Chile,
Argentina I (San Pedro Atacama, Paso Sico, S. Antonio de los Cobres, Abra Acay,
Cachi) 496 km, 7202 m+
Un día mas me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño.
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación.
Radio Futura. La estatua del
jardín botánico
Los días
pasan rápidamente en San Pedro de Atacama. Este pueblito, un oasis en medio del
desierto donde Janis Joplin y Jim Morrison pasarían desapercibidos, es un
remanso de paz con un clima excepcional. Paso largas horas en la plaza del
pueblo con el wifi, mucho tiempo sin conexión ahora me convierte en adicto, son
cientos de correos a responder y de cosas a hacer. Acá adoptamos el eslogan,
“menos internet y mas siesta”. A ver qué te parece esta Salva?
Aprovecho la
cercanía de la Cordillera de la Sal para hacer una visita al Valle de la Muerte
(donde casi la encuentro) y aprendo el oficio de saltimbanqui sobre Abisinia.
Un frenazo en la bajada mientras grabo un video, me clava el portabultos en la
rodilla y la potencia del manillar en los … .Me quedo con la toma de fotos que
es menos arriesgada.
Joseba,
paciente, pasa días dándome pildoritas de “veneno” mientras Corinne, silenciosa,
esboza sobre una cuartilla el mapa de un
recorrido. Finalmente él, con una sonrisa enredadora, deja caer sobre mi un
pregunta al igual que el águila deja caer las garras sobre su presa. Paso Sico
Jorge??? No respondo, acepto dejando caer la mirada.
En los
últimos meses tengo la costumbre de cruzar los Andes de un lado a otro como si
saltara la comba, como si no costara esfuerzo. Ahora voy a tomar la ruta del
Paso Sico que los cruza de oeste a este a través de paisajes inolvidables, vuelvo
a las alturas, a lugares recónditos, a los 400 kilómetros de carretera sin
asfaltar. He vuelto a las andadas he
vuelto a enloquecer, lo vi escrito en la luna, luna creciente.
“extremoduro”
Una oportuna
avería en el freno de Corinne retrasa nuestra partida un día lo cual celebro
(mi cuerpo tiene mucho que recuperar). Encuentro bacon y queso y me hago un
bocata recordando aromas que me transportan al lejano (en el espacio y en el
tiempo) hogar. Rematamos la cena con un pollo al horno de los buenos.
Una alfombra
de asfalto sobre el Desierto de Atacama, uno de los lugares mas secos del
planeta, nos conduce de nuevo a las alturas. Antes debemos de cruzar el Trópico
de Capricornio, esa línea que veía en los mapas del colegio que dividía el
mundo. Si, mi camino hacia el sur avanza y con estos detalles tomo consciencia.
Y que deciros…………..si en ocasiones ni yo me creo lo que estoy viviendo y como
lo estoy viviendo. Que en dos ruedas poco a poco se llega lejos, que no se
donde perdí diez kilos de peso ni me importa, que los kilómetros por duros que
sean siempre tienen fin, que esto es la hostia y que estoy muy feliz.
Con un
hematocrito altísimo subimos hasta Socaire de una. Muevo fuertes desarrollos
sin que me falte el aliento, descubro que las pendientes a 2ooo metros de
altitud se pueden subir con plato grande. Han sido mas de cinco meses rodando
entre las nubes y aquí abajo me noto mas fuerte. No necesito alas para volar.
Gracias a la
profe Pamela dormimos refugiados del frio, y ya de nuevo en la ruta dejamos
atrás el asfalto y nos adentramos en la montaña a través de una pista
impecable. Cruzamos entre paisajes que comienzan a anunciar lo que se avecina.
Finalmente es el viento quien nos obliga a dar por terminada la jornada de hoy.
La acampada es en un lugar lindísimo, frente al Salar de Aguas Calientes. Desde
la puerta de la carpa puedo observar un privilegiado atardecer al mismo tiempo
que me preparo los espaguetis y me tomo un par de cafelitos calientes.
