ENCONTRANDO EL SUR II

Metraje: 480 días aprox. Nac: Mundana, Genero: Realiti de aventuras, Catalogada: No recomendada a familiares cercanos.

Si hay algo que une a todos los seres humanos es el deseo de ser felices. Esta voluntad es el motor que activa y determina muchos de los pasos que van a dar Abisinia y Van Birloq en este largo viaje.

La falta de esperanza comienza a recortar sus sueños. Aburridos de esperar y de seguir esperando, de que nada cambie y de que nada venga, deciden perder el miedo a la vida y comenzar a trazar el boceto de su destino. Juntos parten en un viaje que les lleva a recorrer el continente americano restándole importancia al que y dándosela al como.

Este documental reúne la sabiduría y experiencias personales de esta ecléctica pareja en torno a un tema tan universal como es la búsqueda de la felicidad.

El sol de Rio Negro, edición de la mañana.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Chiapas



México VIII, (Puerto Arista, Tierra y Libertad, Chiapa de Corzo, San Cristóbal de las Casas) 233km, 3930m+

El  acerado sonido de una hoja de machete chocando contra el suelo me alerta. Ya es noche y trato de descansar en mi habitación. Una sombra encorvada se mueve lenta tras la cortina, intentando no hacer ruido, intentando pasar inadvertida. Pretende abrir las cortinas con la mirada, conocer que pasa en el interior. Quien coño será el que con machete en mano acecha ahí fuera??.
Un grito, ehyy, un, que pasa??!!!! _ salen fuertemente escupidos por mi garganta.
_Que haces aquí??!!._ chilla el viejo loco, casi sin poder articular sus deseos fonéticos
Voces altas retumban en el aire del corredor, todo es tensión.
_ Llegué esta mañana!!! _ es mi decidida respuesta.
_ Ahh, te dio la habitación el gordo _ quiero entender al mismo tiempo que se le escapa entre los labios el brillo del marco metálico de sus dientes. _ Duerme, duerme_ reafirma tras el cristal de la ventana.
Me siento en el borde de la cama, reflexiono y me doy cuenta de la tranquilidad con la que he vivido el momento. Mi corazón se maneja sin sobresaltos, a ritmo de chotis, constante.
Como diría Gracita; “hay que ver como está el servicio”. Y ahora, quien se atreve a decirle que baje el volumen del televisor?.
Ya dormido, un delgado sonido avanza por el fondo del  pasillo para acabar colándose  por debajo de la puerta. Un helado de durazno gotea sobre el mostrador de la recepción. El viejo se ha quedado traspuesto dejando caer el machete al suelo. Eso espero. Duermo.
Durante tres noches soy el único cliente de este hotel de cincuenta habitaciones. Durante tres noches él es el único guarda. Habéis visto la película “El resplandor” ?? Aquí me hospedo.


Llegué a Puerto Arista, no porque quisiera, si no porque no tuve fuerza de llegar a Boca del Cielo, solo 16k mas adelante y completamente planos. Allí busque un lugar donde descansar y estar solo. Necesitaba sombra, cama y soledad. El resultado fue el famoso hotel que del que os he hablado y en el que iba a pasar una sola noche que al final fueron tres. La renegociación diaria de precio a la baja y lo bien que se estaba en estas playas me pusieron muy difícil el tomar la decisión de partir, pero había empezado una cuenta atrás que ya no se podía parar.
Mis pasos se cruzan con mi rostro. Camino de ida y vuelta.

Llegue un domingo y los domingos son días de borrachera en México. Ellos borrachos perdidos en la playa, y ellas dando por bueno el peazo de pedo de su hombre, para servirles. Cada uno en “su” papel. Las tiendas que dispensan alcohol, lo hacen desde detrás de las rejas, los propietarios se enjaulan como si fueran chimpancés. En esta ocasión el peligro esta fuera, no dentro. Visito los chiringuitos de playa, de amplia y sombreada palapa, donde cada mesa tiene una hamaca para según terminas tu pescadito echarte una siestecita. Verdaderamente este era el pensamiento que tenía al verlas, pero comprobé que también te puedes echar la siestecita antes de que te sirvan. Cuál es el apuro?. Sin prisa se llega lejos.

