debieron parecerles sospechosos a los patrulleros de fronteras y en mitad de la noche interrumpen de forma agresiva nuestro sueño termal. Al grito de POLICEMAN !!!! (léase como esta escrito) empujan la puerta. Al ver que somos gringos y que estamos dormidos reculan y parten con la sirena encendida como señal de poderío. Les jodimos el baño nocturno a los polis fronterizos.



Las primeras luces se cuelan entre la tabla rota que cubre la ventana acariciándonos. Dulce despertar. Un buen y doble desayuno compuesto por porridge de quinua y avena, cafelito con panes untados en mantequilla y mermelada de higo. Como postre bañito de despedida. Así da gusto comenzar a rodar.



Al paso de nuestros “panzers”, (llevamos peso extra, además de la comida hemos encontrado agua dulce y debemos de cargar para dos días) las ruedas quiebran el hielo que aun cubre los riachuelos que cruzan nuestro camino. La pista  mejora dejándonos disfrutar del paisaje. El camino transcurre acompañado continuamente de volcanes el Isluga, Guallatire, Enquelga, Parinacota, Pomerape y otros mas alegran nuestro horizonte calmo y suave.



Las expectativas de encontrar provisiones en Guallatire se desvanecen rápidamente al entrar en el pueblo. Esta habitado por un reten de dos policías. No tengo gasolina ni alimentos suficientes para los tres días que me faltan por llegar al siguiente pueblo. Dos opciones; la primera es ir deprisa para tardar un día menos, la segunda, comerme la comida de mis compis. Ya veremos, quizás en la noche pueda robarles algunos panecillos.



Todas estas hipótesis se desvanecerán a la mañana siguiente. Ahora tenemos por delante otra batalla. Son las once y el viento acude como todas las mañanas con puntualidad Británica. El lápiz dibuja un giro sobre un folio, que lleno de anotaciones, nos hace las funciones de  mapa. Esto supone enfrentarnos a él cara a cara, sentir sobre nuestros rostros su mordaz empuje. No encuentro la combinación de ropa para hacerle frente, en ocasiones demasiado calor, en otras cuchillos de hielo se clavan en mi pecho. A mas de cuatro mil metros su fuerza y la baja temperatura hacen difícil la rodada.



Rendidos, abandonamos nuestros propósitos de llegar a una cercana mina buscando amparo. Encontramos una pequeña cabaña que otrora diera cobijo a algún pastor y allí nos quedamos. Levanta del suelo escasamente un metro y sus muros de piedra parcheados con barro evitan el paso del viento. En su interior algunos enseres básicos y también los restos de una vicuña seca. Aquí dentro podremos cocinar y en el exterior sus tabiques protegerán nuestras tiendas de campaña.



Los grandes espacios dan lugar a noches de acampada, noches donde el peso del frio cubre la tienda con finas capas de escarcha. Cautivado por un amoratado horizonte acuarela, las últimas luces se desvanecen, las sombras se alargan y se esconde el viento. Todos los días lo mismo, parece tener miedo a la oscuridad.



Sobre la noche verde,
las saetas dejan rastros de lirio
caliente. La quilla de la luna
rompe las nubes moradas
y las aljabas
se llenan de rocío.

                                                                         Federico García Lorca. Poema del cante jondo.

Son las seis de la tarde y doce horas me esperan por delante metido en mi saco de dormir. Para un tipo que no duerme mas de seis puede hacerse largo. Siempre cercano a mi el frontal de luz, el MP3, el reloj, un libro y unas hojas sueltas donde poder tomar notas. La temperatura esta noche, en el interior de la tienda llega a -7ºC. A media noche, aburrido de sueño, agarro el libro, las notas las tomo con un lapicero, así evito que se congele la tinta, y espero que tras la loma el sol regrese con la fuerza de siete dragones.



La mañana se inaugura con sorpresa, comenzamos a rodar entre manadas de vicuñas, estamos cruzando el parque al que dan nombre, y tras un primer repecho de unos doce kilómetros estamos en lo alto de una colina. Desde allí podemos observar el Salar de Surire. Los montes crean una caldera de dimensiones extraordinarias y en su fondo la sal se acumula creando un blanco océano.


Allá encontramos unos mineros los cuales nos abastecen de agua, panes y margarina. Ya no tendré que ejercer el canibalismo con mis compañeros para poder sobrevivir.