Sobre el
lecho de la tarde se acuestan las sombras, se extienden agonizando en una
despedida lenta e irreversible. Se abre paso el fuego de Sagitario que combinado
con el aire de Libra incendian el horizonte. Los tonos purpura, cada vez mas
tenues, rasgan el cielo dando paso a la noche. Un chisporroteo infinito de
estrellas queda grabado sobre el firmamento ya oscurecido.
Los primeros
rayos de sol golpean la puerta de la carpa y entran sin permiso. Se podría
decir que es una mañana como otra cualquiera, pero la realidad es que nunca
existen dos días iguales.
Sentado en
el interior de la carpa, con el saco cubriéndome hasta la cintura y la puerta
abierta observo el paisaje mientras tomo el desayuno. Esta es mi televisión
panorámica que anuncia buen tiempo y que no habrá embotellamientos en la ruta
que hoy voy a transitar.
Nos movemos
entre un paisaje por mi nunca visto, las montañas se tiñen de un azul grisáceo
que a juego con las celestes aguas que cubren parcialmente el salar crean un
decorado de ciencia ficción. Contento de sentirme un extraterrestre continuo mi
senda en la que se va a cruzar una
extensa laguna de color esmeralda y posteriormente un territorio donde el
viento ha tallado el terreno creando un museo de rojizas piedras amorfas.
Hoy el viento esta imparable y nos golpea en la espalda subiéndonos en
volandas hasta los collados, ahora, cuando la pista gira y has de enfrentarte a
él es TERRIBLE.
Pensé que un
mes atravesando Bolivia me iba a vacunar ante tanta belleza, pero no, sigo
disfrutando de estos paisajes con la deliciosa inocencia que me acompañaba el
primer día. Esta aptitud respecto al viaje me hace sentir bien. Estoy en la
continuación de la cordillera, del eje volcánico que me corteja desde hace mas
de un mes y que lo hará hasta que llegue al volcán Ojos del Salado. Esto hace que
el paisaje sea similar pero a la vez diferente. Aquí los horizontes son mas
cercanos, todo es mas recogidito, lo que te hace sentir la fuerza de las
montañas mas intensamente.
Una mina en
medio de la nada. Varios barracones se protegen del viento tras una loma. Adam
aparece entre el caótico paisaje de hierros y sacos de cemento. Están
acondicionando el lugar, la temporada comienza en breve y vendrán 800 mineros
para acabar con el cerro en unos 50 años. El 95% de contenido en hierro de
estas piedras les van a condenar a su desaparición. La hospitalidad de los
trabajadores con nosotros es extrema. Con la ayuda de Johaire acondicionamos un
cuarto. Cortamos y colocamos una puerta, sus cortinas, traemos colchones y mantas.
Vamos… que montamos una suite en 15 minutos, nos ve el de bricomanía y ya tiene
programa.
El pasillo
es angosto, dos personas casi no tienen
espacio para cruzarse, al fondo veo acercarse a Adam cubriéndose la cara con
unas manos dañadas por los sabañones. La proximidad delata que esos ojos han
llorado y él me abraza derrumbado.
_ Acabo de hablar con mi hija mayor y me ha
pedido que vuelva a casa. Durante años trabajé lejos del hogar y me perdí las
primeras papillas de mis hijas, sus primeros dientes….. y no quiero cometer de
nuevo el mismo error. Hoy mismo me bajo a Antofagasta, vuelvo a casa._ Resopla
aun emocionado.
Buena
comida, merienda, cena y varios cafés para pasar una noche en vela. Demasiada
cafeína en sangre.
Amaneciendo
y con solo dos horas de sueño en el cuerpo compartimos charla y desayuno
alrededor de una superpoblada mesa. Cuesta tomar la decisión de partir, aun así
salimos al camino.
Las montañas
cubiertas por negruzcas escamas de ripio que las alicatan hasta la cumbre dejan
pasar los días en un eterno letargo. Se diría que rodamos entre dinosaurios adormecidos.
Acompañado
por el traqueteo de la bici convertido en silencio, ruedo en la llanada. Algo
interrumpe la monotonía de la continua pedalada. Desde lejos se oye venir un
rumor que va cubriendo los arbustos, parece el griterío de un pueblo Bárbaro en
plena batalla. Rápidamente llega a mi el bramido del viento, he pasado del
silencio absoluto al alboroto en menos de dos segundos.
