ENCONTRANDO EL SUR II

Metraje: 480 días aprox. Nac: Mundana, Genero: Realiti de aventuras, Catalogada: No recomendada a familiares cercanos.

Si hay algo que une a todos los seres humanos es el deseo de ser felices. Esta voluntad es el motor que activa y determina muchos de los pasos que van a dar Abisinia y Van Birloq en este largo viaje.

La falta de esperanza comienza a recortar sus sueños. Aburridos de esperar y de seguir esperando, de que nada cambie y de que nada venga, deciden perder el miedo a la vida y comenzar a trazar el boceto de su destino. Juntos parten en un viaje que les lleva a recorrer el continente americano restándole importancia al que y dándosela al como.

Este documental reúne la sabiduría y experiencias personales de esta ecléctica pareja en torno a un tema tan universal como es la búsqueda de la felicidad.

El sol de Rio Negro, edición de la mañana.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Oaxaca



México VII, (Tehuacán, Oaxaca, Zanatepec, Puerto Arista) 771km, 7753m+

José un atardecer dejó su remota aldea. No sé como fue la despedida. No puedo imaginar como es la despedida de tus familiares cuando tienes muchas posibilidades de no volver a verles, cuando algunos de tus compadres ya han muerto en el intento. Cruzó un desierto a pie durante cuatro días, el último de ellos con una garrafa de agua hedionda que encontró en una pileta. El doble doblez de la tela de su camisa apoyada en los labios le sirvió para filtrarla. Allá, en el otro lado, la pasaba el día encerrado en su trabajo y el resto del tiempo encerrado en su apelotonada casa. Compartía piso con otros mejicanos y sentían miedo de salir a la calle, de ser detenidos, de ser deportados. Iban al super en coche y este mismo les esperaba en la mera puerta para recogerlos. Todo eso era lo que conocía del por muchos idealizado EEUU. Me platicaba, orgulloso aun, que  su patrón le decía; “los mejicanos sois mas trabajadores, menos protestones y ganáis la mitad de un gringo, sois buena gente”. Esto le hace sentirse grande.
_ Un día decidí volverme, fue más fácil que la ida. Ahora en mi hornito de leña hago pan, no gano mucho pero no tengo horarios, ni jefes. El tiempo pasa tranquilamente y puedo ver crecer a mi familia.
Felipe tenía un buen puesto de trabajo en el DF. Era representante, bien vestido, manejaba dinero y por todo ello ya lo habían intentado secuestrar en una ocasión. El pensamiento clavado en sus hijos.
_ Si no quiero esto para mi, como lo voy a querer para ellos?.
 Lo dejó todo, los montó en su furgoneta y sin preguntas se fueron a una diminuta comunidad donde durante el primer año dormirían los cinco en la misma habitación, cocinarían casi en la calle y las gallinas les picarían el culo cuando salieran al patio a “hacer de lo suyo”. Ahora los hijos van y vienen al pueblo de al lado a estudiar,Hay un colegio un poco mejor. Ellos tienen una tiendita donde venden huevos y cuatro cosas mas, comen todos los días frijoles y en ese escaso y humilde salón se respira paz, amor y un televisor de 48 pulgadas aun sin terminar de pagar.
Beto bajó un día de su aldea, de allá arriba en la montaña. De su comunidad solo él y otro  sabían hablar español, circunstancia que aprovecharon para ir a trabajar a Ciudad Valles. Nunca entendió como se puede vivir donde falta el aire y sobra el ruido. No aguantó mas de un año, hizo un poco de dinero que luego invirtió en materiales para su casa y ahora vive de lo que tiene a su alrededor, en mitad de la montaña.
_Si hubiera seguido trabajando en la ciudad, ahora tendría muchas mas cosas, pero también habría perdido muchas otras. Verdad que si Francisca?
Todos ellos eligieron llevar una vida modesta, realmente austera, a cambio de tener LIBERTAD. Los tres coinciden en esta palabra como lo más importante. Asumen tranquilamente que quieren menos por menos.
En las tres casas me regalaron su hospitalidad, no me falto un plato de comida y compartieron conmigo su filosofía de vida. Aprendo día a día, aprendo de todo lo que me cuentan, de lo que leo en sus gestos, de lo que escucho de sus miradas. Otro infierno es posible.


