ENCONTRANDO EL SUR II

Metraje: 480 días aprox. Nac: Mundana, Genero: Realiti de aventuras, Catalogada: No recomendada a familiares cercanos.

Si hay algo que une a todos los seres humanos es el deseo de ser felices. Esta voluntad es el motor que activa y determina muchos de los pasos que van a dar Abisinia y Van Birloq en este largo viaje.

La falta de esperanza comienza a recortar sus sueños. Aburridos de esperar y de seguir esperando, de que nada cambie y de que nada venga, deciden perder el miedo a la vida y comenzar a trazar el boceto de su destino. Juntos parten en un viaje que les lleva a recorrer el continente americano restándole importancia al que y dándosela al como.

Este documental reúne la sabiduría y experiencias personales de esta ecléctica pareja en torno a un tema tan universal como es la búsqueda de la felicidad.

El sol de Rio Negro, edición de la mañana.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Gaucho




Argentina, Chile (Mendoza, Malargüe, Chos Malal, Villa Pehuenia, Melipeuco, Curarrehue, Junin de los Andes) 1279 km, 12565 m+


Soy un explorador solitario 
que perdió la brújula y el mapa 
y ustedes me han visto siempre en acto de servicio 
dándolo todo a punto de perder la vida 
desnudo como la piel del primer día. 


Soy el hombre delgado que no flaqueara jamás  

                                                  Bumbury. El hombre delgado que no flaqueara jamás 

Los Méndez viven en Buta Ranquil, un pequeño pueblo donde todos sus habitantes  se conocen. Hoy la familia en pleno se subió a la vieja Ford, los  pequeños y las mujeres en los asientos delanteros, los mas jóvenes en la caja, junto a los perros. Les gusta relamer ese aire que les golpea la cara.

Con la tranquilidad que concede el no acarrear un reloj circulan lentamente hasta el quincho de Emilio. A los pies del Tromen los chivitos y sus carnes están a punto, son ya dos meses los que tienen. Esta es una buena época y una buena excusa para reunirse todos un año mas.

Las chapelas y una bota de vino delatan los orígenes vascos de esta familia gaucha.



Todo comenzó en Mendoza. Saliendo por la puerta del hostel me topo con un horizonte del que tan solo me separan quince metros. Una pared de hormigón me encarcela. Me hace sentir fuera de lugar.

Aprovecho la visita a una gran ciudad para hacerme el intelectual, primera noche; un concierto, segunda noche; representación teatral.

Ocupo una de las aterciopeladas butacas de la segunda fila. Un saco de hormigas recorre mi estomago, ecos de un pasado cercano me abrazan, cientos de sensaciones me invaden acelerando mi pulso. Disfruto la urgencia, la escucha, el intraconflicto, siento cerca al Torres enseñándome con su silencio. Perdónenme, son recuerdos de pelo largo. Mi mas sincera enhorabuena a los actores y al director de “El rey del faro”, que tanta envidia me dieron y tanto me despertaron.

Nos alejamos de la  deshumanizada ciudad. Adiós al humo, al ruido de motores.

La mañana llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
…..
Los primeros que salen comprenden en sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

                                                         La aurora de Nueva York. Federico García Lorca.

El reivindicativo,


Una carretera planchada como una gran avenida. A la izquierda los álamos desfilan alineados, el viento agita las copas haciendo chocar sus hojas unas contra otras. Aplauden nuestro paso. A la derecha una nube rezagada se enrosca entre un corredor de montañas nevadas. Siempre mis queridos Andes.


Los kilómetros vuelan. Después de mes y medio rodando relajadamente, y de un parón de cuatro días, el cuerpo quiere marcha. El calor desde bien empezada la mañana derrite el asfalto de las eternas y siempre finitas rectas. Aun así rodamos largas jornadas que finalizan al tiempo que el sol comienza su reposo.

                                                            , el dormilón,                                   Foto Arthur

El clima acompaña y no montamos la carpa. Son noches al raso sintiendo las lisonjas de la noche mientras las estrellas se descuelgan a velocidades de vértigo.