Con la
llegada del gélido viento la garganta se seca. Los labios se tornan gruesos,
arden. Noto como se quiebran abriendo pequeñas llagas. La punta de la lengua
parece engordar perdiendo sensibilidad, y una gota de agua salina cuelga de la
nariz estirándose y balanceándose hasta golpear con las rodillas. El agüilla
cristalizada reposa sobre el bigote y las aletas de la nariz, una vez resecas
crujirán, rompe la piel.
La entrada a
Argentina, decimoquinto y posiblemente último país de este viaje, es a través
de oxidadas tierras donde los tonos rojizos llegan hasta el rosáceo delatando
su alto contenido en hierro. Las primeras poblaciones indígenas comienzan a
aparecer demostrando que las fronteras no son mas que líneas imaginarias que no
pueden separar las costumbres de los pueblos. Empujando sobre arena llegamos a
Olacapato. El consultorio de la doctora Elsa nos abre las puertas y nos deja
encendidos los radiadores, hay dormiré destapado. La comento que tengo un dolor
persistente en mi espalda desde hace días y carga una jeringuilla que nunca
llegara a traspasarme. Me conformo con unos ibuprofenos y palante.
Perdido en
un laberinto de puntos cardinales buscamos sobre nuestras anotaciones el rumbo
a seguir. Parece fácil pero un solo descuido te puede colocar en una situación
incomoda. Los caminos son poco transitados y seria difícil encontrar ayuda para
salir de aquí.
Hay una
loma, un cambio de rasante, un cambio absoluto de paisaje. Desde el alto que da
forma a la ruta se levanta ante nosotros el telón y podemos observar un extenso
paisaje lunar. Busco el Apolo XIII pero solo encuentro a la acerada Abisinia,
ella me trajo aquí. Los colores, las formaciones rocosas, hacen que saquemos
las cámaras a la velocidad que John Wayne hubiera sacado la pistola. Disparamos
a diestro y siniestro pero la mejor imagen se me queda dentro. Quizás fue aquí
donde vino Amstrong hace años???
San Antonio
de los Cobres, léase Anthony Cooper, tiene carnicería y acá en Argentina no
dudo en comprarme un filetazo de lomo de res y un frasco de chimichurri. Mi
espíritu carnívoro se despierta al llegar a la tierra del gaucho.
El clima
esta revuelto, el viento sopla desmesuradamente y batallones de tupidas nubes
avanzan dejando sombras de negra tinta sobre los montes. La luz lucha por
colarse entre la maraña encendiendo y apagando los sembrados.
Anuncian
temporal en la radio y la luna negra asoma entre un cielo entrevetado de nubes.
Mañana voy a subir a 5000 metros, ni me replanteo la ascensión, ni quiero mas
dificultades. Salgo a la calle y grito; se
ha muerto la luna que se calle el viento. “estopa”
Hoy es un
día tan especial como el resto, amanece con la misma alegría de siempre.
En la mini cocina/dormitorio del puesto
de bomberos las bromas surgen como a diario a pesar de que los tres sabemos que
será la última mañana del club de la comedia.
Las bicis parecen conocer el camino y sin nada que decir partimos, los kilómetros
pasan, y el cruce se acerca. Este cruce tiene dos direcciones, dos caminos que
nos van a separar.
La pareja
hispano-helvética decide partir hacia Salta en busca de un descanso que tenemos
merecido. Para mí hay una montaña que me está llamando desde hace mucho. Más
leña al fuego, el monte Acay y su valle son mi dirección, una remontada hasta
los 4965 metros me llevara cerquita de la luna. Durante la trepada la veo
colgada del cielo, anoche salió de parranda. Sobre un volcán nevado se la ve temblorosa buscando el
camino de regreso a casa, tanta luz la confunde.
Es curioso
como una pareja, de diferentes nacionalidades, que se conocen fuera de su país
de origen adoptan caminos intermedios para comunicarse. Tomaron el ingles como
idioma, el dólar como moneda, y un lenguaje en común … el de los viajeros en
bicicleta. Chicos, gracias por todo lo compartido durante este mes. Un “goyazo”
para los dos y vivan “Los Tenazas”. Abrazo grande.