Los días están contados,
no hay nada más que temer.
Tan solo seremos libres,
cuando no haya más que perder. 
                                                                       
                                                                              Vetusta Morla.   Sharabbey Road

Noche de cinco euros.

Llegué a Tehuacán protegido por el volcán La Malinche y amenazado por una carretera sin arcén, angosta y plena de tráfico. Jorge Amador me esperaba para mostrarme la ciudad. Un par de días de multitud y vuelta a la sierra. Había que elegir entre tres opciones para llegar a Oaxaca, creí conveniente ir por la más dura. Atravesar la Reserva de la Biosfera de Tehuacán Cucatlan terminó siendo como recibir otro regalo.

Me levanto y finalmente sale a mi encuentro el sol. En los campos las flores iluminadas por su presencia, y en la carretera mi alma, iluminada también, no puede contener una, dos canciones, hasta que una cuesta arriba dice basta, me arranca el aliento, y evita más sufrimiento al resto de la fauna y flora. El rio  al fondo del valle  regala vida a su paso, el hombre le echa una mano construyendo acequias,  colmando de agua los sembrados de maíz y caña de azúcar que llegan hasta el mismo borde del asfalto. Que bonitos los campos de limoneros!!. Las buganvilias colgadas de los matorrales como bolas de navidad decoran el trazado mientras los insectos entran en lucha por conseguir su néctar. La naturaleza crea  frontera, pasa de los frutales a las cactáceas, de la tierra llena de vida al desierto en un palmo de terreno.

El rio me deja, mejor dicho, dejo  el rio, y al cambiar de valle solo hay espacio para el calor, lo ocupa todo, me siento aplastado por él. Aquí ya  solo los cactus parecen tener lugar, ser capaces de hacerle frente con sus afiladas espinas, dura batalla. La carretera se dobla y desdobla, y vuelve a doblar. Los desarrollos de la bici se multiplican y se desmultiplican continuamente sin encontrar el ajuste que me haga sentir cómodo, hoy no  funciona la calculadora. Parece que hoy no pasa nada. Solo silencio y calor.

Las noches de acampada se suceden. Al caer la tarde la luz del sol se esconde tras los lomos del monte perfilando su figura de rojo carmín, precediendo el violento oscuro. La música la pone el cotorreo de los grillos y las chicharras insaciables de ritmo. Del fondo de la barranca, de allá lejos, del pueblo, sube fatigado el ladrido de los perros que no quiere perderse el ensayo diario. En la paz de ese momento siempre mágico, me siento solo, soy otro animal mas entre tanta noche. Ahora me toca enfrentarme a ella y a mis miedos.
Pasa el sueño y llega el momento de levantarse, cada día un poquito mas tarde, cada día con menos fuerzas. La sorpresa de esta mañana son mis gemelos. Aparecen tatuados por las picaduras de los mosquitos de ayer tarde. Están llenos de sangre seca, saturados de bultos que dan forma a un indescifrable y asimétrico dibujo. Mas espray antimosquitos y trata de aguantarlo Carlos, por dios, trata de aguantarlo!!!. QUE PICOR.
La pereza y la falta de apetito es algo asociado, en mi caso, al cansancio. Esto hace que durante un par de duros días me  alimente malamente y aun sabiendo que no es suficiente para afrontar estos montes continúe. Me tomo el camino con toda la tranquilidad que puedo, ya que lo que cualquier médico de cabecera definiría como; “nada importante, un simple virus”, ha querido venirse conmigo de viaje durante una semanita aumentando mi debilidad. Tiene doble personalidad, unos días se presenta como resfriado y otros como diarrea. Gracias a él paso unos días regulares de salud pero pletóricos de  paisaje.
 Cuestorros se suceden de nuevo, aquí no solo es el altímetro al que le cuesta soportar los cambios de presión, mis oídos tronan con el paso de las curvas, la ascensión nuevamente es pronunciada y solitaria. He encontrado una vez mas la soledad en las carreteras, durante kilómetros no encuentras pueblos, ni siquiera comederos, por dios que placer!!  Es en estos lugares donde saboreo la esencia del viaje en BICICLETA. Por mucho que sudes, por mucho que asciendas, por poco que comas, por mucho malestar de panza, todo es lindo sobre mi bici.
“En soledad todos los sentimientos son más profundos. Las montañas se sienten de manera distinta. Sabía que únicamente estábamos ellas y yo. A falta de compañero hablaba conmigo mismo y la montaña. Me sentía una pequeña parte de este mundo gigantesco y sobre todo, hacía lo que quería.”
                                                                                      Jerzy Kukuzca, un gran grande.
Las auras (aves carroñeras de cuerpo negro y cabeza roja) deben de saber algo de mi debilidad, vuelan sobre mi dibujando círculos concéntricos en el cielo. Esperando no se que.