La jornada es benévola con nosotros, viento de espalda, buena pista y pocos kilómetros. En el camino podemos observar el aletear de los flamencos. Y como esta vida nos quiere, bien pronto encontramos la colorida terma de Polloquere. El paisaje que le rodea perfectamente lo podrías observar en Yellowstone. Que he hecho yo para merecer esto??



Un muro de adobe protege unas mesas de madera y a partir de ahora también a nuestras tiendas. Sesión de fotos al paraje y al agua patos!!. Las mineralizadas y calientes aguas no te permiten estar mas de quince minutos en su interior. Lo disfrutamos como niños.



Ya son días rodando sobre el reino de Lucifer. Desde las profundidades de la tierra se produce el calentamiento de un agua teñido por el aroma de azufre, mas tarde,  en la terma este se difuminara en jirones de vapor al contacto con la atmosfera. Los volcanes no cesan en su actividad, emitiendo fumarolas que adornan como guirnaldas el cielo.



Camino sobre un planeta caliente, extenso, salvaje, así me siento yo también. Y gira la tierra, inmutable, a su ritmo habitual, haciendo desaparecer el sol tras el horizonte. Metido en mi saco esperando un abrazo de sueño, siento su energía, siento su pulso.


Un acerado frio me apabulla en la tienda. El saco de dormir después de la lavada se recuperó, pero no lo suficiente para soportar las bajísimas temperaturas que marca el termómetro. Esta es una noche de crudo insomnio donde las horas se prolongaran indefinidamente.

Me levanto con el primer bostezo de la mañana. El sol asoma tras el monte pero la gasa de vapor que envuelve la terma no lo deja golpear con fuerza. La poza me ofrece el calor robado por la áspera noche, y tras un momento de duda mi cuerpo desnudo se sumerge en el agua.




Normalmente nos levantamos a eso de las seis de la mañana. Después de dudar mucho hay siempre una valiente que se atreve a dar el primer paso y enfrentarse a la fría mañana. Los desayunos al aire libre (unos diez grados de temperatura) y la posterior recogida de enseres se extienden durante horas. Existe una complicidad que hace de este un momento especial del día, en el que cualquier comentario o acción tienen la capacidad de ser envueltos en carcajadas.




Hoy la tarea de preparar el desayuno se hace difícil, las botellas que contienen el agua están congeladas. He de sumergirlas en el agua termal para luego poder hervirla en el hornillo.

Para salir de esta caldera no nos queda mas remedio que ascender una de sus lomas. Una vez vencida, la pista se torna fea, dunas de tierra atrapan nuestras ruedas y en una de esas Corinne cae al suelo. La ayudamos a levantar y reímos, esta mañana en el desayuno también se cayó de la mesa. En ocasiones para poder sonreír es mejor vivir en la ignorancia, veinte minutos después nos enteramos que donde ella había caído es una zona que aun permanece minada y que no es nada recomendable salirse del camino.



Con un tenaz y voluntarioso ánimo continuamos por un terreno casi intransitable. La pista se asemeja a un techo de uralita, un continuo oleaje de tierra nos mantiene horas rodando sobre un vibrador. Nuestras cabezas balancean y las espaldas sufren deseando el final de la jornada con el anhelo de encontrar un suelo donde extenderse.



Joseba y Corinne, cada uno en su rincón del mundo, tuvieron  encuentros casuales con viajeros de bicicleta. A Joseba encontrarse con Salva en Irán le hizo entender otro significado de la palabra viajar. Mientras tanto Corinne tomaba en Pekín un café con Bea, aun no sabía  que ese café iba a cambiar tanto la vida. Las aventuras de esta francesa que con su bici recorría mundo en solitario, despertaron en su interior una fuerza indomable.


Finalmente ambos partieron de diferentes puntos con un mismo rumbo, el este. Sus bicis quisieron encontrarse en Teherán, de aquello hace mas de tres años, y ahora están terminando su vuelta al mundo en bici acompañados de un bicibirloco (mentira, una vuelta al mundo en bici es interminable). Viajando, viviendo en pareja.   No os perdais su entrada.          




Regresamos a Bolivia tras la breve incursión chilena y de nuevo hemos de tomar decisiones; cómo y por dónde ir? Cruzar el salar de Coipasa por  el medio nos llama la atención, sabemos que puede estar húmedo pero hay algo que nos atrae. Preguntamos a los militares esperando firmeza en sus indicaciones y con ellas partimos. “Siempre a la derecha, cuando lleguéis a los cruces siempre a la derecha”, de este modo aparecemos en medio del salar con el agua cubriendo nuestros pedales.