Ruedo sobre
la mítica Ruta 40 que comienza en Ushuaia. Asciendo lentamente y decido parar
en mitad de la subida. Quiero disfrutar de este lugar, disfrutar de mi soledad.
“Suelen
decir que el hombre que apetece soledad tiene mucho de dios o de bestia”
Mateo Alemán
Personalmente
y pudiendo elegir me quedo con lo
segundo.
Duermo con
el nerviosismo del escolar que al día siguiente sale de excursión. Despierto a
las 6.30 lo que implica al menos una hora de espera dentro del saco, a 4600
metros el frio a estas horas no aconseja levantarse, tendría mucho de dios si
lo hiciera. Una hora mas tarde reúno valor y desde el interior de la carpa
enciendo el infernillo, la sombra aun me tapa y me cubro con el saco mientras
cocino la avena con quinua, hoy café doble.
Aparece el
sol para mostrarme el camino por el que he de ascender. Una culebra gigante
tallada en la montaña será mi ruta. Bien tapadico comienzo la ascensión y allá
arriba a mano derecha según se va al cielo encuentro el paso que me abre la
visión a otro valle, a otro mundo. El
eco de mis pedaladas llega a la cumbre empujado por el viento, un poco mas
tarde aparece mi cuerpo. Ahora se a que huelen las nubes.
Disfruto de
una bajada tan espectacular como eterna. No quiero avanzar mas, encuentro la
sombra de un árbol y la arena de la playa que ha formado el rio que me sirve de
colchón. Tumbado bajo las ramas, las flores amarillas llaman mi atención y la
de las abejas, invitadas casuales de cada una de ellas. Estoy en pantalón corto
y echándome la siesta al lado del rio, hay árboles, pasto, vegetación, hace
calor, no me lo puedo creer, he pasado demasiado tiempo en las alturas.
Acaba de
llegar el verano y se inaugura en mi carpa jornada de puertas abiertas. Me
pongo música en la compu y ceno fuera, fuera de la tienda, que sensación mas
chida!!!
Después de
dormir ocho horas de un tirón sin faltarme el resuello, comienzo a desayunar,
sin prisas y sin horario, al ritmo del que es esperado por nadie. Descalzo
sobre la arena recojo la carpa y enseres. Exploto, grito, me siento preñado de
libertad.
La ruta baja
pegadita al rio, este invade la rivera de vida demostrando lo grande, bella y
sencilla que es la naturaleza. El fondo del valle cubierto de piedras
esmeralda, el arcilloso y coarrugado cañón donde los cactus crecen retando la
ley de la gravedad, los sembrados de verde intenso, las acequias como venas
abiertas llevando vida tan lejos como pueden y el nevado Cachi a mas de tres
mil metros por encima reinando el paisaje. Vuelo sobre la pista y el halcón
decide acompañarme unos minutos en la bajada.
Los últimos
kilómetros se consumen con la abatimiento del que toma las dos últimas
cucharadas del helado, no quiero que esto se acabe, no quiero llegar a ningún
lado quiero seguir disfrutando del camino.
Volando
voy…..entro en Cachi y el ritmo de mis pedaladas suena por rumbas del Camarón.
No he recorrido 100 metros del pueblo y ya conozco a Beto, a Rober y a Claudio.
Recién duchado soy el invitado en un restaurante de lujo, una comida de lujo,
con una compañía de lujo. Me alojo en el Hostel Viracocha donde me hacen un
precio especialísimo y me acogen como uno mas de la familia. Aviso a los
ciclistas, en este Hostel Claudio os hará un precio especial al viajar en bici.
Yo continuo
hacia el sur, quizás me suba al norte unos 300 kilómetros. He oído hablar del
que puede ser el último de los grandes pasos de los Andes, el paso San
Francisco, también he oído rumores de que por allí vive la madre de Marco y
creo que ya es hora de encontrarla, ese niño (que ya debe estar hecho todo un
hombre) tiene derecho, como todo el mundo, a tener una madre. El cruce es una
aventura de mas de una semana donde la carretera gira rumbo norte para
enfrentarte a un viento de cara al mismo tiempo que asciendes y asciendes por
mas de tres días. Los Ojos del Salado te observan desde los 6900 metros.