En México numeran los frentes fríos que entran durante cada invierno. Una vez allí arriba, en la sierra, conviví con el frente  frio nº 28. Un placer conocerle señor y gracias por los dramáticos atardeceres que me brindaron sus nubes.
A la bajada del monte, cerca de Oaxaca, me están esperando Rafa y Emilie, franceses con los que tuve el placer de compartir ruta en California Baja y que acaban aquí su periplo. Vamos a visitar al colectivo CACITA, que entre otras cosas se dedican a equipar de maquinaria a las comunidades a las que no llega la electricidad. Con bicicletas que les han llegado desechadas de USA construyen lavadoras, molinos y desgranadores para el maíz, licuadoras, bombas de agua, etc. Una larga lista de aplicaciones que se les da a las bicimáquinas con un resultado que os resultaría sorprendente si lo vierais in situ. http://cacita.org.mx/

"Esto" muele una tonelada de maiz en 4 horas.

La entrada a Oaxaca ciudad la hago cumpliendo 10.000 kilómetros, 83.300 metros de desnivel positivo, 7 meses y medio de ruta y 48 pulsaciones en reposo. Lo han debido anunciar porque me encuentro con mas ciclistas procedentes ellos también de Alaska. Para que queremos mas!! ya con esto sobran  motivos para montar una buena fiesta. Amén y que el mezcal haga lo que tenga que hacer. Nos pusimos en sus manos.


Tampoco se me olvida hacer un regalo a Abisinia. La revisan, alinean las ruedas y cambian cables. Que menos!!, a la vuelta la traeré mas repuestos que la van haciendo falta.
Oaxaca, una de las ciudades con encanto de México, transmite buena vibra. El buen ambiente, su arquitectura, lo colorido de sus calles te invita a pasearla. Junto con Chiapas es uno de los estados mas pobres de  la república, parece que este papel siempre le toca al sur. Se han caracterizado por ser un pueblo luchador por los derechos de sus habitantes, mayoritariamente gente humilde que trabaja en el campo.


Me alojo en una casa de acogida para niños entre 0 y 14 años. Aquí viven unos 54 niños, ellos son los que me vuelven loco a diario con repetitivas preguntas y con vente a jugar conmigo. Un trabajo el que realizan aquí que no deja de sorprenderme. Un trabajo que merece la pena compartir,  excepto para el gobierno que no subvenciona a esta asociación. Tienen que trabajar con los fondos de ONG´s extranjeras y con el apoyo del voluntariado. Aquí podéis echar un vistazo al trabajo de Chema, su familia y mas gente. http://hijosdelaluna.org/
Tanta vida social casi no me deja tiempo para casi nada, tanto que no llego a probar los chapulines. Los venden así coloradotes, enchilados, en bolsas de plástico como si comieras pipas, pero no lo son. Perdí mi oportunidad y verdaderamente lo lamento.