                                , el risueño,                            Foto Michel

En esta Argentina la vida se ralentiza al medio día. Los comercios cierran, las calles se abandonan y el silencio las tiñe de un penetrante olor a siesta. Al caer la tarde, cuando la brisa refresca, reaparece la vida y las plazas se abarrotan de gentes agarradas  a sus termos de agua caliente. Corre la hierba, corre el mate. Esta algarabía se prolonga hasta bien entrada la noche.

Una colada que nunca huele a jabón y nunca olerá a suavizante.
Me dejo contagiar por este ritmo habitando un relajado mundo donde no hay lugar para el azogue (será definitivo?). De este modo he ganado horas de sueño y he perdido horas de lectura. Tampoco sé donde encontrar horas para la escritura, ya veremos.



El aroma a primavera poco a poco se va apoderando del paisaje. Los campos pintados de azafrán quedaron atrás dando paso al verdor de la pampa. Derretido el hielo de las montañas, el agua corre valle abajo entregando vida. Los zorros  cruzan pausadamente el camino y las asustadizas vacas huyen confundidas por el ruido de nuestras rodadas sobre el ripio.


Con Katerina y Simón, pareja polaca que conoció el Artur en Bolivia, compartimos un día grato. Carretera solitaria donde podemos rodar en paralelo, siempre hay mucho que contar. Al atardecer paramos a un lado de la ruta y ocultos entre matorrales cocinamos en las brasas de un fuego que nos ilumina y calienta.



Rodando por tierras gauchas llego a la última región de Argentina. He llegado a la Patagonia que me recibe con un día de lluvia y granizo. Este es el anuncio de lo que me espera, agua y barro?. No puedo quejarme, en este viaje he vivido en un eterno verano desde que salí de Alaska. En año y medio habré tenido solamente unos diez días de lluvia, es cierto que he pasado mucho frio pero casi no he visto el agua.


Hoy encontramos donde dormir cómodos. Ha sido un día largo y parece refrescar. El polideportivo abre sus puertas a nuestro descanso y elijo colocar mi colchón bajo las redes de una de las porterías rindiendo homenaje a ese espacio mágico que tantas horas de disfrute me ha entregado.



En la mañana cuando aun están desperezándose los lugareños encontramos en la plaza a Michel. Francés que viaja en solitario y al cual le atrae nuestra propuesta de salirnos de la carretera y rodar por pistas una amplia travesía. A partir de ahora que lo sepáis, somos tres.



Tromen es un bonito nombre. Es rudo y para un volcán es perfecto, al menos a mi me lo parece. El camino que lo rodea también es bonito, pasas rápidamente de un secarral a lagunas de origen volcánico rodeadas por verdes praderas. Tapices de bruñidas flores magenta se forman en el suelo y el esfuerzo del ascenso entre ripio pronto encuentra su recompensa. Rodamos un largo camino sobre un caótico escorial de lava. Increíble atardecer acampado a los pies de esas confusas montañas de piedra que tiempo atrás fueron lenguas de fuego. Un cielo de colores difuminados es recortado por Tromen.

, el familiar,

A un lado del sendero esta parada la furgoneta que nos adelantó hace ya rato. Comienza a salir gente de la cabina, otros saltan desde la caja apresurándose a ondear las bolas gauchas. En esta ocasión la liebre tuvo mas suerte que su compañera de la mañana que ya habita en los estómagos de los componentes de la familia. Entre tanto, aparentando un cuadro de Velázquez, los perros desentumecen sus músculos dando locas carreras alrededor de la escena.

                        ,el vividor.                                 Foto Michel
Me regalan una sincera sonrisa de bienvenida.  Vienen de asar unos chivitos, y nosotros nos lo hemos perdido por poquito. Nos consuelan con unos tragos de vino que nos servimos en una bota de procedencia navarra. Entre trago y cigarro, cigarro y trago, cotorreamos. El tiempo vuela mientras el patriarca nos relata  historias del mujeriego de su abuelo, “el Vasco”.

Si la cara es el espejo del alma, la sonrisa es la del corazón. Difícil despegarnos, y entre un mar de nubes grises y un viento punzante, nos despedimos todos con el alma bien alimentada.