La sierra de Chiapas a mi espalda. Al frente, el Pacífico con playas kilométricas sembradas de  impetuosas y traviesas olas con las que no están peleados los delfines que se deslizan entre ellas como bailarinas sobre el hielo, sin ruido, sin violencia.  El agua caliente te invita a pasar largos ratos en lucha con la furia del mar. Siempre pierdes. Cientos de palmeras, decenas de palapas y unos atardeceres de órdago terminan por darle un toque idílico al lugar.  Me siento como si estuviera en “mis” playitas de Cádiz, no puedo pedir mas.


Me faltaba para el “curriculum” cruzar la Sierra de Chiapas. Han sido muchos los cruces de cordilleras y esta lo quería hacer de modo diferente a la vez que intuía bastante complicado. Mi mapa me había chivado la existencia de una pista de terracería (sin asfaltar) que cruza la sierra por un inhóspito lugar.  Solo con ver la montaña colmada  a rebosar de una vegetación cerrada te dabas cuenta y esto me resultaba  mas atractivo. Esta vez debía de confirmar  y bien, su estado y  la disponibilidad de agua en el recorrido. No me valía con la respuesta de una sola persona, tampoco de dos, así que comencé mi encuesta entre los conductores de colectivos y gasolineros. A la sexta di por buena la respuesta mas repetida, pero aun así no me sentía del todo tranquilo, falta de confianza??. Pregunté un par de veces mas hasta que di con la posible realidad. Dos habitantes de la sierra me dijeron que la parte superior había caído en desuso,  que los arboles habían recuperado su lugar día a día y habían cerrado el paso. Vuelta hacia atrás y a subir por donde va todo el mundo.

Dejo atrás el olor a sal y humedad y cargado con una bolsa llena de magos maduros que me dan los arboles de la carretera llego a Tierra y Libertad. Que lindo y utópico nombre para un pueblo en estos momentos tan difíciles. El nombre le viene dado en honor a una emblemática frase de Emiliano Zapata. Aún  me emociono cuando me cuentan el origen del nombre del pueblo y la historia que lo rodea. Y es que como preguntarían Faemino y Cansado; “Eres romantico o gilipollas?”. Las dos cosas señores, las dos cosas.



No llego solo al pueblo, desde 25 kilómetros antes me acompaña “el hombre del mazo”. Si, tanto buscarlo algún día debía de llegar. La razones son que no desayune muy bien, a esto se le unió un calor como nunca en este viaje, rodar justo a mediodía, el momento de mas calor y tener que cruzar la elevada Sierra de Chiapas. Llegué a asustarme, cada quince minutos buscaba una sombra y aun mareado intentaba comer e hidratarme. Se pasa mal con la pájara.

Salón/dormitorio.
Una vez llegado busco lugar. Freddy, pala en mano y sonrisa colgando me lleva a su futura casa, aun en construcción, allá un poco mas lejos de donde acaba el pueblo. Redios, paso de estar con Jack Nicolson, en el hotel del Resplandor, para llegar a La Atalaya. La Atalaya es la casa abandonada que estaba a las afueras de mi pueblo, donde en verano, las noches de luna llena íbamos a pasar miedo y aprovechar a tocar lo que podíamos cuando las chicas se te agarraban histéricas presas del pánico. Ahora de mayor comprendo que a ellas también las gustaba “pasar miedo”. Siempre me entero tarde. Ayayayay.
Mira como mira.
Al día siguiente ya en Chiapa de Corzo, en difícil postura, realizando diría yo casi una acrobacia, consigo ver en el espejo la razón del escozor. He tenido que rodar los últimos veinte kilómetros de pies, sin sentarme en el sillín de la bici. El calor y un mal ajuste del culote han dibujado en mis mofletes dos grandes paréntesis de piel muy irritada, a los que la molesta incluso el jabón. Crema milagrosa para culo de niños (cortesía del Kuki) y a la mañana siguiente salgo a rodar ataviado de modo mas parecido a un torero que a un ciclista. Me coloco el culote al estilo Manolete, paquete cargado al lado derecho y bien ajustado, marcando. Prueba superada, estéticamente un poco llamativa pero todo funciona. Al llegar a la tienda de abarrotes las dependientas no me miran a la cara cuando me hablan, clavan la mirada a media altura. Después del primer intercambio de frases las he de advertir que “ella” no habla, que no esperen respuesta. Mejor que me miren a mi y será más fácil. Lo cierto que no es nada habitual ir por la calle con este tipo de pantalones y  aquí en México siempre llaman la atención. En este caso mas.
El camino a San Cristóbal de las Casas es temido por los ciclistas. Las lomas se suceden ocultando la una tu intuición de la siguiente que ya no tiene donde esconderse. El desnivel de un metro supera al anterior así hasta en 1870 ocasiones, asi durante 45 kilómetros. Mientras tanto mi exprimido organismo se preocupa de sus necesidades, necesita agua y comida y en estas duras  condiciones no le valen excusas.