Acompañado por Ian, voy pa´la playa, la buena compañía es siempre un regalo y este joven irlandés lleno de inquietudes viene caído del cielo. En el camino habré de cruzar de nuevo otra sierra para llegar al agua salada. Visito el árbol del Tule, increíble, es para verlo, entre 30 personas no abarcan el diámetro de su tronco. Luego le toca el turno a las ruinas Mayas de Mitla para rematar el día de turisteo.


Es difícil levantarse pronto, comenzar a rodar pleno de legañas y que un embriagador y ácido olor a bodega cutre te persiga por el camino. En el borde de la carretera encontramos numerosas fábricas, totalmente artesanales, de Mezcal, donde podemos observar el proceso completo para su obtención. Los comederos de la ruta muestran a nuestro paso grandes comales que se confunden fácilmente con una antena parabólica. Aquí las tortillas de maíz son gigantes y necesitan gran espacio para dorarse. Con ellas cocinan las Tlayudas, especie de pizza con base de maíz. Dale que dale, come que te come.

Artesano del alpiste.
Otra sierra. Una vez mas sorprendente. Los arboles de inmensas raíces y largas ramas parece que quisieran salir corriendo tras de mi, les faltan dos ojitos en el tronco. Las guacamayas aportan también color y cotorreo a la ruta que sencillamente es ondulada. Lindo desorden y caos geológico, pero si has de bajar de la montaña a la costa en 200 kilómetros no imaginas que de nuevo vas a tener que apartar a manotazos las nubes de la carretera, que vas a necesitar ascender mas de 3000 metros para “bajar” a la playa, pues si, de nuevo ahí lo tienes.

Los tres jinetes de la apocalipsis.
Los cactus, esta vez en flor, no por mil veces vistos llegan a aburrirme y mas cuando aquí se combinan con palmeras y plataneros. Y es que ya estoy llegando a un clima verdaderamente caluroso, se acerca el mar y empieza a cambiar la vegetación. Como siempre un remate, esta vez son los cielos Miquelangelo que las tórridas mañanas nos deparan.
Un error en la lectura del mapa, y otro en las apreciaciones de los paisanos a la hora de indicarnos el estado de las carreteras hace que nos veamos inmersos en un atardecer sobre bicis, enfrentándonos a un jeroglífico de carreteras sin asfaltar. Finalmente un mapa dibujado en la palma de una mano zapotepeca guiará nuestros pasos. Son las paradojas que tienen las extremidades. De regalo, linda acampada entre cactus donde quizás nadie piso antes.

Dejando atrás la montaña llego al Istmo y llego en la temporada de vientos. Es la zona mas estrecha de México, ese lugar donde confluyen los vientos que bajan de Veracruz procedentes del Golfo y  quedan con sus colegas del Pacífico  para soplar juntos.
Zarandeado como una piltrafa, revolcado como un pelele, se podría decir que el  viento me ha machacado. Setenta kilómetros de lucha, rodamos en relevos, en abanico, haciendo el pino….nada vale ante su potencia. Las oleadas de viento juegan con nosotros, nos imponen una sincronizada coreografía que se desarrolla a lo ancho del arcén y fuera de él. En tres ocasiones acabo fuera de la carretera.

Que coño es esto? amigo Sancho.
Esta manía que tenemos los rodamundos por sentirnos libres y soberanos hace que me separe de nuevo de un buen y divertido compañero de viaje. Ian continúa en solitario. Tiene sus cosas que hacer y yo las mías. Quizás se encuentre en breve con Markus, al que una diarrea lo tiene secuestrado en Chiapas. Sea como fuere buen viaje compas y que nos vemos cualquier día al doblar una curva. Seguro que el destino y el viento así lo va a querer. Me despido de nuevo con otro sincero y profundo abrazo mañanero. Esto parece la casa de gran hermano, conoces a alguien tres días y piensas que vas a ser amigo suyo para toda la vida. Lo magnificas. La diferencia aquí es que tu eliges a quien y como.
Un día de descanso en casa del profe Ro, rodeado de toda su familia, me pone al corriente de la olvidada, mejor dicho desconocida, discografía de Hombres G. Mientras en el jardín los árboles de mango soportan con esfuerzo el peso de tanto fruto y a la que dejamos pasar el  tiempo sentados en nuestras tumbonas observamos el bombardeo de piezas maduras. Por dios que sabroso un mango recién caído de la mata.