Cobijados entre piedras pasamos la noche. Nadie lo expresa, pero el trauma es palpable, se siente. Todo el mundo come chivito asado mientras nosotros seguimos con la eterna dieta de avena y pasta. Hay que darle solución!!!! grita el Artur poniendo a dios por testigo, mostrando su frustración. Y se la damos, en Chos Malal están en fiestas. La fiesta es la del chivito y ayer crucificaron mas de 500. Llegando al asfalto vemos salir humo de un chiringuito, son las 11 de la mañana, nos da igual. Ejecutamos.



Bien amodorrados nos descolgamos hacia el pueblo, en el camino el sudor se encarga de destilar las toxinas, no todas. Una vez en el camping ni montamos la carpa, siesta directamente en el suelo y día de descanso.

                                    Primavera trompetera, siesta cervecera.                     Foto Michel

Reaparecen los polacos, que habíamos perdido dos días atrás, y aparece Tomas. Viene rodando con “los tumbaos”, pero ha roto la bici ayer y lo han traído a la tienda de Pato en carro. Cenas y desayunos en la plaza del pueblo, donde nos juntamos todos con nuestras cocinas, dan un carácter festivo a la estancia.

                                 Alegría entre las piernas, no, entre los brazos.                Foto Pato Bikes

Días sin pueblos en el camino, sacos de cerezas recién recogidas, cenas con especialidades polacas alrededor de la hoguera, noches de tormenta,  la mano de un lugareño que nos ofrece un techo………. Pasan los días, llenos, repletos, plenos.


El polideportivo de Las Lajas nos protegerá del granizo esta noche. Sus responsables con una humanidad y amabilidad infinita, muy lejana de la definición de “lo correcto” dentro del pensamiento europeo, nos cederán uno de los vestuarios. Con el horno de su cocina daremos aroma a toda la sala. Unas pizzas como ruedas de 24” giraran en nuestros estómagos y yo disfrutare de una tarde bajo los palos mientras las jóvenes promesas argentinas me acribillan a balonazos.


El grupeto se deshace, Simón y Katarina tienen billete de vuelta ya comprado y un destino al que llegar. La ecuación les obliga a continuar velozmente. También nos despedimos del viento a favor y del camino asfaltado para dirigimos hacia Chile. Vamos a hacer un bucle por unos lagos que hemos visto sobre el mapa y nos llamaron la atención. El único problema es que en la cartografía no aparecen carreteras por donde queremos pasar. Una vez allí, ya veremos.


Nos encaminamos hacia la cordillera siguiendo la estela de Michel. Acaba de abandonar ya los cincuenta, pero esto no le impide meternos una minutada en la ascensión. Nos enfrentamos durante cinco horas a un viento aplastante. Sopla de cara y el camino es una larga recta de casi cuarenta kilómetros. Una vez coronada la cuesta del viento, nombre que reciben los últimos ocho kilómetros, esta Michel “el hombre bala” esperándonos para comer. Sería un detalle encontrarnos en el camino a la mujer barbuda del circo, los payasos ya estamos.


La ascensión, que decir ???, paisaje extraordinario. Nos encontramos con las primeras araucarias y con unas montañas talladas por la mano de un escultor modernista. He de confesar, sin ningún pudor, que mi mente se apoderó por momentos de la situación. Intento controlarla, ella quiere que me de la vuelta y baje por donde lo hace todo el mundo, lejos del viento. Me cuenta que hacia donde me encamino no merece la pena, que va a llover, que es mejor retornar. Intento no hacerla caso y preocuparme solamente de dar pedales. Ya es bastante. Suficiente por hoy, 50 km, 1000 metros de desnivel y este viento. Esto ha sido de locos, pero mereció la pena.


Coronado Pino Hachado, buscamos donde dormir. Se hace difícil pues acá en lo alto de la cordillera no hay poblaciones. Preferiría no montar la carpa esta noche pero los gendarmes aduaneros seguro que no nos van a dar lugar. Finalmente nos indican donde están sus antiguas dependencias. Una casa abandonada, que otrora fue la casa del capitán, ahora no es mas que una casa sucia con el suelo lleno de cagadas de cabra. Encontramos una sala que a pesar de tener los cristales de sus ventanas rotos esta “limpia”. Ya tenemos hotel de cinco estrellas para pasar la noche. Queréis un café?? Voy calentando el agua.