“Frente a mi, peinado por el viento, un amplio desierto salino. Los rayos del sol rebotan con fuerza creando un juego de luces y sombras. Abisinia, sutil, se desliza sobre la pulida capa de sal en tanto mi corazón es invadido por un sentimiento extremo de libertad. Cae la tarde entre un intenso olor a soledad.”
                                                                           Texto extraído del diario de Van Birloq.



Los salineros de forma totalmente artesanal trabajan en la dura tarea de la extracción de sal. Tomás masca coca impulsivamente buscando fuerzas para terminar la labor. Con el moflete inflamado por la bola y el tinte verde de la hoja en su desacomodada dentadura recibimos sus indicaciones, las cuales nos hacen recular. En el salar, al anochecer, las condiciones son muy duras, extremadamente duras y quedar atrapados en el agua puede ser terrible.



Retrocedemos siete kilómetros hasta llegar a otro campamento del ejército. Este barracón esta ubicado en el borde de una isla, la sal lo rodea. La pequeña nave fue una procesadora salina y ahora su sala diáfana da cabida a mas de veinte militares que esparcen sus jergones y pertenencias por el suelo. El subteniente Rodríguez nos preparara tres remeadas colchonetas cubiertas por gruesas mantas, cenamos el rancho junto con los demás soldados y allí dormimos todos. Nos han salvado de pasar otra noche jodida.

Al amanecer Rodríguez y sus chicos nos guían, parece difícil encontrar el camino correcto para salir del salar. Ciclar sobre una superficie blanca y lisa es como montar en bici sobre la nieve pero sin hundirte. Pedalear sobre un salar es una sensación única.




Sucede también que en general el rodamundos además de disfrutar del hogar cuando lo encuentra y desear abandonarlo cuando la inquietud lo invade, es una persona básica. Sus necesidades  diarias son tan simples como tener agua y comida, su bici a punto y una linda senda por delante. Poder disfrutar de un buen café en el desayuno, una rica lata de carne molida si es posible con tomate en el picnic, y un generoso plato de pasta con sofrito de ajo en la noche, es suficiente para mantenerle alegre. Si además hay algún panecillo con mantequilla y un café extra, ese día es fiesta. El resto nos lo da el camino.



Convertido en un experto rodador sobre terrenos arenosos llego a Llica, puerta al salar de Uyuni, y plaza para un merecido descanso. Tarea de lavado. Primero yo que después de ocho días sin ducha lo necesito, luego la ropa que ni te cuento, y para terminar de limpiezas he de arrancar la sal que permanece incrustada sobre Abisinia. Los baños de agua con sal podrían ser fatídicos si no le dedicamos la suficiente atención. Una vez mas  me sorprende la resistencia de estas máquinas.




Estos días han sido de los mas lindos de todo lo hasta ahora  recorrido y también de los diferentes lugares visitados en mis anteriores viajes. La gran variedad de sus paisajes, la amplitud de estos grandes espacios y la soledad que los acompaña lo hacen majestuoso. Sin embargo también he de decir que ha sido duro. Rodar muchos días de forma continuada por encima de cuatro mil metros, el frio, el estado de la pista, y el estar alerta continuamente para orientarte al no haber señales y  mil cruces de caminos nos han desgastado.



Y tomamos fuerzas para lo que nos espera. Por delante el salar de Uyuni y la ruta de las lagunas que nos conducirán de nuevo a Chile. Si esta ruta ha sido dura la que se avecina parece serlo mas. Un paso a casi cinco mil y el ascenso a un volcán de casi seis mil metros parecen esperarnos. La dureza una vez mas va asociada a la belleza. Avanzo, un trayecto “solo para masoquistas”.




Desde mi cielo donde las voces del viento y el rumor del rio, por constantes, se consideran silencio. Un aderezado abrazo mis yuntas.


Pronto estos atardeceres seran nuevamente tuyos. Ánimo Nando.

No me voy sin enviar un fuerte y especial achuchón al GAMBA del Nando, www.gambada.com . Parece estar enfermo del pulmón, pero con un corazón tan grande todo es posible de superar. Lo dicho a recuperarse que aún quedan muchas pedaladas por delante.



Acaso te crees el Capitán América??                                                                      Foto Corinne

Ah!!!! Este mundo se moderniza y yo llego tarde pero he llegaó. Una vez descubierto el Facebook me encontrareis en bici.birloque, alguna foto inédita y algún avance podréis husmear por allí. Y si queréis………. nos hacemos amiguitos.

1 comentario:

  1. genial tus fotos!!!, sabes captar lo invisible!!!! me encantan!!!

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