Apuro de un trago la mitad de mi bidón y cuando voy a reponer…….sorpresa. He perdido  un litro de agua, no se donde cayó la botella, pero tengo un litro menos. La raciono pero el calor y la pendiente hacen que necesite mas,  allá a lo lejos veo un grupo de casas, un comedero, salvado. Bebo con ansia, el agua gotea por el mentón para acabar chocando con la camiseta y allí ser absorbida por el sudor que ya todo lo ocupa. Las chicas del comedero se asombran y me miran, ya no sé porque.

100% indígena.

A la llegada a Sancris me reciben con las puertas abiertas Zofi y Steven, también Maya, su perra. Desayunamos licuados 100% naturales, compartimos recetas y buen cotorreo y como no podía ser menos acabo haciendo otra tortillita de patata.

Noches de encuentros, noches de fiesta, noches de conciertos de ska con un excomponete de Mano Negra (y tus remolinos Lolo donde están?.Hice lo que pude, que no fue poco), noches de aire irlandés (aparece de nuevo Ian). Si a esto le unes el encanto particular del pueblo, los carnavales del pueblo de al lado, el encuentro con un ciclista que te dice; “no vayas ni loco en bici a Palenque, la carretera está muy peligosa!!” y dos detallitos mas, resultado…………., una semana en San Cristóbal sin dar pedales.


El adjetivo de para este pueblo es; acogedor. Su aire colonial, sus calles de amplia combinación de colores y luces, su arquitectura, las montañas que lo rodean… vamos, un remanso de paz, paraíso de fotógrafos y guarida de fiesteros. Habitado por cientos de extranjeros que han montado aquí sus negocios o que viven relajadamente de las rentas. Zofi y Steven llegaron hace seis meses viajando en bici, adoptaron una perra callejera y ahora están montando un hotelito de cuatro habitaciones. No buscaron, encontraron.


Subo a visitar Chamula, pueblo conocido por el arraigo de sus costumbres indígenas. Un lugar donde sus habitantes parecen haberse olvidado del tiempo,  lugar donde el tiempo  se ha olvidado de ellos.


Están celebrando los carnavales y la iglesia esta mas concurrida de lo habitual.  Ya cuando llegas a la puerta te llama la atención lo colorido de los arcos del pórtico, pero es dentro donde te llevas la sorpresa. La nave esta diáfana, el suelo cubierto de ramaje, el humo de los inciensarios quemando copal aromatiza el lugar. Este humo mezclado con los rayos de luz que se cuelan por los ventanales crea una atmosfera que parece pintada, sacada de un cuadro de Velázquez. Las imágenes están apartadas en los laterales, ellos sentados en el suelo rodeados de velas clavadas en el piso y una vez concentrados comienza su ritual. Una serie de ininteligibles plegarias acaba con el sacrificio rápido y certero de la gallina. Su cuello no resiste el giro, no chilla. Este tipo de religión que se transmite de padres a hijos, tiene sus orígenes en la época hispánica. Los indígenas obligados a convertirse tomaron parte de las imágenes cristianas, pero siguieron aplicando sus creencias, de hay viene esta mezcla entre religión y santería.