Tejidas sobre el cielo una encrucijada de nubes amenazan lluvia, en ocasiones esto pasa a ser un hecho. Vislumbro dos manchas en el camino. Nos acercamos y son una pareja de británicos que están corriendo Suramérica de sur a norte, si corriendo. Todos los días hacen unos 30 kilómetros, y turnándose, acarrean un carrito de fabricación casera donde portan todos sus enseres. Hoy llevan casi 30 litros de agua para dos días. Pensé que estaba loco, pero siempre me agrada conocer gente que esta un poco peor que yo. Enhorabuena chicos, que pedazo de aventura, me quito y me pongo el sombrero ante ustedes.  Facebook.com/5000mileproject




Ondulantes, como el lomo de una oruga, sobre campos perturbados por el viento se entretienen nuestras pedaladas. Es fácil ver pasar rápidamente el tiempo. Un paisaje desconocido siempre tiene una mayor capacidad de asombro. Las araucarias o pehuenes son una especie de conífera que se da en estas latitudes. Cuando subes al monte descubres siluetas extrañas. Troncos cilíndricos soportan los brazos articulados, cuasi robóticos de estas coníferas. Las hojas escamadas recubren sus ramas y una gran piña verde adorna sus extremos. Lagos y un cielo gris son el marco que hoy las embala.

, el ciclista,


Llegamos a Villa Pehuenia envueltos en frio y agua. Nadie nos espera y sus grises calles parecen repletas de tristeza. En la gasolinera compartimos con una pareja de alemanes, de mas de 60 años, que recorren el continente en bici, también bajan al sur. Nunca es tarde.

                                                  Todo el mundo al suelo!!!!!!                                       Foto Michel

El tiempo pasa, pero nada sucede. Todo sigue en el mismo lugar y de verdad que hace frio. Decidido, hay que provocar a la suerte. Me dirijo al centro de salud. En urgencias me recibe Cristian, le explico nuestra situación y finalmente acabamos en su casa. Hoy es noche de sábado y además tiene visitas.

Cuidado!!!!!!!  Viajar mucho tiempo con un bicibirloco es contagioso.

Fiesta grande donde no van a faltar un plato de espaguetis y rock and roll en directo. Muchas guitarras y algún maestro como el viejo Gabi nos deleitan la noche con los clásicos del rock de los 80 y 90. En estas que el Marcelo se cuelga del cuello la viola y me dedica una, “esta va por ti gallego”. Se arranca ni mas ni menos que con “Jesucristo García”. Redios!!!!!!!!!!! Me entrego hasta romper una de mis cuerdas vocales, lo doy todo. Gracias pibe por compartirla. Y como gran fiesta que se precie y que fue, también hubo sexo, drogas y Fernet. Enhorabuena a los premiados.

Alineación titular.

A la mañana mas. Nos vamos a tirarnos con el monopatín carretera abajo. El “Pollo” aprovecha para hacerse un esguince en el pie y Michel  para abrirse la cabeza. Todos nos asustamos, él no. Bueno, ya mas tranquilos y como parece no haber sido mucho nos vamos a celebrarlo a una hostería de lujo que nunca llegó a inaugurarse. Ova esta al cuidado y abrirá sus puertas cediéndonos el local para comer un asado. Nuestro comedor al lado de la chimenea y frente a una gran cristalera que nos permite disfrutar de una de las mejores vistas del lago. Entre mis manos un muslo de pollo.

, el hostiado,


Son las siete de la tarde cuando todo el mundo se marcha y aprovechamos para dormir hasta las nueve de la mañana del día siguiente. La bici cansa, la fiesta mata.

Cristiano y toda la pandilla, un millón de gracias por todo lo que hicisteis por nosotros. Un verdadero placer compartir con vosotros.

La Quitapenas se ha montado un bar.   Ahora estaremos mas tiempo juntos.

Si difícil es partir después de dos días bajo un techo con buen rollo, imaginaros si además está lloviendo y un viento fino corta el ambiente. Vestidos de astronautas comenzamos la ascensión. Poco después me encuentro húmedo, agua o sudor?.  Un pequeño salto de cordillera y estamos en Chile.