Desde
mi cielo donde uso las astas de la luna como el perchero de mis sueños. Un
abrazo argenta locos.
Me
acerqué tanto a ella que sentí como mi pulso se aceleraba. Estaba a esa
distancia en la cual sientes haber violado la frontera de la intimidad. En este
momento la sangre se me aceleró, intenté aparentar seguridad, pero mi voz se
quebró al pronunciar la primera sílaba destapando así mi nerviosismo. Ella
cerca de mis labios escuchó como la susurraba “ LLÉVAME CONTIGO A LA LUNA”. Con
su acostumbrada acerada frialdad me contesto “Que si, que si, si si si”.
Vivo en un vertedero
me acuesto con la luna
qué importa ser poeta o basura
Qué importa que me engañes
y luego me sonrías
si sólo eras la yegua que yo mas quería
no necesito verte pa´saber que estás conmigo
y relincho de alegría siempre que te miro.
Extremoduro.
La canción de los oficios
El otro día
recibí un cuento de Salva. Llegué a emocionarme leyéndolo y quería compartir
una parte con vosotros. Os dejo un poco mas de lectura. Gracias por el regalo
Salva.
Lupe es el tipo de mujer que podría parir un planeta, una mujer que los griegos hubieran esculpido en el Partenón, o la reina que hubiera hecho de las amazonas un imperio en lugar de una leyenda. Una mujer capaz de regar un jardín, de amar y cuidar a un hombre, y de jugarse la vida por la libertad, por la justicia, por el honor, esas palabras que a día de hoy despiertan rubor más que despertar conciencias.
Veintidós años atrás, Lupe se echó a las armas para liberar su país de la dictadura militar, sin dudarlo, mientras en otros lugares del mundo miles de mujeres soñaban con desfilar en una pasarela. Hoy, sin embargo, quién levanta la voz por la justicia en un mundo donde tantas mujeres pasan su tiempo haciendo fila en Zara, o detenidas en la hora del cotilleo y el té con limón. ¿Quién levanta la voz al hombre alienado por los héroes del balón? Tal vez, Lupe podría. Y seguramente, nadie escucharía.
En Europa, Goethe tuvo que matar al joven Werther para convencernos de que la pasión justifica el suicidio, que los ideales son algo por lo que arriesgar la vida, que la infidelidad se paga con sangre porque sangre brota cuando se araña una espalda en el amor. Y dos siglos después, tanta riqueza material ha encerrado al romanticismo en libros antiguos, en revoluciones fracasadas, en la desazón de comprobar que los hombres no estamos a la altura de nuestros ideales. Ahora, los centros comerciales nos han traído el aire acondicionado para adormecer las ganas de vivir, para olvidarnos de que la vida es una fiesta y civilizar la pasión lavándose los dientes antes de pasar al dormitorio. Ahora que las únicas armas para alzarse en rebeldía son dar la espalda a los mercaderes y poner el corazón en la mano, ¿quién va a combatir en esta guerra?
Otra entrada increible!!! es dificil quedarse con una porque TODAS son alucinantes por: tu ruta, aventuras, lugares, fotos, la gente que vas conociendo...
ResponderEliminarEnhorabuena! Sigue disfrutando a tope junto a tu inseperable y fiel compañera!
Sigue pedaleando aunque aqui estamos deseando que vuelvas pronto...
UN BESOTE
TÉ
¡Hola! Soy Carmen, alumna de Guille en Salamanca. Él me ha recomendado tu blog y vaya ¡qué maravilla!, parece que una pueda estar ahí sintiendo esa libertad, aunque sólo con una palabra no se puede describir todo lo que trasmites. Sólo puedo decir una cosa ¡envidia!. Ójala algún día pueda hacer algo así, pero mientras sigue permitiendo que te acompañemos en tu viaje y podamos percibir un poco todas esas sensaciones.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Carmen Frías.
El Guille profe????
EliminarEspero que tengas suerte.
Gracias por tus palabras Carmen.