La fiesta continua, miles de personas se agolpan en la plaza, no cabe nadie mas en los tejados, en los balcones. Aforo completo. Altas dosis de alcohol, los toros maniatados por dos sogas y corriendo por la plaza del pueblo, ellos intentando cabalgarlo………..la suma de ello hace que la adrenalina les invada. Todo esto mezclado con un exceso de testosterona les vuelve mas peligrosos que ciervo en la berrea. Acaban la fiesta haciendo corrillos donde se despiden del carnaval curtiéndose el lomo a palazos.


Mi vida sigue a buen ritmo, no me invade el azogue, pero no paro. Me levanto a las 5 a.m. (que duro el martillo del despertador) y me voy de tour a Palenque. Son 10 horas de camino y 5 de visitas, agotador. El trayecto recorre parte de la Selva Lacandona. Aquí en 1994 el pueblo de Chipas cansado y hambriento, se levanto en armas contra el gobierno reclamando una serie de derechos a los que no tenían acceso. Lo consiguieron.

Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.

                                                                                 Juan Gelman, Opiniones                   

El paisaje es simplemente Espectacular y la carretera tan peligrosa como muchas otras que he recorrido. Tenía que haber venido en bici. Visito unas pozas llamadas Agua Azul, la cascada de Misol Ha, y finalmente las ruinas de Palenque. Una tras otra, las paradas son Magníficas.
Palenque, enclavado en una selva donde la vegetación repta por encima de las edificaciones, los monos aulladores gimen a volumen aterrador (parece que te estuvieran gritando al oído varios King Kong), el color de los tucanes, y la acrobacia de la iguana sobre el árbol de corteza brillante, y por supuesto sus ruinas que te trasladan siglos atrás.




Quizás allí mismo donde estaba sentado algún Maya pensó que el fin del mundo estaría bien para finales de 2012. Quien sabe?. Y otra incógnita Maya, ahí la dejo; como podían subir a los templos con los peldaños tan altos y ellos con las piernas tan cortas? La respuesta quizás la encontremos en cualquier revista de ciencia.


Desde San Cristóbal agarro un autobús. Más de quince horas para llegar al DF, os lo dije, la cuenta atrás había empezado, imparable.
Tu allí y yo aquí
seguimos unidos
vivimos todo por igual.
                                             Leño, Este Madrid
Los días se desencadenan, el que precede fue, y si respiras muy fuerte mañana ya es tarde, es pasado. He decidido aferrarme el presente sin mas meta, él me da la fuerza y la tranquilidad para seguir viviendo en la intemperie emocional. Hay momentos en los que me falta un abrazo, un guiño cómplice. Han sido muchos años de compartirlo todo, mis viajes, mi vida……El llegar a un lugar lindo o vivir una buena experiencia siempre me traía el recuerdo de alguien con el que había compartido. Hace ya algún tiempo, de forma progresiva y sin darme cuenta, empecé a vivirlo conmigo mismo y a disfrutarlo solo para mi. Sigo en mi camino de aprendizaje, este no se mide en kilómetros, ni en altitud. Para calcular su valor siento la siguiente ecuación; X es igual a las experiencias que vives divididas por el poso que dejan en tu alma.


Desde la hamaca de mi cielo mecida por  aromas de aire y libertad. Adormecido por el vaivén del miedo y el valor, la marcha y  la llegada. Un chingo de abrazos  amigos.

Y a vosotros, parte de los que siempre estáis ahí, os lo doy en breve y en directo.

2 comentarios:

  1. Amigo Jorge.
    No sé si este es el final o un intermedio en tu aventura. Sea como fuere te quiero dar las gracias por compartir tanta belleza. La verdad "canijo" es que has traído a mi memoria cosas que yo también he vivido en ese hermoso país.
    Suerte en el futuro y una vez más, gracias.
    Facundo.

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  2. Hace poco alguien compartia conmigo lo siguiente: no importa la longitud (en dias, meses o años..) sino la amplitud con que vives cada momento de tu vida. La amplitud con que vivo cada momento de mi vida.
    Yo imagino que a más 'presencia' más amplitud..
    un abrazo
    ignasi

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