Arreglamos visas y de nuevo el chequeo. No podemos pasar alimentos sin envasar y nos revisan todo el equipaje. Primero por rayos X y luego manualmente. Así me hacen desaparecer una bolsa de lentejas. “Pueden reproducirse en Chile” es su argumento. Pero ellos nunca sabrán lo que había en mis bolsillos y menos en los del Arthur.


Luis trabaja desde hace mas de veinte años en los bomberos de Melipeuco. Un gorro de lana cubre una frente que ganando terreno con los años ya le ocupa casi toda la cabeza. Sus ojos azules, ubicados en el interior de una mirada caída, son el escaparate de su bondad. Nos entrega una acogedora sala forrada en madera, y nos enciende la chimenea  para que nuestros cuerpos y enseres sequen.

                                                      ,el cocinero,                    Foto Michel

Un amanecer descubierto nos ofrece las vistas del volcán tapado por la nieve, y animados por la presencia del sol salimos camino a no sabemos donde. Gran incertidumbre que da un aliciente extra al día. Queremos que exista un camino al lado de uno de los lagos de la zona y nos dirigimos hacia allá esperando que algún lugareño nos revele el “sendero secreto”. Rodamos ciñéndonos a paradisiacos lagos  empapelados de vegetación, mientras tanto indagamos recibiendo respuestas contradictorias acerca del camino. Finalmente seguimos derecho, lo que nos va a obligar a dar una gran vuelta por la cordillera o a encontrar una lancha particular que nos saque de esta.

                                         ,el intelectual;                                             Foto Michel

Estoy en Playa Negra, tras el ventanal observo el Lago Caburga y la lluvia. Aquí dentro hace calor, ya nos hemos ocupado de tener una buena hoguera. Disfruto del placer de respirar esta mezcla de humo, frio y tierra mojada. Decidimos quedarnos un día mas en esta aislada cabaña, tenemos algo de comida y nada de dinero. Mañana le buscaremos solución. Ahora solo nos preocupa encontrar leña medio seca para poder cocinarnos en las brasas unas patatas y las cebollas que nunca encontraron los de la aduana.  


“Se agota la primavera en el calendario. Sobre el papel, lenta pero concienzuda, una lluvia de tinta amenaza con anegar el blog de frases incomprensibles. Opacas nubes de letras impiden el paso a los rayos del sol. A este lado del cristal hace frio. Tardes de lluvia, tardes para el juego de las palabras, el juego de la escritura.”

                                                                                      Extraído del diario de Van Birloq

La noche pasa a ritmo de lluvia, no cesa. Parece que va a ser la última vez que llueva, que no habrán mas ocasiones y ha de vaciarse, entregarse de una vez. Amanece con la misma canción y no se de donde pero sacamos las ganas para salir del saco y continuar.

, el gato, 

No valen pataletas, hay que forrar los pies con bolsas de plástico, colocar las gomas que me hice con las viejas cámaras de bicicleta y a disfrutar del recorrido mientras el frio me respete.

,el j___p___as,

Partimos con tres panes caseros recién arrancados del vientre del horno de nuestros anfitriones y nos adentramos en un mundo hechizado por la lluvia, la niebla y el bosque. Bordeando la cordillera, porque no encontramos otro camino para salir de aquí, ascendemos por pendientes inhumanas para un cicloviajero. El ingeniero (si es que lo era) que diseño este trazado no conocía lo que era la compasión, la misericordia hacia esta especie que transita el mundo sobre dos ruedas. En ocasiones las pendientes superan el 20%, como lo oyes.

La población Mapuche esta presente.

Rebozados en el barro y la magia del lugar, rodamos entre un bosque de árboles centenarios. Las araucarias, arrancadas por el agua de un enfangado suelo, se desploman sobre grandes cascadas de aguas revoltosas, creando puentes naturales.   Aprovechando la cortina de humedad que genera el estruendo del agua al caer el bambú brota. Una melena de espigas le dan un toque adolescente.



Salvador, adjetivo y sustantivo. Estamos empapados, una mezcla de sudor y agua nos cala hasta los huesos. Empujado por el viento que aporta la velocidad del descenso el frio empieza a doler. Un pensamiento ocupa mi mente desde hace rato, desde que deje de sentir las puntas de los dedos de la mano derecha. Donde me podré secar y entrar en calor?.