Estilos diferentes, resultados diferentes.
Aquí ya he cruzado una frontera, una frontera climática que modifica modos de vida y costumbres. Me siento en el Caribe. Hay aun mas vida en las calles, al caer la noche la gente sale a la puerta de la casa con las sillas a compartir anécdotas con el vecino, o con la familia que normalmente es bastante extensa.  Al igual que te puedes cruzar al pasear  con un vecino  que lo puedes hacer con una iguana. 

El viento, el exceso de la noche anterior y la filosofía de una cajera de gasolinera me empujan al mar. Sesenta kilómetros son suficientes por hoy (no puedo mas) me marcho a conocer al Mar Muerto. Y si que lo esta, una calle cientos de metros ocupados por comederos para turistear donde no hay casi nadie. Me como unas mojarras y unos camarones recién pescados y a cambio Horacio me ofrece quedare a dormir en su palapa. Desde mi hamaca, mecido por el viento Norte y por el sonido de las olas, me despierto en el momento justo del atardecer oceánico. Los pescadores aprovechan la oscuridad para preparar las trampas donde esta noche caerá atrapado el camarón. Esta es la bienvenida que me da Chiapas.

Pero no se vayan todavía, aun hay mas. En tres días que llevo aquí estoy como en “mis playas” de la costa gaditana.  Ya os contaré…………. y mucho, mucho.
El tener asumido e interiorizado, como algo natural, que cada día al salir no sabes donde vas a dormir te da mas tranquilidad y aplomo. Hace aún mas placentero el día a día. Esto es algo que con la práctica diaria no me ha quedado mas remedio que aprender y dominar.
Dejarse llevar,
suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber donde puedes terminar o empezar.

                                                                               Vetusta Morla. Copenaghe.

En la noche sueño. Sueño que estoy recostado sobre el pulido diván de la consulta. Hablo y hablo, como siempre no paro, hasta que aburrido de oírme a mi mismo llego a despertarme. Abro la computadora y encuentro estos textos redactados. No recuerdo haberlos escrito, yo solo hablaba. Ha debido ser mi terapeuta (psiquiatra) quien mientras escuchaba los ha dado forma, están muy lejos de mis capacidades.
Puede todo esto sea consecuencia de un  exceso en la toma de mi medicación, Metáforanfetamina 300mg, una después de las comidas. Si se enteran y  me hacen un contraanálisis seguro me quitan el premio Cervantes del 84.
Hasta aquí por hoy mi realidad. Tal vez mi ficción llena de realidad, pero al fin y al cabo mi realidad. Hoy no tengo otra.




Desde mi cielo cubierto por una nube de chapulines rojos que intento disipar a tragos de mezcal. Un horondo abrazo chamacos.




“Nuestro día a día sigue un ritmo lento y sosegado, sin grandes sobresaltos y turbulencias, con las preocupaciones "lógicas" de los recortes, el paro, la deshumanización que parece rodearlo y engullirlo todo, el capital, el mal humor generalizado, la falta de ternura, la falta de conciencia, la parálisis general y la incapacidad de reacción del torpe y pobre ser humano.”
                                                                                                                            Carmen.






1 comentario:

  1. Enorme tu relato amigo Jorge.
    Ya veo en tu blog que andas por tierras chiapanecas. Me imagino que pronto continuarás tu camino rumbo al sur. Espero que disfrutes lo que te reste en México. Me alegra ver que te tomas tu tiempo y que compartes con nosotros tus vivencias.
    Yo continuaré leyendo tu bitácora aunque me temo que de aquí en adelante poco voy a conocer de los terrenos que pise la rueda de tu baika.
    Mucha suerte y carpe diem.
    Facundo.

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