Aunque quisiéramos pagar un hospedaje no hay con que (historias de bancos), el pueblo próximo parece pequeño y llegaremos al atardecer. Necesito una estufa, ver arder la leña, colgar mi ropa alrededor y secarme aferrado a una humeante taza de café.

Salvador, sustantivo y adjetivo. Saludo a un lejano motorista, le espero, pero se detiene antes de llegar a mi. Reanudo la marcha y me acerco a él. Claramente doy pena y sin consultar con mis compañeros consigo un lugar donde pasar el resto del día calientes. Cocinamos las sobras de comida que nos quedan y compartimos mesa y mantel con él. Su nombre Salvador.



A las 5 en pie, esto es un madrugón en toda regla. Este generoso hombre debe partir a trabajar y nosotros abandonamos la casa. Llegamos bien prontito a Curarrehue con un pequeño remojón de dos horas de ná. Los bomberos son el objetivo. Calor seguro y quizás una ducha. “No, no podemos” esta respuesta se esta convirtiendo ya en habitual, “pero quizás en la parroquia….”. Juan ha nacido en Salamanca y acaba de llegar al pueblo como encargado de la labor que ejercen los hermanos escolapios. Un café, unas pastas y una cabaña en medio de verdes prados rodeados por montes. Todo esto es lo que nos regalan.


Un día de excursión al volcán Villarrica, ha salido el sol y los franceses se van sin alforjas. Me quedo en la cabaña disfrutando de ese silencio que acompaña a  la soledad. Ya no hay dinero ni combustible para cocinar. Hoy estofado de lentejas con butifarra apurando las dos últimas botellas de gas y mañana dos chuscos de pan para cada uno.



Me elevo a través de una carretera de Tour de Francia. Verdes praderas, fuertes pendientes perfectamente asfaltadas, pinares rodeando la ruta, y día de sol. Al fondo sobre un cielo azul la silueta del glaciar Lanín. Acampo al borde del rio y dejo la puerta abierta para que la luz del atardecer se adentre en mi carpa. Arroz con lentejas de menú, un poco de lectura, redacto estas dos líneas y a dormir.


Desde un lugar donde mis llantas derrapan dibujando sonrisas en su atlas geográfico, donde mis ruedas giran a velocidad de espanto acariciando algo que creo es libertad. Desde esto que llamo cielo y que hoy no sé si es ficticio o real. Un abrazo piola mis locos. Os quiero.


Soy ya un hombre menos delgado y no se si flaquearé mas. 

                                                                                                                                            Foto Arthur




7 comentarios:

  1. Que semblante de felicidad, cabronazo.
    Desde Demostenes (no de Mostoles) se sabe que "se piensa como se vive" lo excepcional es vivir como se piensa...FREEDOM !!!

    Tarkuxx

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  2. hoy en Madrid, es un día especial, cumple de Aïnhoa 23 años, cumple de mi papi 81 años y resulta que el MUNDO NO ACABA !!! La lotería no tocó, pero la fuerza, la salud y el amor sigue existiendo. DESDE NUESTRA HUMILDE CASA JORGE, queremos enviarte mucho cariño y decirte que nos sentimos afortunadas por sentirte cerca. Estamos felices y orgullosas de todo lo que haces y te deseamos unas felices fiestas, que lo pases en grande y que brindaremos por ti por tu viaje y por toda esa gente estupenda que has conocido, recibido, ayudado y que te acompaña.... Otro abrazo para Arthur!!!! N.A.T.

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  3. Hola guapeton por fin sabemos como comunicarnos contigo, te hechamos mucho de menos nos acordamos un monton de ti. Los lolos y las lolis te deseamos una buena salida y entrada de año. Y yo agradecerte todos los mensajes de apoyo que me has mandado ,te lo agradezco de corazon Te Quiero un monton, las pequeñas dicen que hechan de menos tus mordidas de mano. Muchos besos,muacc

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  4. Poco a poco voy leyendo, y percibo en tus escritos; que todo no ha sido duro, si no también muchos momentos felices. Con las bolsas de plástico en los pies; buena pose, ¡que chulos!
    Ese loco flaquito…
    Besoss

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